05 mar 2013

Cómo construir un hombre biónico

Hace 43 años la serie de televisión “El hombre de los seis millones de dólares”, retrató a Steve Austin como el primer hombre biónico de nuestra historia. Hoy esa fantasía está muy cerca de hacerse realidad, en gran medida por los enormes avances ocurridos en la última década en el campo de la biónica médica, que abarca desde ojos y oídos hasta corazón y riñones artificiales.

Algunos de estos avances fueron presentados recientemente en la conferencia anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS), realizada en Boston(USA).

Cada año 50 mil personas en el mundo sufren heridas en la médula espinal. En muchos de estos pacientes, el contacto entre la médula y el cerebro se ha roto en forma permanente.

Investigadores de la Ècole Polytechnique Fèderale de Lausanne(EPFL) lograron que ratas con la médula seccionada recuperaran este contacto y volvieran a caminar en un par de semanas.

La fórmula del éxito se debió a una combinación entre un arnés robótico acompañado de estimulación eléctrica y química. El Dr. Courtine, líder del grupo, expresó que “logramos cuadriplicar la conexión entre las fibras nerviosas del cerebro y la columna vertebral, ratificando la plasticidad del sistema nervioso en el proceso de recuperación”. El investigador aseguró que durante los próximos dos años realizará el primer ensayo en seres humanos.

Durante el Congreso también se mostraron los avances para curar la ceguera con retinas artificiales, mejorar el control de las prótesis de extremidades, desarrollar tejido pulmonar bioartificial e incluso regenerar tejido cerebral con habilidad funcional.

¿Qué tan lejos podemos llegar?

Algunos sociólogos y filósofos encienden las alarmas de prevención. El mensaje es claro: discutamos ahora las consecuencias de colocar cables en nuestro cerebro, nanoelementos en nuestro cuerpo e inventar nuevos materiales, prótesis e incluso seres vivos.

Cada nuevo avance en el área tecnológica corre más lejos la frontera de los límites bioéticos y obliga a la sociedad a estar alerta para decirle al oído de los investigadores si estamos por llegar al abismo.

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  • Rodrigo Alvarado Masafierro

    Esto si que sería para premio Nobel