El anunciado estallido social contra el modelo chileno finalmente ha llegado. El problema es que la doble caída de la crisis mundial también. Es el momento de decirlo, como titula el New York Times del 5 de agosto del 2011. No son acabo de mundo, sino sus formas de movimiento. En los años venideros vamos a galopar.
Esta nota se refiere a la crisis económica. Hay suficiente evidencia para afirmar que ésta se inició el 2000 y corresponde a uno de los grandes ciclos seculares que ha experimentado la economía mundial a lo largo de los últimos dos siglos, como los que se iniciaron en 1969, 1929 y 1872.
Durante estos períodos, los ciclos cortos que han ocurrido cada 7 años en promedio desde el primero registrado en 1825, se suceden hacia abajo en lugar de hacia arriba como en los períodos de auge secular.
Usualmente, los ciclos seculares topan fondo después de tres o cuatro enviones de caída y transcurren unas tres décadas antes de recuperar el nivel anterior a su inicio. Se conoce, además, la profundidad del pozo.
En las series bursátiles actualizadas disponibles en www.cendachile.cl se pueden apreciar claramente los dos ciclos a la baja que han ocurrido desde el inicio de la actual crisis secular, en marzo del 2000.
Las bolsas mundiales cayeron a la mitad en los dos primeros años, para luego recuperarse en los siguientes cuatro, pero sin alcanzar su nivel inicial. En octubre del 2007 se inicia el segundo desplome, que se extiende hasta marzo del 2009 y nuevamente las bolsas pierden la mitad de su valor, con lo cual se reducen a un 40 por ciento de su valor anterior a la crisis. Todo ello medido en Euros.
La última recuperación alcanza su máximo a fines del 2010, tras lo cual se inicia la segunda caída, la que se ha acentuado en las últimas semanas durante las cuales han perdido más de un décimo de su valor.
Hoy existe un amplio consenso acerca de la alta probabilidad de ocurrencia de una “doble caída” de la crisis más reciente. En realidad sería el tercer ciclo a la baja en el curso del “mercado secular del oso,” como también se denominan los ciclos seculares.
Esta opinión ha sido sostenida de manera consistente, por ejemplo, por el diario británico Financial Times y es extendida entre los principales inversionistas y economistas. En los últimos días ha sido portada en medios tan importantes como el ya citado New York Times y The Economist.
Los principales argumentos al respecto son la comparación con los ciclos seculares anteriores, que cayeron bastante más que el actual.
La relación precio-utilidad de largo plazo de las acciones, por ejemplo, se redujo entonces mucho más que en marzo del 2009.
Por otra parte, se enumeran los enormes desequilibrios que persisten en la economía mundial, de los cuales el alto endeudamiento de las economías desarrolladas es el más indicativo.
Asimismo, se aprecia la creciente dificultad de los Estados para enfrentarlas. Las crisis, como se sabe, cumplen el papel de restablecer estos equilibrios.
A Chile le va a llover sobre mojado. Los precios más afectados por la nueva caída van a ser las materias primas y particularmente el cobre, donde se han concentrado en la última recuperación las burbujas especulativas que antes afectaron al sector inmobiliario.
El otro mercado donde se ha inflado una burbuja gigantesca es en las bolsas y monedas de los países emergentes, lo que ha afectado especialmente a Chile.
En las mismas series bursátiles referidas se aprecia la hipertrofia que afecta a esta última desde octubre del 2008, cuando el Banco Central adoptó medidas que facilitaron el ingreso masivo de capitales “golondrina.” Topó techo a fines del 2010, en un nivel que ¡doblaba el de los mercados emergentes y cuadruplicaba los mercados desarrollados!
El absurdo nivel alcanzado por la bolsa chilena se puede comprobar en la capitalización bursátil medida como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), desde 1990 hasta fines del 2010.
La capitalización bursátil de los países desarrollados ha oscilado entre un 60 por ciento del PIB en marzo del 2009 y un 130 por ciento del mismo en el punto más alto alcanzado una década antes, a fines de 1999. En los países emergentes se alcanzó un máximo de 130 por ciento del PIB en octubre del 2007, en el máximo inflamiento del burbujazo.
A fines del 2010 la bolsa chilena alcanzó un máximo de ¡214 por ciento del PIB!
Es decir, mientras las bolsas mundiales usualmente oscilan entra la mitad y una vez y media el PIB, la bolsa chilena alcanzó ¡el doble del PIB!
En base a estos antecedentes, estas notas vienen alertando desde hace meses acerca de la distorsión producida y su inevitable corrección. Un artículo de Peter Tasker en el Financial Times del 21 de junio llega exactamente a la misma conclusión y dice que “Chile constituye una categoría propia” en esta medición de obesidad, que según él es utilizada nada menos que por el legendario Warren Buffet. El propio Banco Central chileno alertó acerca de esta situación hace pocos meses.
La inevitable caída de la bolsa chilena será muy fea.
Ya ha perdido un quinto desde el máximo alcanzado a fines del 2010. Si en el marco de una “doble caída” mundial se redujera el nivel de 60 por ciento del PIB que todas las bolsas mundiales alcanzaron en marzo del 2009, ello significaría una caída a la tercera parte de su valor actual. Todo ello medido en Euros, es decir, parte de esta caída será absorbida por la devaluación del peso.
Esto afectará muy fuertemente los fondos de pensiones, que hoy mantienen una cuarta parte del total invertido en la bolsa chilena y más de la mitad en renta variable.
Las autoridades deberían proceder de inmediato a tomar medidas de protección de los mismos, trasladándolos a activos más seguros. Probablemente, como ha venido ocurriendo en las últimas semanas, muchas personas actuarán por su cuenta a este respecto, cambiándose al más conservador fondo E hasta que pase la crisis.
El precio del cobre probablemente bajará a niveles parecidos a los de mediados del 2008, es decir, asimismo una tercera parte de su precio actual.
Todo ello conformará una situación estrecha para la economía chilena, que felizmente podrá superar mediante un fuerte incremento del gasto público en políticas sociales, que harta falta que hace por lo demás.
Por otra parte, del mismo modo que sucedió tras la crisis de 1929, se producirá un giro en el modelo de desarrollo hacia afuera de las últimas décadas, hacia un modelo “hacia adentro de América Latina,” como lo ha bautizado Jacques Chonchol. Es decir, un giro mayor.
Todo lo anterior son los escenarios más probables, pero ciertamente en estas materias nada es seguro.
Los acontecimientos resultan de una enorme cantidad de fuerzas contradictorias cuya resultante en un momento dado puede apuntar en definitiva en cualquier dirección.
En los meses venideros puede ocurrir, por ejemplo, que una nueva inyección de liquidez por parte de la Reserva Federal infle todavía más la burbuja de materias primas. Sin embargo, ya se sabe lo que pasa inevitablemente después. La prudencia aconseja considerar el escenario descrito como de alta probabilidad.
Asimismo, las circunstancias descritas pueden precipitarse más temprano o más tarde. Entre una y otra posibilidad pueden transcurrir meses e incluso años.
Igual que en el cuento del lobo.
¿Cómo estamos Willy?