La Selección Chilena de Fútbol está nuevamente ad portas de una participación internacional. La Copa América nos espera. Las entradas, los hoteles, los viajes están agotados. La Selección Chile sigue viva como sentimiento y como producto.
Los auspiciadores entienden que el genérico fútbol arrastra multitudes y apuestan por la Copa América.
Otras marcas, aprovechan el efecto lateral, se suben a esta fiebre y desarrollan promociones que tienen como ganchos más espectaculares las entradas al partido o los encuentros con jugadores y técnicos de la selección.
Entonces, hay que cuidar el fútbol. Este deporte es el deporte de Chile y nada hay que lo impida. Ni la crónica roja que achaca al fútbol y no a los delincuentes la violencia en los estadios. Ni la crítica discriminatoria que achaca a este deporte malas prácticas directivas y no a las personas que las ejercen.
El deporte fútbol es un buen deporte y sus seguidores son buenas personas. De otra forma no habría promociones que benefician a los que siguen o gustan de este deporte porque nadie quiere como clientes a los malos. No habría ligas aficionadas ni deporte escolar que lo practiquen.
Cuando se discute por las tremendas diferencias sociales que hay en nuestro país (“un latente polvorín”, dicen algunos) y se reclama por oportunidades concretas de movilidad social, el deporte fútbol permite que niños humildes dejen atrás sus días de hambre y miedo y encuentren el paraíso en la tierra.
Pero el paraíso en la tierra no es el Udinese de Alexis o el Bayer de Celia. Ni el Monterrey del Chupete o el Sevilla del Pitbull.
Cuándo no hay vivienda ni comida diaria, cuando hay hacinamiento y marginalidad, el paraíso está en el baño con agua caliente, la ración de alimentos diarios, el médico de cabecera, el viático para la locomoción y en otros servicios, básicos pero no por ello ausentes, que le entrega la rama cadetes de cualquier club de la ANFP a los miles de jóvenes que practican el fútbol federado.
El paraíso está en el digno empleo como futbolista profesional, en un país con un alto desempleo juvenil, que se encuentra incluso en la tercera división profesional. En el sueldo, siempre superior al ingreso mínimo al que la mayoría de los jóvenes futbolistas podrían aspirar en otras actividades.
El deporte fútbol tiene la vida profunda, generosa y permanente que suelen tener las actividades nobles que benefician a las personas buenas.
¡¡¡Cuidemos al fútbol, que el fútbol cuida a miles de jóvenes y familias chilenas!!!