Que la realidad supera a la ficción ya nadie o muy pocos lo ponen en duda. Basta leer estos días hasta donde fue capaz de llegar el todopoderoso señor Murdorch para vender sus pasquines y dejarnos con cara de póker con sus tremebundas e increíbles triquiñuelas.
Traigo a colación tanta impudicia y asquerosas maniobras mercantiles de un magnate, que hasta ayer era amigo de connotados hombres públicos de medio mundo, para relatar unos hechos de otra índole y que también parecen más propios de una teleserie de tercera categoría, o incluso de una película de terror, que de la vida misma.
Se trata de una red operada mayoritariamente por médicos y monjas que se dedicó en España a robar durante cuarenta años a recién nacidos para su posterior venta.
Esta siniestra empresa que involucra a reconocidas clínicas, a la Iglesia y a la justicia actuó en la más absoluta impunidad desde 1950 a 1990. Recién ahora, por presión de los afectados- los niños que fueron robados, las familias engañadas y quienes los adoptaron- se ha decidido desempolvar este negocio lucrativo, inmoral y a todas luces delictivo.
Cuando se gestó esta red de traficantes de recién nacidos, los vencedores de la guerra civil, con Francisco Franco a la cabeza, imponían su ley.
La Iglesia era guardiana de la moral cristiana y vigilaba para que no fuera mancillada ni menoscabada. Pero, ya se sabe, la carne es débil.
Y en esa España polvorienta, somnolienta aún por los años de conflicto, los pecados había que ocultarlos. De ahí surgieron las almas piadosas que acogieron a las jóvenes solteras embarazadas para brindarles su apoyo en tan difícil trance.
Se cuenta ahora que fue muy activa en esos menesteres una rica dama de Bilbao, muy bien conectada con el régimen y con la jerarquía eclesiástica, que logró abrir varios pisos en la ciudad vasca para acoger a las descarriadas.
Las más afortunadas, por su condición de proceder de lo que se entendía o entiende como “buena familia”, llevaban su encierro con aburrimiento y deseosas de dar a luz y regresar a sus hogares.
Otras, las más pobres, debían desempeñar el doble papel de embarazada y de sirvienta de las otras inquilinas.
Según ha contado una de las protagonistas de ese encierro pre natal, las religiosas que se encargaban de vigilar a las jóvenes las adoctrinaban para que entregaran sus hijos en adopción. A las más reacias se optaba por decirles que su hijo había nacido muerto. Ahora se sabe que lo bebés, literalmente arrancados de su seno, eran entregados por dinero a familias de diferentes regiones españolas.
Con el paso de los años, parece que la moral se distendió más de lo que se debía ya que en Madrid, Andalucía, Valencia y otras regiones y ciudades las redes de médicos, enfermeras y religiosas multiplicaron la actividad de apoderarse por las malas de los niños recién nacidos.
Y lo que raya en el esperpento es que no solo fueron víctimas de los robos las jóvenes solteras sino también mujeres casadas, de familia de clase media, de hogares bien constituidos.
Varias afectadas por esta trama coinciden en que tras dar a luz vieron a sus hijos en perfecto estado y que posteriormente se les dijo que habían fallecido. Ante la incredulidad manifestada, se le mostraba un bebe que aseguran parecía congelado y con apariencia de haber nacido hace meses. También se cuentan varios casos de mellizos que fueron separados. A las madres se les aseguraba que uno había muerto y asunto cerrado.
El reencuentro de algunos de ellos ahora adultos ha sido destacado estos días por los medios de comunicación españoles y no han faltado los programas de televisión que se han recreado en estos casos para dramatizar más de la cuenta.
La justicia española ha abierto una investigación a fondo y ya existe una lista con nombres de clínicas, enfermeras, religiosas y personas que en algún momento intervinieron en esta red de traficantes.
El fiscal general de la Nación, Cándido Conde-Pulido, que reconoce importantes dificultades técnicos -jurídicas para investigar, tiene en sus manos 849 casos de posibles casos de niños robados en toda España y confirma que la trama dejó sus huellas en algunos lugares concretos de la península.
La Asociación Española de Afectados por Adopciones Irregulares -ADIR-calcula que los niños arrebatados a sus padres pueden ser miles y que las ganancias obtenidas por esta red de traficantes suman muchos millones.
Hoy se estima en dos millones los adoptados en España. ¿Cuantos de ellos lo fueron por procedimientos nada transparentes?