El retroceso de los socialistas españoles en las recientes elecciones municipales y autonómicas ha acaparado las portadas de los medios de comunicación y ha dejado en la sombra un hecho sin precedentes en el país. Una persona transexual ha sido elegida para ocupar un escaño en el Parlamento de la Comunidad Autónoma de Madrid.
Carla Delgado Gómez, de nombre artístico Carla Antonelli, añade a su reconocida trayectoria de actriz de cine, teatro y televisión y de activista en la lucha por los derechos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales la condición de parlamentaria en representación del Partido Socialista Obrero Español.Su incursión en la política activa no ha sido fácil.
Hace unos años, dentro de las filas socialistas, a las que siempre ha estado vinculada, algunos no veían con buenos ojos su presencia y ponían reparos a su labor. Pero el tiempo todo lo cura y ahora se la respeta y se le escucha. En el bando contrario no ocurre lo mismo… El pasado febrero, cuando se supo que su nombre estaba en la lista de candidatos por iniciativa del líder socialista madrileño Tomás Gómez, desde la derecha más retrógrada le dedicaron insultos y burlas.
Un comentarista u opinólogo de los que se pasean por los platós de las televisiones se atrevió a decir en un programa que prefería a un candidato síndrome de Down a o a un enfermo de Sida antes que a “ese tal Antonelli”. La aludida, lejos de montar en cólera, manifestó sentirse honrada por ser comparada con personas que también merecen respeto y un lugar en la sociedad.
El escaso eco en los medios de comunicación de la elección de Carla Delgado o Carla Antonelli como diputada por decisión ciudadana podría significar que la condición sexual de una persona ha dejado de ser noticia en España.
En otras palabras, que ya se ha conseguido la plena aceptación social de lo “diferente”. Un objetivo por el que han batallado diversos colectivos y agrupaciones desde la desaparición del dictador Francisco Franco, en 1975.
Sin embargo, la realidad es muy diferente. El matrimonio de personas del mismo sexo legalizado por el gobierno de Rodríguez Zapatero ha sido sin duda una conquista importante de los activistas como Carla Antonelli ,pero no es la panacea.
Queda mucho camino por recorrer y de eso la parlamentaria transexual sabe mejor que nadie por experiencia propia. La tarea no es fácil. En el Parlamento o Asamblea de Madrid los socialistas han sido derrotados una vez más y condenados a ser oposición frente a la mayoría conservadora. Que sus propuestas sean aprobadas es remota o imposible. No obstante este obstáculo ella promete dar guerra y no dar un paso atrás en su empeño por conseguir que se reconozcan los derechos de las minorías. Estos son algunos de los objetivos que se ha impuesto:
La ley integral de transexualidad en contra de la discriminación, poner en marcha programas en las escuelas que incidan en la tolerancia y en la erradicación de comportamientos homófobos; declarar la fiesta del Orgullo Gay como actividad de interés de bien cultural porque es el acontecimiento anual que aporta más visitantes y dinero a Madrid. Se trata en definitiva de planteamientos que abarcan lo cultural, lo social, la enseñanza y la salud, entre otros.
La ahora diputada de Madrid tiene también retos personales por cumplir. El primero será mirar a la cara a la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre, y a los parlamentarios del conservador Partido Popular para darles este mensaje. “Aquí estoy. He llegado y no me voy a ir. La democracia me ha permitido ocupar este lugar por el que he luchado a brazo partido desde los años setenta, cuando ser homosexual, transexual o lesbiana en España era un delito que se castigaba con la cárcel y donde se nos negaba trabajar e incluso estudiar.”
Llegado a este punto Carla Antonelli se refiere a Chile. Al impedimento que se pone a los jóvenes transexuales para cursar estudios en liceos o institutos. Son estas situaciones las que motivan a Carla Antonelli para seguir su tarea en España o donde sea necesario.
Recuerda que ha sido gracias a la democracia que ella ha tenido la. posibilidad de estudiar, perfeccionarse, realizarse como persona y llegar a ser elegida para ejercer un cargo político.
“Eso es lo hermoso de la democracia .Otorga derechos y obligaciones para todos, aunque algunos se apropien de los derechos y olviden sus obligaciones”, ironiza.
Carla Antonelli reconoce, sin embargo, que todavía hay personas que piensan que una transexual como ella no debería estar en la Asamblea de Madrid y que desearían verla excluida, perseguida y encarcelada como ocurría hasta que se eliminó la llamada Ley de Peligrosidad Social promulgada durante el franquismo para encarcelar a vagos y maleantes pero que sirvió para perseguir, encarcelar y torturar a homosexuales.
La ahora parlamentaria por la Comunidad de Madrid es conocida en América Latina por su participación en encuentros internacionales donde ha difundido el arduo y persistente trabajo que se ha desarrollado en España en cuanto a derechos de gays, lesbianas y transexuales.
Carla estuvo hace unos años en Chile donde, para sorpresa de muchos, fue invitada a programas de radio y televisión de máxima audiencia. Un reconocimiento o privilegio para una transexual en un país donde aún la intolerancia, la burla, el chiste fácil, se ensaña con los “diferentes”. (Me remito al penoso espectáculo de ciertos “humoristas” en el pasado Festival de la Canción, o de lo que sea, de Viña del Mar).
La ahora diputada autonómica por Madrid sabe desenvolverse allí donde se le invita para hablar de los derechos de las minorías sexuales. Los escenarios más conspicuos no le son ajenos. En México intervino como activista LGBT en la Cámara de Diputados y dictó una conferencia en la Universidad de Mérida, en el estado de Yucatán. También fue invitada a Venezuela por diversas organizaciones. Y allí donde va siempre se produce la misma situación.
Su presencia sin artificios se impone, a la vez que echa por tierra los estereotipos que existen sobre los transexuales. Su discurso, su modo de llegar a quienes la escuchan, confirman su condición de activista por una causa que le exige tiempo y dedicación plena.
También juega a su favor para encandilar a la audiencia su condición de actriz, a la que no son ajenas las comedias, el drama ni los clásicos. Un dato a tener en cuenta: Ella fue La Orifea en la obra Lísístrata, de Aristófanes, representada con éxito el año pasado en el festival de Mérida, en Extremadura.A ella ni los grandes escenarios la intimidan.
La ahora diputada Carla Antonelli confiesa que tiene muy presente el consejo que le dieron sus padres cuando aún vivía con ellos en su Canarias natal: “Tener siempre los pies en la tierra y la cabeza sobre los hombros. No despegar ni flotar demasiado en el aire porque al final te idiotizas. Los halagos y los parabienes en su justa medida y tiempo porque hay que continuar con la realidad donde todos somos iguales. A nadie hay que mirar por sobre los hombros. Lo que uno no admite a los demás no se puedo consentir consigo misma.”