Muchos de lo que ya peinamos canas (o ni siquiera eso) recordamos las tardes de cine de los domingos cuando proyectaban para nuestro regocijo infantil películas del oeste en las que los vaqueros blancos se enfrentaban a los indios con caras repintadas. El final ya se sabía. Los cowboys triunfaban y los nativos regresaban a sus reductos con la cola entre las piernas.
Esos malos de la América profunda que nos ofrecía Hollywood – primero en blanco y negro y después en Technicolor y hasta en cinemaScoope -, compartían el panel de enemigos del sistema con coreanos y japoneses. Ya se sabe. La invasión amarilla un peligro serio y había que mantenerse alerta. Los negros- ahora llamados afroamericanos- aparecían en las pantallas de tapadillo y en papeles que no entorpecían la trama. Eran casi invisibles y mejor no tocar.
En esta lista de enemigos pre-fabricados en los estudios de las afueras de Los Ángeles, California, otro grupo étnico se impondría para quedarse. Los árabes. Su presencia en las películas fue imprescindible como paradigma de la maldad en todas sus variantes. Los productores dieron carta blanca a los guionistas para que se ocuparan de dotar a estos exóticos morunos de cejas espesas y con todos los gestos y actitudes imaginables para ser odiados por el público de todas las latitudes.
Los árabes son los malos de las películas de Hollywood desde tiempos cinematográficos remotos. Aunque en las primeras cintas que existen sobre ellos eran sobre todo ridiculizados. Y así, con el paso de los años se fueron creando estereotipos que hasta hoy perduran. Se les presentan como tiranos, tribales, ladinos, serviles si están en condiciones de inferioridad y promiscuos.
En el marco del octavo festival de Documentales celebrado estos días en Madrid, se dedicó una sección especial a Palestina y al cine que ha producido estos últimos años a pesar de las dificultades múltiples que afectan a los 5 millones de personas que habitan en su territorio o que se han visto obligados a desplazarse por motivos de sobra conocidos.
Paralelamente a la proyección de películas que tratan de la supervivencia de los palestinos se proyectaron cinco producciones que inciden en los estereotipos árabes en el cine occidental. Destaco de esta interesante muestra el documental “Reel Bad Arabs, como Hollywood demoniza a un pueblo”, del director estadounidense Sut Jally. Basado en el libro homónimo de Jack Shaheen, este documental disecciona el papel desempeñado por la industria del cine en promover el lado negativo del árabe. Protagonizado por el propio profesor universitario Shaheen, se muestran ejemplos de películas, desde el cine mudo al actual, donde se trata a los árabes con ensañamiento y premeditada alevosía.
“El jeque” y “El hijo del jeque”, ambas protagonizadas por el latin lover Rodolfo Valentino, son puestos de ejemplos de representación negativa de los árabes.
La “mala fama “sin embargo comenzó mucho antes. Una película rodada en 1897, “Fátima Dances”, imagina un harem en la que mujeres mueven voluptuosamente sus caderas para deleite de unos exageradamente libidinosos varones.
Con los años, Hollywood se recreó en los multimillonarios árabes, a los que ridiculiza sin reparos. En algunos casos los presenta como estúpidos y traidores. En los años setenta, debido a la crisis del petróleo, este estereotipo de los árabes se disparó. Se cita a modo de ejemplo “El padre de la novia” segunda parte. Otro modelo de ensañamiento es un producto que teóricamente va dirigido al público infantil:” Aladino”. Allí se define al lugar donde habitan los árabes como tierra de tiranos, de bárbaros, donde se castiga con la muerte al que no acata determinadas normas. ¡Si Walt Disney levantara la cabeza!
Quien sale peor parado en esta recreación que hace Hollywood de lo árabe son los palestinos. La tan sobre valorada película EXODO marca, de acuerdo al documental de Sut Jhally, el punto de partida de la demonización de un pueblo. Se citan títulos de películas y se insertan fragmentos de producciones donde los palestinos son representados como terroristas atroces. Incluso, donde una niña inválida se convierte por obra y gracia de los guionistas en una asesina sin escrúpulos.
Se trata, según el documental “Reel Arab…”, de Sut Jhally, de películas que han sido producidas con apoyo de la Secretaría de Defensa. La película “Normas de intervención “, con guión del que fuera secretario de Marina, James Webb, se lleva los honores como producto anti-palestino sin miramientos…
Sin embargo, hay también películas que anuncian tiempos mejores para los árabes. Syriana es una de ellas.
Hoy, cuando lo políticamente correcto se impone en medio mundo, es difícil de entender que los estereotipos árabes no desaparezcan de las producciones made in Hollywood. ¿No será ésta una de las claves para comprender el anti americanismo que se acrecienta en ciertas regiones del mundo? ¿O de la incapacidad de los estadounidenses para diferenciar lo árabe, o el islamismo, del terrorismo?