“Vivimos una época que promueve los sueños tecnológicos más delirantes, pero no quieren mantener los servicios públicos más necesarios”. (Slavoj Zizek)
En el contexto de la más grave crisis (económica, política y social, la “triple crisis” de la que habla nuestro conocido Alain Touraine), que duda cabe, ha vivido España en su historia reciente, arrancaron las importantísimas elecciones autonómicas y municipales del 22 M (en clave de primarias). Para muestra un botón, más de cuatro millones de desempleados que representan algo así como el 20,7 % de su población activa.
Dos importantes noticias pusieron la guinda a este catastrófico pastel: el inexorable derrumbe del PSOE. Según el último informe del “Centro de Investigaciones Sociológicas” (CIS) -el serio organismo de sondeos públicos adscrito al Ministerio de Presidencia- perdería sus principales feudos y donde gana, el PP acorta distancias. La segunda noticia es el pronunciamiento del Tribunal Constitucional a favor de la manoseada participación de “Bilbu” (la izquierda “abertzale”, entorno de ETA) en elecciones tras ocho años de ausencia en las urnas.
Los dos grandes partidos (PP y PSOE) enfrentan el proceso electoral, con sus vilipendiados líderes nacionales, Zapatero y Rajoy-ambos han sufrido una rotunda desaprobación y sufren la desconfianza de la mayoría de la población, sobre el 80%, durante todo el presente mandato- en primera fila y al pie del cañón, para “nacionalizar”, majaderamente, el combate político municipal en circunstancias que este tiene nítidamente un tinte local. Una democracia centrada en la TV.
Echan mano a cuanto dispositivo y táctica poseen a su alcance, con una retórica populista y grandilocuente -a ratos vacuos- y estériles, dirigida al insulto y a la descalificación en la gran mayoría de las veces. Un derroches de recursos que no tiene desperdicio. En fin, mucho marketing y publicidad ; estrategia, menos; ideas y proyecto ;cero. Repulsivo.
El debate se ha centrado, principalmente, en el zarandeado estado de bienestar. Zapatero (PSOE) defiende la exigua obra de su gobierno en este sentido señalando “que pese a la crisis este es el momento de la historia de España con una protección social más alta”.
Mientras que por su parte, Rajoy (PP), al contra ataque, cínicamente, ha dicho que “este gobierno es el gobierno que le ha hecho el mayor recorte a las políticas sociales de la historia de la democracia española”, en circunstancias que hace tan solo unos meses atrás, develaba parte de su programa de gobierno con un extravagante paquete de recortes (recetado por el capitalismo financiero global) que sobrepasaba, con largueza, los “tijeretazos” ya emprendidos por Cameron -su colega inglés- en Gran Bretaña.
Eventualmente este “garrotazo” está destinado claramente al desmantelamiento del incipiente estado de bienestar español. En realidad, ¿¡faltaría más!?
Pues lo cierto -demagogia aparte- es que España está a la cola de los países de Europa (el país UE-15) en materia de “inversión social” y “bienestar” de la ciudadanía, un lastre dictatorial que en más de treinta años de democracia los partidos políticos –las mismas fuerzas en disputa- inexcusablemente no han querido, no han sabido o no han podido resolver. El “subdesarrollo social” de España es una verdadera vergüenza nacional.
La defensa que hace Zapatero de su malogrado e “impopular” (nunca mejor dicho) gobierno, dice relación con uno exiguo avance que esbozo tímidamente –como señala el lúcido y longevo profesor catalán Vicenç Navarro- en materia de inversión social y que hace exactamente un año borró con el codo o con buena parte de su lánguida y exánime humanidad, pues -a instancias de los mercados, la Casa Blanca y los socios europeos- literalmente, se sentó en ellos, por decirlo más o menos de modo elegante o políticamente correcto.
Con un giro “copernicano” en su política económica, dio “carpetazo” inescrupulosamente a sus medidas estrellas, bajó el sueldo a los funcionarios públicos, congeló las pensiones, subió dos puntos el IVA, realizó recortes millonarios a los presupuestos de infraestructuras, fusionó /eliminó ministerios… O sea, hizo pagar la crisis a los de siempre… “¡A justos por pecadores!”.
¿Y en materia de “reforma fiscal”, qué? Nada, habida consideración de que la evasión fiscal en España -que constituye otro escándalo nacional- significa, según cifras oficiales, unos 80.000 millones de euros ergo los 8.000 millones que representa el “impopular” garrotazo de Zapatero. Tan solo “sumando la economía sumergida y el fraude fiscal de las grandes empresas y el de las grandes fortunas”, como se encarga de recordarnos el díscolo economista y profesor, también catalán, Arcadi Oliveres. ¡Sin comentarios!