Los 300 millones de estadounidenses viven horas cruciales, por la disputa económica-política entre el gobierno de Obama y los republicanos, en el Congreso.
La idea del presidente es conseguir un acuerdo de largo plazo para elevar el techo de la deuda, complementado con una disminución del déficit.
Los conservadores de la oposición quieren un recorte drástico del 50% en el gasto y no les importa que se resientan los programas sociales y de salud, con tal de “sanear” en el corto plazo una economía, que entró en crisis a manos de los grandes especuladores de las finanzas y la banca.
Las claves: Los demócratas abogan por una fuerte reducción del gasto militar, aumentar los impuestos, fin a los subsidios petroleros y que la gente más rica no use artimañas para pagar menos impuestos.
La derecha republicana dice no a los impuestos, porque atenta contra el crecimiento económico y aumentará la carga sobre los empleadores.
Obama argumenta que la posición republicana es poco seria, porque no se le pide nada a los más ricos.
Como se trata de una de las economías más grandes del mundo, es probable que de no alcanzarse un acuerdo en las próximas horas, la cesación de pagos tendrá efectos en todo el mundo.
Por de pronto el economista Eduardo Engel, con quien conversamos en El Diario de Cooperativa, ha dicho que de ocurrir el fenómeno, Chile se vería amenazado en su crecimiento, el consumo y la bolsa (léase: platas de la jubilación).
Aunque el ministro de hacienda se muestre confiado, hay que seguir al minuto la decisión de Estados Unidos.
La historia reciente nos muestra que “cuando llueve…”