A juzgar por los comentarios que uno escucha a diario, la cosa no estuvo buena el 2015.No queremos lo mismo para el año que viene.
Atrás quedaron los optimistas, para dar paso a un pesimismo desenfrenado, que recorrió la espina dorsal del país prácticamente desde el inicio mismo del merecido descanso veraniego de la Presidenta.
Un gran nubarrón empaña toda su labor, es más su hijo le sigue penando hasta hoy día con sus desafortunadas declaraciones, causándoles problemas familiares y políticos insalvables, que no le permiten repuntar en las encuestas, haga lo que haga.
La opinión pública se da cuenta de este hecho deplorable. Podrán perdonarla en su condición de madre, jamás como Jefa de Estado.
La derecha acorralada por su complicidad en el financiamiento ilegítimo de las campañas políticas, se aprovecha y con razón, de este agujero negro que se incrustó en la Moneda desde el primer día del gobierno de la Nueva Mayoría, aunque ellos tienen un enorme tejado de vidrio.
Como si esto fuera poco, nos levantábamos, todas las mañanas escuchando un nuevo escándalo de corrupción, que nos mantenía absorto durante todo el día. La apuesta era cual institución estatal o privada, caería antes del anochecer. El obscuro manto de culpabilidad lo cubrió todo.
Nadie absolutamente nadie, estaba fuera de sospecha, la confianza en el otro simplemente desapareció, lo triste quizás para siempre. La mañida frase “dejen que las instituciones funcionen” termino siendo un chiste de mal gusto. La incredulidad nos volvió escépticos.
Adquirieron un rol preponderante la Fiscalía Nacional, los Tribunales de Justicia, el CDE, el SII, y los organismos especializados de la Policía, e Investigaciones, que formalizaban a diario a conspicuos políticos y empresarios. Simplemente la política se judicializó.
Era un ir y venir, a los tribunales, a una casta de familias poderosas que parecían intocables, pero que al fin caían, por su propio peso. La delación compensada, más parecía una traición entre ellos mismo, permitiendo a los persecutores conformar una serie de delitos y abusos al margen de la ley, que para cualquier ciudadano a pie, significa años de cárcel, sin atenuante alguno.
A los que mejor les fue, sin duda, a las grandes oficinas de abogados, que tuvieron trabajo en exceso y muy bien remunerado, esperamos que no les paguen con “boletas ideológicamente falsas” y cancelen sus respectivos impuestos.
Los otros los “lobistas” esa nueva profesión, que sirve para lavar la imagen de los tramposos que engañan al pueblo, con su poder político asociado al poder empresarial, no pararon durante todo el año de ganar plata con sus nuevos acaudalados clientes.
Desde la Plaza de Armas, grita un fanático religioso, todas las mañanas, entre la cordura y la locura, ¡Sálvese quien pueda! ¡Que la ira de Dios caerá sobre todos! Especialmente los malandrines que descaradamente usan y abusan de los débiles, sin escrúpulo alguno. La hora final llegó, el juicio divino de la historia cae cual espada de Damocles, para poner coto a tanta depravada inmoralidad.
Cruzar al Nuevo Año, en forma irreflexiva, sin hacer un indispensable mea culpa, sería más de lo mismo, no habríamos aprendido nada de nuestros errores. Pedimos perdón de corazón, a los pueblos originarios, a las mujeres maltratadas, a los empobrecidos por reiteradas injusticias, a la naturaleza depredada, a las y los trabajadores por sus bajos salarios, a los niños y jóvenes por los distintos ultrajes cometidos contra ellos, a las minorías sexuales, en fin a la sociedad entera.
Perdón por eso y mucho más.
Les deseo de corazón a chilenos y chilenas, un Año Nuevo, todos unidos podemos cambiar el rumbo. Los pusilánimes jamás forman parte de la historia.
Al votar en las próximas elecciones, el voto será de repudio a las malas prácticas. Así seremos libres y viviremos con la conciencia limpia. Aunque huelge decirlo la Esperanza es lo último que se pierde.