30 nov 2015

El amor es más fuerte

Frente al conflicto que se ha producido con el llamado Estado Islámico que partiendo en Siria ha escalado a toda Europa, uno se pregunta qué está pasando en pleno siglo XXI que estemos llegando a este nivel de confrontación gestada por un movimiento radical de inspiración religiosa.

Sabemos también que estas confrontaciones son las que alcanzan una mayor dimensión cuando estos fundamentalismos religiosos entran en acción ya que quienes luchan están dispuestos a dar su vida ya que a cambio recibirán el premio de la gloria. Es cierto que en la historia estos radicalismos religiosos han generado una barbarie que ha tenido distintos protagonistas, basta mirar las cruzadas para constatar sus graves consecuencias.

Pero la pregunta que todo el mundo se hace es ¿cómo se puede justificar  matar a inocentes como una acción querida o bendecida por Alá? Sorprende, cuando el Islam predica el amor al prójimo como base sustancial del sentido mismo de la salvación, de la felicidad y plenitud humana, al igual que las otras religiones monoteístas, cristianismo y judaísmo.

En efecto, el Amor como la gran fuerza divina, expresión misma de Dios, es el punto de encuentro de estas tres religiones. Para el Islam está claramente señalado en el Corán el sentido y el valor de este amor al prójimo: “Y adorad a Al-lah y no asociéis nada a Él y mostrad bondad a los padres, a los parientes, a los huérfanos y necesitados, al vecino afín, a vosotros y al extraño, al compañero que está a vuestro lado, al viajero y a los que poseéis con vuestras diestras. En verdad Al-lah no ama a los orgullosos ni a los jactanciosos”. (Cap.4:37)“Que por amor a Dios alimentan al menesteroso, al huérfano y al cautivo, (diciendo), ciertamente, os alimentamos por amor a Dios; no os exigimos recompensa ni gratitud” .(76: 8-9)

Para el cristianismo, el amor al prójimo como a uno mismo es la base misma de la fe. Ese es el principio inspirador y rector de toda su doctrina. Nada absolutamente nada se explica fuera de ello.Jesús pone de relieve la posición específica del amor al prójimo respecto a los otros preceptos (Mt 22,40: Mc 12,31). Es clara su doctrina y se manifiesta más explícitamente en las bienaventuranzas, el centro de la predicación de Jesús. (Mt 5,3-12)

Si Cristo recoge, con nuevas características, la doctrina sobre el amor formulada de varias maneras en el Antiguo Testamento (Lv 19,18; Dt 6.5), para el pueblo judío es por lo mismo una parte sustancial de su fe: “Amar a tu prójimo significa amarlo de corazón, con palabras y con hechos, y apartar toda mala idea sobre él. El Creador es el ideal supremo del mundo y creó al hombre a su imagen, o sea con la posibilidad de imitarle. Al igual que Él es piadoso, debes tu ser piadoso. Del mismo modo que él mantiene al menesteroso y viste al desnudo, así debes tu hacer. Las personas más desdichadas son el huérfano, la viuda y el extranjero, pues su alma está abatida, y tenemos un deber especial en el judaísmo de expresarles nuestro interés y amor. (“Guía para la práctica del judaísmo” del Rav Nissim Beharz”l)

Pero, estas religiones que aglutinan a más de 3 mil millones de la población mundial, con las culturas que inspiran, se han mantenido en permanente conflicto. Este gran contrasentido de, por una parte predicar el amor al prójimo y por otra estar en permanente lucha entre sí, muestra al mundo una permanente inconsecuencia.Lo que ahonda esta paradoja es que las tres religiones señalan que no vale de nada solo manifestar su fé si ésta no se expresa realmente en obras de amor.

Parece un gran absurdo, una expresión más de la contradicción humana cuando constatamos permanentemente que la mayor felicidad está en el amor, y lo experimentamos naturalmente en la familia. Sin embargo, en los hechos, esa felicidad la buscamos por caminos muy distintos: en el egoísmo, la lucha por el poder,el odio, la venganza, la soberbia, la falta de respeto, el engaño, la mentira, la codicia. Aún cuando todos hemos experimentado, de alguna manera, que este camino solo lleva a la infelicidad.

Cada religión tiene su explicación para este fenómeno, sin embargo muchas veces esta justificación solo agrava la falta.

La grave crisis actual entre Israel y Palestina y Europa con el llamado Estado Islámico es quizás una oportunidad para revisarnos. Por una parte los Estados muchas veces han segregado, marginado y violentado a migrantes que provienen de naciones con formas de vida distintas. Tanto judíos como musulmanes lo han experimentado en occidente. Hay otros que profitan de estos conflictos con su industria bélica y por lo mismo uno no sabe si apagan los incendios con agua o con gasolina.

Pero esto no pasa solo por la mirada de quienes gobiernan, sino por la conducta de vida de cada uno de quienes habitamos esta tierra y en particular los países en conflicto. Los cambios profundos se generan solo de adentro hacia afuera. Nada cambiará en una sociedad si nosotros no asumimos otras formas de vida y por lo mismo generamos una nueva cultura.

Nosotros los chilenos no podemos sentirnos ajenos. Estamos cayendo en lo mismo cuando vemos conductas violentas, cuando experimentamos agresividad, cuando se encuba el odio y el rencor, cuando se generan conductas totalitarias de amigos y enemigos, cuando queremos imponer nuestras ideas cueste lo que cueste sin respeto por la opinión de otros, cuando segregamos a los migrantes, cuando construimos una sociedad desigual, cuando abusamos del poder en todas sus formas, cuando privilegiamos y defendemos nuestros derechos y olvidamos nuestros deberes y también los derechos de los otros.

En fin  usted puede agregar todo lo que falta. Así no haremos nunca un Chile mejor y sobre todo más feliz

Los chilenos vivimos la experiencia de la TELETON y constatamos como en esas 24 horas de amor, nos unimos y nos entregamos a una gran obra, siendo un país mucho mejor, llenando nuestro corazón de alegría, de gratitud y de entrega por los discapacitados que allí son atendidos. Se dice incluso que en este día disminuyen los delitos. Esa corta experiencia nos muestra que ese espíritu debe invadir la conducta permanente de nuestra sociedad.

El que en definitiva este desamor, que conlleva infelicidad, sea en alguna medida el que gobierna a los pueblos que profesamos estas tres religiones,nos obliga a revisarnos profundamente. Si el amor es la gran fuerza de Dios y por eso es más fuerte y en definitiva nos entrega una verdadera felicidad es hora entonces que hagamos una seria inflexión en este caminar.

Ahora respuestas pueden haber muchas, actitudes solo una…amar.

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