Hoy discutimos en Chile una ley de aborto y queremos dejar de manifiesto la vocación de la democracia cristiana desde sus principios que nos mueven e inspiran para proponer a Chile una mirada profunda sobre la vida.
Somos herederos de una doctrina nacida hace más de 70 años de historia de Chile con la Falange Nacional y a más de 50 años de la Democracia Cristiana. Nuestras raíces se fundan como respuesta a las corrientes socialistas marxista e individualistas conservadoras que corrían en el siglo XIX, inspirados por el mensaje evangélico del amor al prójimo. Somos un partido personalista, que nos obliga a respetar la vida desde la fecundación hasta la muerte natural. Todos nuestros esfuerzos y acciones deben considerar al ser humano como el fin.
Detrás de esta definición surgen varias responsabilidades asociadas, por ser un partido que además tiene una convicción de poder, comprendiéndolo, con llevar sus principios a la práctica pública y el desarrollo del país.
La mirada del aborto sería sesgada si se mira al niño como un elemento único a considerar en este tema. La madre merece de nuestro reconocimiento, las mujeres necesitan de nuestro acompañamiento y compromiso social. El Estado y la Sociedad debemos ser responsables de llevar adelante este embarazo, por protección a ella y al niño que está por nacer.
En la actualidad y es correcto, en caso de enfermedad grave que ponga en peligro la vida de la madre embarazada, el médico debe intervenir para salvar la vida de la madre y ello no es aborto si lamentablemente se produce la muerte del feto.
La acción política de la Democracia Cristiana desde su fundación declara ser comunitarita, “comunidad es una común unidad de afectos, objetivos, tareas y valores compartidos”. Un Partido con aquella visión, no puede participar en una temática tan relevante con respuestas nacidas de una convicción personal. Debemos respetar nuestros principios a los cuales todos los militantes hemos adherido de manera voluntaria.
Por respeto a los cientos de militantes que hoy conforman nuestro partido, nuestros representantes deben estar convencidos que actuar en comunidad no significa coartar la libertad de nadie, sino que respetar los acuerdos que definimos como centrales para construir el país, por respeto a la sociedad. Se trata de una coherencia entre lo que decimos proponer para construir Chile y como llevamos nuestras prácticas para alcanzarlo, sencilla convicción de fuerza comunitaria.
Nos hemos caracterizado por la defensa de los Derechos Humanos siempre y en todo lugar.La Convención Americana de Derechos Humanos declara que “toda persona tiene derecho a que se respete su vida” señalando que “estará protegido por ley, a partir del momento de la concepción”. Y como somos personas llevamos adelante nuestros valores en pensamiento y acción, tenemos esperanza que al momento de la votación, nuestros parlamentarios democratacristianos tengan presente estas reflexiones por sentido de responsabilidad y coherencia.
Tenemos la convicción y confianza en tantos camaradas alrededor de Chile para que nuestra discusión sea producto de una convicción doctrinal y de principios por los cuales estamos y somos parte de nuestro partido. “Nadie es mas grande que el Partido” declaró Radomiro Tomic.
Co autor del artículo,Víctor Ramírez, Presidente de la JDC de Peñalolén. Coordinador de la Pastoral Juvenil Parroquia San Roque, de la misma comuna.