Hace 100 años nació en Nacimiento, Bernardo Leighton Guzmán, abogado, expresión de bondad y amistad, líder, demócrata cristiano, Diputado, Vicepresidente de Chile y máxima expresión de la justicia social y ejemplo de una juventud auténticamente revolucionaria.
Lo conocí hace ya muchísimos años, tantos que ya son más los chilenos que no supieron de él, que los que tuvimos la felicidad de tratarlo y aprender sus enseñanzas.
De él aprendimos que la bondad no es debilidad sino fortaleza moral.
De él aprendimos que la violencia verbal sí es una derrota frente a argumentos sensatos y moderados.
Él nos enseñó que ante la fuerza bruta y la mansedumbre serena, esta última triunfa y convence en la vieja batalla de la Universidad de Salamanca cuando Millan Astray le dijo a Unamuno: “Viva la muerte, muera la inteligencia” y éste le contestó “Venceréis pero no convenceréis”.
Sereno en la derrota humilde en el triunfo, de juicio rápido pero análisis profundos, serio ante la gravedad de un asunto, tenía un humor cristalino y blanco y con anécdotas que han pasado a la historia. Amigo de sus amigos, hasta la máxima expresión de la lealtad y jamás una palabra de odio a sus adversarios.
Bernardo fue un líder y un conductor político, sin individualismo perturbador.
Pudo tener todos los cargos que quisiera y jamás aceptó. La Falange Nacional y luego la Democracia Cristiana crecieron impregnadas de una visión ética que nunca traicionó la ética del trabajo y del compromiso adquirido, fue su fuerza moral para ser respetado que hasta hoy reco
En estas líneas expresamos nuestra admiración por el hombre que fue el paradigma de la bondad y al mismo tiempo nos deja quien fuera su antítesis en la política: toda fuerza, rudeza, muerte u odio.
Los destinos del Señor son inconmensurables y los recibirá en el espacio que su Reino ya les tiene reservado.
Bernardo fue Demócrata Cristiano, pero perteneció al corazón de los chilenos. Fue un faro intelectual, pero su corazón latió siempre con los trabajadores.