Durante el cónclave del oficialismo la Presidenta hizo dos intervenciones, la inaugural y la final. En la primera, instala las bases políticas e ideológicas de la NM, las condiciones políticas que hacen posible esa unidad, la necesidad de hacer cambios y evalúa lo realizado; en la segunda, puso énfasis en el reforzamiento del compromiso con las reformas y en la re-definición de la Agenda para el segundo tiempo en términos de los plazos y las prioridades.
Al analizar las primeras declaraciones de los asistentes –gobierno, partidos, parlamentarios- y las definiciones del cónclave se observa que el segundo tiempo no sólo tiene más continuidad con las “reformas estructurales” que estaban en cuestión desde la “tesis de la inflexión”, sino también dan cuenta del triunfo político de los puristas al interior de la NM.
Efectivamente, el cónclave abre otra fase política, una nueva hoja de ruta para el segundo tiempo del gobierno. Sin bien, estos cambios se comienzan a configurar con el gabinete de mayo –reforzado con el paso de Eyzaguirre al equipo político- y con las tesis del “realismo sin renuncia”, lo que ocurre en el cónclave no sólo despeja dudas y abre incógnitas -¿letra chica?-, sino también da cuenta que el punto de inflexión que generó incertidumbre por largas semanas no tuvo la profundidad que unos temían y otros esperaban.
Como afirma la Presidenta este giro táctico tiene como objetivo “definir las materias que van a concentrar nuestros esfuerzos en lo que hemos denominado el segundo tiempo del gobierno”. Se trata, de “darle prioridad a algunas iniciativas para garantizar que se hagan realidad… específicamente… proyectos fundamentales para nuestros compatriotas y su bienestar y que –además- dejen bases sólidas para un desarrollo integral de nuestros país”.
La nueva hoja de ruta no es una renuncia al programa. Al contrario, es una reformulación del mismo en función de un contexto complejo en lo político y en lo económico. Es más, se incorporan nuevas demandas. Se trata, según las palabras de la propia presidenta de “tareas y plazos realistas” que apuntan a consolidar “los compromisos que asumimos ante la ciudadanía al inicio de este gobierno” y de integrar “las demandas actuales que la inquietan”. De este modo, se busca “cumplir responsablemente con el compromiso” de avanzar hacia una “sociedad más equitativa, cohesionada y desarrollada”.
¿Cuáles son los pilares programáticos de esta nueva hoja de ruta?
La agenda programática se articula en torno a ocho ejes: educación, salud, seguridad ciudadana, relaciones laborales, inversiones, nueva Constitución, descentralización y probidad.
En lo grueso, se observa que hay continuidad con el compromiso de las “reformas estructurales” dentro de las cuáles la reforma educacional es la prioridad. En esa línea se va seguir con el proyecto de Desarrollo Profesional Docente y se va continuar con el proyecto que crea el Servicio Nacional de Educación Pública y en septiembre con el proyecto de financiamiento de la educación superior que avanzará de manera gradual hacia el 100% de la gratuidad: “la idea es que año tras año avancemos hacia la gratuidad universal”.
Esta polémica iniciativa consta de dos momentos: la presentación del proyecto de Ley de la Educación Superior y de la incorporación a la Ley de Presupuesto para el 2016 de recursos que hagan posible comenzar con la gratuidad desde el próximo año.
En el ámbito de la salud se construirán 20 hospitales, “un número importante” de centros de atención primaria, se aumentará el número de especialistas y se disminuirán las “listas de espera quirúrgica” con la meta de que entre agosto y diciembre se realicen 19.000 intervenciones. En la misma dirección, se va fortalecerel Fondo de medicamentos y el Fondo de Farmacia para enfermedades “más frecuentes y de más alto costo”.
En seguridad ciudadana se va seguir con la tramitación de la agenda corta, se va poner énfasis en evitar el robo a “personas, viviendas y vehículos, que es lo que más preocupa a los ciudadanos” y se va “consolidar un esquema de persecución penal inteligente”.
En las relaciones laborales se va seguir avanzando en su modernización; sobre todo, en lo que respecta al “derecho a huelga efectivo,” es decir, sin reemplazo. No obstante, teniendo cuidado en que la normativa no perjudique “el empleo, el crecimiento y el emprendimiento”. En el plano económico se va crear el Fondo de Infraestructura y se va iniciar “un diálogo técnico con todos los sectores para simplificar la aplicación de la Reforma Tributaria”.
En el plano político de la Nueva Constitución se confirma el inicio del proceso constituyente en septiembre. En un primer momento habr un período de “educación cívica constitucional” en el que se explique a la ciudadanía “¿qué es una constitución, en qué nos afecta… y porque es necesario cambiarla. Y luego, daremos inicio… unos meses después, el proceso participativo y de diálogo en el que todos podremos intervenir”.
Finalmente, en el plano de la descentralización se “aspira” el próximo año a tener elecciones de Intendentes y de realizar las elecciones municipales “bajo un nuevo marco de probidad y transparencia… con un Servel autónomo y con atribuciones”.
Los efectos políticos del cónclave.
La principal consecuencia es que se despejan dudas y se instala en pleno una nueva etapa en la gestión y conducción del gobierno. En segundo lugar, la Nueva Mayoría logra fortalecer la unidad política de propósitos –por lo menos, a corto plazo- en torno al programa y al liderazgo de Bachelet: “sé que cuento con la lealtad y respaldo de las fuerzas políticas de la Nueva Mayoría”.
En tercer lugar, hay una confirmación y compromiso con el programa. Al interior del oficialismo han triunfado, por ahora, los puristas-reformistas y se instalan condiciones para la proyección del conglomerado más allá de este gobierno en la perspectiva de continuar con los cambios orientados hacia una sociedad más inclusiva.
Pero, no todo son cuentas alegres. La distancia con la política continúa y la Presidenta no logra recuperar apoyos. La gradualidad –con incertidumbre incluida- se ha instalado y los proyectos en trámite y los que van a ingresar al parlamento seguirán sacando chispas y la “letra chica” generando dudas.
El tema de fondo desde el cuál surgen todas las dificultades es que la “era de las reformas” está cambiando el rostro del capitalismo chileno a manos de los “demócratas progresistas”.Por ello, la conducción política del gobierno requiere alta precisión y coordinación.
Y, a su vez, sus apoyos políticos y sociales requieren altos niveles de lealtad, unidad y disciplina. Ambos, no deben olvidar que los intereses en juego,“los obstáculos”, diría la Presidenta, son muchos y poderosos.