Al calor del debate en torno a la priorización de las reformas sociales contenidas en el Programa presidencial, algunos diputados, han señalado que abordar la desmunicipalización de la enseñanza, ya no sería posible en el tiempo que queda del actual Gobierno.
Vale la pena analizar y resolver con sentido de urgencia este tema. No para poner en duda que las reformas estructurales no se pueden tratar todas de una sola vez y que su propia viabilidad requiere de una adecuada priorización que permita sostenerlas a largo plazo.
El criterio de la imposibilidad de una simultaneidad en las reformas ya no admite réplica, sino que además, el propio momento que vive el país, exige saber por dónde avanzar para fortalecer la tarea gubernamental y frenar el populismo que promete arreglarlo todo y no resuelve nada, acentuando con ello la crisis de confianza que afecta la legitimidad del sistema político.
En ese contexto, postergar el estudio, debate y el proceso legislativo que, finalmente, permita fortalecer la Educación Pública, reemplazando la actual desmunicipalización por un sistema nacional de Educación, sería una decisión altamente discutible. Llego a esa conclusión por varias razones.
La principal razón es que la reforma educacional, es el corazón de las reformas dirigidas a la disminución de la desigualdad y ella no sería entendible sin iniciar la tarea con vistas a rehacer el sistema nacional de Enseñanza, descentralizado en la gestión, que fuera capaz de frenar la completa desarticulación por la que atraviesa el actual sistema municipalizado.
Como resultado de la fragmentación, los estudios más serios que se han realizado, indican que allí está la causa primordial de la segregación que castiga, con una educación muy por debajo de la que Chile puede entregar, a los sectores más vulnerables.
En consecuencia, la equidad pasa por el reemplazo de lo deficiente que hoy existe, que no es otra cosa, que superar el actual sistema de enseñanza atomizado e incoherente, por uno nuevo integrado y participativo, un sistema mixto, cuya centralidad se ubique en la educación pública.
Tal como lo fue el medio litro de leche para el gobierno del Presidente Allende, la reforma educacional se Levantará como el sello de identidad de la Presidencia de Bachelet y una pieza esencial de su construcción es el término de la municipalización de la enseñanza que segregó y atomizó la Educación chilena, para avanzar en su recomposición de acuerdo a la tradición chilena y las necesidades del país.
Por eso, esta pieza esencial de las reformas estructurales debe seguir estando en las prioridades de los desafíos planteados para este periodo presidencial.