“Quiero ser muy clara: no hay espacio hoy en Chile para que las empresas financien a los partidos políticos”, señaló la Presidenta Bachelet en medio de la polémica por la indicación de Comisión de la Constitución de la Cámara de diputados que busca permitir aportes de empresas a partidos políticos por un máximo de 500 UF, una clara señal que el tema preocupa al Gobierno.
Y como no ser así, si aun es común escuchar que el “financiamiento irregular de la política no es tan grave”, “que siempre se ha hecho” y que “todos sabían que se hacía…”; si no ¿cómo se iban a financiar las campañas?” Muchos se escudan diciendo, “es que la ley actual es mala”, así que no queda otra forma que hacerlo ilegal.
Las empresas no deberían tener ninguna tendencia política. Es verdad que muchas compañías “tienen dueños o accionistas controladores”, sobre todo en Chile donde muchas nacieron como empresas familiares ligadas a algún partido político, pero la mayoría de las veces son sociedades anónimas, con lo cual entran otro tipo de accionistas minoritarios, en algunos casos, como Penta y en otros casos como SQM, accionistas extranjeros, las AFP, y cualquier persona que desee comprar una acción en la bolsa.
Con el financiamiento de la política se hace una especie de apuesta, se paga o ayuda antes de que la persona sea funcionario público, por lo tanto, no se está pidiendo un “favor” directamente. Pero, ¿qué tan independiente son los políticos que saben que recibieron este favor?
Para ejemplificar claramente lo que ocurre los invito a ver la serie Scandal, en la que el Presidente de Estados Unidos y el equipo que trabajó con él en su proceso de elección apoyado por un gran empresario, una vez que ocupan altos cargos dentro del sistema (jueza, jefe gabinete, Primera Dama, etc.) se ven supeditados a permitir que el “empresario” se pasee y haga lo que quiera en la Casa Blanca. Y no le pueden decir nada…obviamente es ficción, pero más cercana a la realidad local de lo que imaginamos.
El financiamiento de la política, indudablemente genera favores políticos, que son un agradecimiento al aporte económico de las personas, lo que crea una clase política ignorante y determinada por los intereses que representa, lo que termina generando partidos ineficaces que responden a intereses económicos, por lo tanto se entra en un círculo vicioso del que es muy difícil salir.
Al estudiar la relación entre índices de corrupción y financiamiento de la política están tremendamente ligados; así es como ha empezado todo en nuestros países vecinos donde los empresarios han llegado a manejar diversas esferas de los Gobiernos locales.
En Chile todavía estamos a tiempo, pero hay que actuar ya. Sobre todo creando conciencia en lo grave que puede llegar a ser financiar la política, más allá de crear un marco legal impositivo.