La Presidenta de la Nación trata de convencer, en un almuerzo, al entrenador de la Selección Nacional de fútbol que se quede en Chile. Ella argumenta, supongo que entre otras cosas, que se construirán dependencias ad-hoc y con mejores instalaciones de las que existentes en el complejo de “Juan Pinto Durán” para la práctica de este deporte.
Sobre esto quisiera hacer algunas reflexiones.
Si bien el fútbol ofrece a la ciudadanía cierto tipo de sentimiento colectivo, sobre el cual no podemos sino sentir alegría o pena por los resultados obtenidos en los campeonatos en los que nuestra selección participa, no es menos cierto que este deporte actualmente funciona con los cánones de gran empresa en todos sus ámbitos y por lo mismo los valores se mezclan de manera que se desvirtúan totalmente los deportivos y se exacerban los chauvinistas.
Sobre esto, hemos llegado a tales niveles de idiotez que se cambian las prioridades en aras al apoyo de los mentados gladiadoresrepresentantes de la Patria (las marchas estudiantiles de los jueves se cambiaron para el miércoles porque el jueves jugaba la selección).
En primer lugar, no puede la autoridad ofrecer instalaciones para la práctica de un negocio por rentable que este sea en materias económicas y/o sociales. Esos dineros debieran ser destinados a la construcción y financiamiento de la actividad deportiva que no es negocio, como las que hoy en día son practicadas por innumerables deportistas que ganan sendas medallas en los Juegos Panamericanos en Canadá, que no cuentan con apoyo alguno, o al menos éste es muy menor en todo ámbito, es decir financiero, de cobertura periodística y social.
Por otra parte, los seleccionados del fútbol ganan sueldos astronómicos en sus respectivos equipos, se les perdona todo incluso las borracheras, son ídolos juveniles y de vejestorios, y cuando ganan algo (esta es la primera vez) se les vanagloria como héroes, se usan sus nombres para calles, estadios, etc., y no se considera que ellos lo único que han hecho es hacer bien su trabajo.Trabajo por el cual son muy bien remunerados por sus empleadores primigenios (pues participar en la selección nacional de fútbol es un pitutito extra).
Dicho lo anterior, propongo que los sueldos de los seleccionados sean destinados al financiamiento de las otras actividades deportivas de alto nivel (o sea que los jugadores de la selección nacional de fútbol trabajen gratis por su país, pues sus sueldos están asegurados en sus equipos correspondientes).
Que los jugadores de la selección de sean eliminados del equipo cuando borrachos revienten un automóvil de lujo (u otra situación similar), que se les reconozcan sus logros cuando estos sean de real importancia (no como lo del mundial que por sólo haber pasado a segunda ronda se les elevó a la calidad de héroes), y que al entrenador no se le paguen honorarios superiores al sueldo de un ministro de Estado.
Algunos nos imaginamos cuánto se pudo haber construido con los sueldos entregados a los jugadores de la Selección, considerando que el único galardón obtenido ha sido bajo la estrategia de un extranjero y en la lotería de los penales. La pucha.
En suma, espero que el ofrecimiento de la Presidenta haya sido un comentario de buena crianza y que el Estado, bajo la administración de los gobiernos que sean destinen los recursos deportivos al deporte y no al negocio, pues los reyes, magos, niños maravillas y perros de distintas razas son circunstanciales como lo fueron la duplas za-sa y otras, y que finalmente no son sino los representantes de nuestro país en un concierto mundial donde el deporte no es lo importante sino el negocio.
Dicho sea de paso y a propósito de la importancia de los destinos de dineros para el deporte y la cultura, un destemplado relator de canal 13 evidenciaba sus preferencias al relatar el gol del penal de Alexis Sánchez, cuando agitadamente gritaba que “yo no vibro con la ópera ni la música clásica sino con el gol de Alexis”; a la vuelta de los comerciales, la empresa de telecomunicaciones Entel brindaba una emotiva propaganda futbolera para vender sus productos usando el aria “Nesum Dorma” de la ópera Turandot de G. Puccinni.
¿O sea?
Al deporte lo que se merece y al negocio lo suyo. Parafraseando al hijo del carpintero de Belén. Al César lo que es del César y al fútbol lo que es del negocio pues.