Aunque ya muy pocas personas siguen discutiendo sobre la autonomía del Banco Central, me permito recordar que en 1989, me pidió mi partido el PDC un extenso informe sobre la ley que Pinochet había hecho aprobar en la Junta Militar y que creaba un Banco Central autónomo.
En esa oportunidad, con la ayuda de don Carlos Massad, elaboré un informe en que manifestaba mis reparos a la forma en que se establecía su autonomía y especialmente lo que ocurriría en casos de conflicto entre la autoridad de Hacienda y el Banco Central. Algunos de esos problemas ya se han presentado en estos 25 años, especialmente en la crisis asiática.
Durante la dictadura el Banco Central no fue autónomo de manera que para algunas personas fue un gran adelanto que el Banco Central no dependiera directamente de la autoridad económica como ocurre en muchos países.
La razón para celebrar aquello era la misma que avivaba el modelo que se había impuesto desde el gobierno militar, pero que respecto de los gobiernos democráticos se agregaba ahora que la autoridad monetaria respondería a sus propias reglas y ellas no fueron otras que el banco, si bien era autónomo,no podía intervenir en materias distintas a las específicas que le entrega su ley orgánica y que tienen que ver principalmente con la regulación de los medios de pago, la tasa de interés y el valor de las divisas.
El presidente del Banco Central interviniendo en representación del mismo ante el Congreso para dar cuenta del estado de la política monetaria, hizo pronósticos sobre el crecimiento muy negativo y nos informó que el PIB potencial del país era menor al que se creía.
Junto a lo anterior señaló que los cambios estructurales que estaba sufriendo la economía afectaban la confianza y que ello podía estar siendo una causa del bajo crecimiento económico. Señaló que en todo el mundo se hace necesario efectuar reformas y que habiéndose revertido el ciclo de las materias primas que fue muy positivo en los últimos años para Chile, se hacía urgente abordar falencias para revertir esa situación y que ellas estarían en el capital humano (educación), el tema energético y la flexibilidad laboral entre otros.
Cuando el Banco Central comienza a entregar estas recetas a mi juicio está fuera de marco legal y ni siquiera a nivel coloquial es aceptable que comience a entregar recetas que no son de su competencia.
Es lamentable que se siga hablando por altas autoridades de capital humano para referirse en forma economicista a un tema que tiene que ver con el desarrollo de las personas y resulta complejo que se hable de flexibilidad laboral cuando ella ha sido una bandera de la derecha para establecer mecanismos que debiliten los derechos de los trabajadores, sin expresar con claridad que la flexibilidad laboral debe ser eventualmente incorporada en beneficio del trabajador y como parte acotada de sus derechos laborales y en consuno con su empleador y no una mera imposición a la parte más débil en la relación laboral.
Sin embargo, hecha esta crítica lo que más nos llamó la atención es la ausencia en el discurso de toda referencia a la concentración económica en los mercados y en general de la concentración del derecho de propiedad.
Sin duda que no referirse a este aspecto es soslayar una cuestión estructural, que por temor al poder económico, no se ha tratado en 25 años.
Chile tiene los mercados más concentrados de mundo y el poder que ejercen los dueños de los paquetes accionarios controladores sobre los mercados afectan a todos los consumidores y agotada su capacidad de productividad plena por diversas razones los grupos económicos ya no son la locomotora que puede tirar hacia adelante el desarrollo del país.
A falta de aquello se han dedicado en muchos casos a establecer nexos perversos con la política para asegurarse posiciones de privilegio que corresponden a pretéritas granjerías económicas, de aquellas que se conocieron en Chile cuando cualquiera actividad económica dependía del Estado.
Que el Banco Central no se refiera a esta materia, que de acuerdo al análisis que estamos realizando, afectan la productividad como algunos ya han escrito, es una falencia estructural de su discurso y si se desean, entregar recetas en el ámbito educacional, energético y laboral resulta muy poco edificante que nada se diga en materia de concentración económica y su perverso efecto en los mercados en la desigualdad y en la estabilidad de la República.
Así el Banco Central se sale de su rol para avivar un discurso agotado y de corte neoliberal.