La canción oficial de la Copa América 2015, por el grupo Noche de Brujas, ha recibido varias críticas negativas. También me di el trabajo de escucharla, pero no quisiera sumarme a las críticas porque lo primero que pensé tras sus últimas notas fue ¿por qué? ¿Por qué un tema que abarca tantas emociones humanas no ha podido ser captado por este y otros músicos locales?
La respuesta está (en nuestra humilde opinión) en que se comete un error al creer que las canciones de fútbol hablen solo de euforia (el tema que nos ocupa utiliza repetidas veces la palabra “fiesta”). Generalmente ésta, la euforia, se queda en los gritos vacíos de barrabravas o hinchas del asado y poco tiene que ver con la pasión. El fanático que vocifera ya sea desde su living contra el plasma de veinte mil pulgadas comprado en veinte mil cuotas o desde la galería del estadio, y que en cuanto el equipo que apoya queda dos goles abajo se pone a pifiar, apaga la tele o se va reclamando del estadio, quizá sabe un poco de fútbol pero poco de pasión.
Porque pasión no es gritar como poseso.También es sufrir. Como dijo el escritor argentino Eduardo Sacheri, uno no es hincha de un equipo hasta que llora por el.Y las buenas canciones sobre el fútbol tienen que ver, sí, con la euforia y el triunfo, pero también con la pena por viejas glorias inalcanzables, la saudade de un título perdido injustamente hace décadas o derrotas que no se pueden borrar.
Es por eso que la canción de Noche de Brujas, el tema de Shakira para Sudáfrica 2010 o el de Ricky Martin para Francia 1998 son olvidados rápidamente. Apuntan solamente a una parte de lo que son los sentimientos por el fútbol. Podrán decirnos que son himnos compuestos para un evento específico, pero “Un Verano Italiano”, el himno para Italia 1990 nos demuestra lo contrario.
Se puede hacer un himno bonito: ‘Y el mundo en una pelea de colores/ y el viento acaricia las banderas/ llega un escalofrío y te arrastra/y se desata en una abrazo la alegría. // Noches mágicas/ siguiendo un gol/ bajo el cielo/ de un verano italiano’.
Quizá el único tema fiestero-eufórico-barrabravero que ha trascendido ha sido “Santa Maradona” de Manu Chao, pero en realidad es una canción cuya letra se burla de los energúmenos futboleros y políticos que usan al fútbol para sus negocios, lavado de imagen y distracción de las masas. ‘Santa Maradona ruega por nosotros’ dice el estribillo.
Chile ha entregado muy poco en cuanto a la esquiva y escasa relación del fútbol con la música, debido en gran parte al olímpico desprecio que muchos de nuestros artistas profesan por todo lo que huela a sánguche de pernil y micro llena. El tema “Chileno de Corazón” no pasa de ser un cántico de barrabrava y “Vamos Chile”, de Alberto Plaza, carece hasta de euforia. Y mejor olvidar la marcha militar “Chile Busca el Gol”, para el mundial de 1982.
El ejemplo más digno sería “El Crack”, de Los Miserables. ‘Sueños de niñez/ pichangas de barrio/ cara sucia/ sudor y barro’ dice su estribillo. Nada de gritos triunfalistas o fiestas deportivas. Detrás, pero más por un tema histórico-patrimonial vendría “El Rock del Mundial”, una canción simpática y que tuvo la suerte de estar en el lugar y momento adecuado. Pero a nadie se le ocurriría bailar rocanrol tras un gol de Chile.
‘En un picado cualquiera/ mi alma se echa a rodar,/ este es el juego que siento y no pienso parar/ yo pongo el cuerpo hasta el final/ en una cancha o en un bar…’ Cantan, del otro lado de la cordillera, los Bersuit Vergarabat en “Toco y Me Voy”.
Como en muchas otras cosas, hay que empinarse a mirar hacia el Atlántico para encontrar reflexiones interesantes al respecto. ‘Vamo’, vamo’ arriba la celeste, /vamo’ la de ayer y la de hoy/ vamo’ los championes de los pibes/ los botines del ’50/ rocanrol y bandoneón’ nos dice el uruguayo Jaime Roos en el emocionante “Cuando Juega Uruguay”.
Este cantante ha dedicado otro par de miradas muy interesantes a la temática del fútbol: ‘Allá en el viento te están buscando/ y en una de esas anunciaran/ qué jugador seguirá en el campo/ aunque sus alas no quieran más’ vaticina en “Tal Vez Cheché”, dedicada al club Fénix de Montevideo.
‘Por la forma de pararse/ en el medio de la cancha/ de matarla con el pecho/ de volar hasta la raya/ no se sabe con qué pie/se les va a ir otra vez/ con una moña fugaz/ o sirviendo una pared. // Por la forma de pararla/ de apretarla contra el piso/ levantando la cabeza/ ganando el pique cortito/ no se sabe con qué pie/los desbordará otra vez/ al zaguero lateral/ a mis ojos que no creen. // Como quiebra la cintura y la razón/ se acomoda en el aire, pájaro/ para pintar ese gol al domingo’. Esta es parte de “Al Fondo de la Red”, del también uruguayo Mario Ubal, el tema más bello que he escuchado sobre el deporte que nos ocupa, paradójicamente de ritmo muy pausado y muy melódico. Pero ciento por ciento fútbol.
En “O Futebol”, de Chico Buarque, el autor compara la perfección de las obras de arte con las jugadas del fútbol, y dice que desearía tener la belleza de ‘Um chute a gol/ com precisão/ de flecha e folha seca’. Esto también con un bossa muy tranquilo, sin echar mano a las batucadas tan propias de su país.
Porque no es necesaria la estridencia, las imitaciones de plástico de un haka neozelandés ni repetir cuarenta veces las palabras “fútbol”, “fiesta” o “gol” para lograr reflejar lo que es este deporte: una metáfora de la vida (Camus) o la vida una metáfora del fútbol (Passolini).
Si bien los temas reseñados acá no son como para corear en un estadio, tienen una aproximación más valiosa y trascendente, si se permite la expresión, al tema del fútbol. Tan trascendente como un gol en una final o el llanto tras una derrota épica.