Con toda razón, la Fundación Pablo Neruda ha hecho circular una declaración pública para denunciar un hecho que requiere de la atención de todos los chilenos que tenemos el corazón bien puesto y de todas aquellas personas para quienes la cultura tiene alguna importancia.
Ocurre que uno de nuestros dos escritores que han sido merecedores del Premio Nobel, el poeta Pablo Neruda, después de morir en septiembre de 1973 en circunstancias que aun no se han podido esclarecer totalmente, fue sepultado en un nicho cualquiera del Cementerio General, donde permaneció por más de veinte años antes de ser llevado al lugar donde él dejó dicho, frente al mar en su querida Isla Negra.
Compañeros, enterradme en Isla Negra,
frente al mar que conozco, a cada área rugosa
de piedras y de olas que mis ojos perdidos
no volverán a ver.
Luego, cuando las sospechas de que en su muerte habría participado la DINA se hicieron más creíbles, el juez Mario Carroza, encargado de investigar lo ocurrido, dictó una orden de exhumación de sus restos, lo que fue realizado por la PDI el 8 de abril del año 2013.
El propósito de la exhumación fue investigar científicamente la presencia de alguna sustancia venenosa que pudiera explicar el rápido deterioro físico que experimentó Neruda luego de que se le aplicara una inyección de dudosa prescripción. Varias muestras de los restos de Neruda fueron enviadas a diferentes laboratorios tanto nacionales como extranjeros, sin que la opinión pública haya sido informada de cuáles son estos laboratorios y desde entonces no se tiene noticia del paradero de los restos de Neruda, situación que, a todas luces, no parece ser normal.
Transcurridos más de dos años desde la exhumación practicada por orden judicial, parece ser ya tiempo suficiente como para tener un resultado oficial, contundente y definitivo. También es hora de que retorne a la sepultura de Isla Negra lo que queda de los restos mortales del poeta para que reposen junto a los de su esposa Matilde, tal como fue su expreso deseo.
Abrid junto a mí el hueco de la que amo, y
un día
dejadla que otra vez me acompañe
en la tierra.
Causa indignación que se le dé “el pago de Chile” a un hombre que puso tan en alto el nombre de nuestra patria y que actuó tan humanitariamente para salvar la vida de más de dos mil refugiados españoles que se encontraban recluidos en campos de concentración franceses, embarcándolos en el ya legendario “Winnipeg”, inmigrantes que tantos beneficios aportaron y siguen aportando a Chile en la cultura, la industria y el comercio.
Va siendo hora de que se pronuncie el Poder Judicial.