¿Qué es la economía social? En nuestro esfuerzo por difundir este tema, que hemos reactivado en el gobierno de la Presidenta Bachelet, muchas veces surge la pregunta. Este sector de la economía aparece poco en los medios, aporta menos del 2% del PIB, pero llena la vida de casi 4 millones de chilenos.
Entendemos la economía social como el modelo de negocio cuyo fin último no es la rentabilidad, sino la resolución de un problema o una necesidad. Y agrupamos dentro de este concepto a las empresas cooperativas, las empresas B, las redes de comercio justo y las asociaciones gremiales.
Basta revisar un poco la historia para reconocer el éxito de las cooperativas en los años 50, que tradujo en un aporte al desarrollo económico del país con significativos avances en electrificación rural, vivienda, agricultura, comercio, agua potable, ahorro y crédito, entre otras. Hasta los 70, estas empresas –que dan el nombre a esta radio- siguieron conformando un sector relevante para en la dictadura sufrir un deceso importante debido a la persecución política. Pero nunca desaparecieron.
Hoy, en rigor hace un año, desde la Subsecretaría de Economía y Empresas de Menor Tamaño, nos hemos propuesto reposicionar y fomentar a las cooperativas y a su sector, la economía social. Porque creemos firmemente que tenemos que devolverle el lugar que se merece a este modelo que reivindica el valor de la persona sobre el capital, prioriza la humanidad para alcanzar objetivos de bien común y encontrar soluciones.
Recientemente, en una visita que hizo a nuestro país, el Vice Presidente del Consejo Mundial de Cooperativas de Ahorro y Crédito (WOCCU ) Mark Cifuentes, con quien tuve la suerte de reunirme, describió asertivamente el modelo de economía social como un modelo con corazón, como el que “tienen las madres al interior de sus familias, un sistema donde no se busca el bien propio sino del conjunto de la familia, el bienestar de todos”.
Esta descripción grafica bien la razón por la que esta economía ha ganado adhesión a nivel internacional: cien millones de personas trabajan actualmente vinculadas a un sistema más humano y democrático. A nivel de empresas, 10 por ciento de las empresas europeas están relacionadas con este modelo. En Latinoamérica, el desarrollo no se ha quedado atrás. ¿El resultado? Un impacto directo en la calidad de vida y en parte de las sociedades, que persiguen un mundo más humanizado.
Esto no significa que no valoremos el mercado ni el aporte que diariamente hacen en el país y en el mundo, las pequeñas, medianas y grandes empresas tradicionales. Pero la economía social tiene beneficios y principios admirables, que le harían muy bien al sistema tradicional.
Aquí me permito destacar un aspecto notable: el género. Aunque todavía falta por avanzar en las instancias directivas, para las empresas de la economía social, por ejemplo, para las cooperativas, las mujeres han tenido siempre voz y voto. Porque la no discriminación forma parte de los principios que las rigen.
Por todas estas virtudes, y porque sabemos del impacto que tienen las empresas sociales en gente de escasos recursos, muchas de regiones, nos hemos propuesto el desafío de fomentar la economía social. Para eso, hemos presentado un Plan de Acción 2015-2018, consensuado con el Consejo Público-Privado, en que participan actores del sector cooperativo, de las empresas B, asociaciones gremiales, redes de comercio justo; del ministerio de la Mujer; de los servicios dependientes del ministerio de Economía: Corfo y Sercotec, entre otros. Con 28 medidas concretas y recursos que bordean los US$ 20 millones (fondos de diversos sectores públicos), queremos impulsar y visibilizar este modelo.
El propósito final es que la economía social se encadene mejor al desarrollo productivo del país, que muchos más se entusiasmen con sus beneficios y que cada vez más personas sepan responder la pregunta ¿qué es la economía social?