01 may 2015

1 de mayo

Hoy, en todo el mundo, cientos de miles de trabajadores marcharán. Marcharán reclamando derechos; marcharán  demandando lo básico; marcharán expresando su derecho a opinar sobre el rumbo de sus naciones; marcharán –algunos-sabiendo que se exponen a la represión.

Otros se quedarán en sus hogares sintiendo que toda lucha es inútil, que nada cambiará, que la historia tristemente se seguirá repitiendo, porque en la historia de la humanidad son pocos los episodios que hablan de decencia, de respeto a la persona, del trabajo como forma digna de construir sociedad.

¿Y qué pasa aquí en Chile? Bueno, también algunos miles marcharán, divididos entre quienes opinan que todo sigue igual y los otros que aplauden los avances que podrían lograrse de  ser aprobado el proyecto de ley que modifica algunos aspectos del código del trabajo de José Piñera.

Luego, probablemente, habrá mucha información sobre los incidentes, los detenidos, algo de los discursos y algunas entrevistas, pero el lunes todo eso habrá pasado al olvido. Quedará sólo lo relacionado con la tramitación del proyecto, un proyecto con avances pero -como todo en Chile desde el fin de la dictadura militar-diseñado en la medida de lo posible.

Ello será así por los siglos de los siglos, mientras siga operando la bien aceitada máquina de los poderes fácticos, repartidos entre los grandes empresarios, los dueños de medios de comunicación y los muy bien pagados “funcionarios políticos”.

Por mucho tiempo nos mentimos pensando en que la mayoría de los culpables estaban allá, al otro lado, en la derecha; por mucho tiempo nos negamos a creer, nos hicimos los ciegos a la idea de que la codicia y la vileza estaba también instaladas en nuestro lado.

Hoy sabemos fehaciente y tristementeque el contagio está extendido y ha hecho carne en la ex Concertación, hoy NM. Ante los escándalos presentes nadie puede argumentar ignorancia; claramente nos mataron la inocencia.

¿Puede el mundo del trabajo tener esperanza de que los cambios propuestos avancen tal como fueron diseñados, o que se incluyan indicaciones que mejoren su posición frente al empleador? A la luz de los hechos poco y nada.

Apenas se insinúa la posibilidad de tocar algún interés empresarial o de dar alguna protección a los trabajadores –verdaderos esclavos sin grilletes- se levantan los poderosos para amenazar con la desestabilización del sistema, término de las inversiones, debacle total… ¿Por qué será que para ellos cualquier cambio significa un apocalipsis?

Oscuro e irrelevante 1 de mayo en Chile. Como testigo directa de los 1 de mayo bajo dictadura, puedo decir fehacientemente que antes -en medio del miedo y del dolor- había esperanza, había sueños. Ahora sólo vivimos inspirados en seguir apoyados en las figuras amadas de madres, padres, hermanos, hijas, hijos. En este cuadro,¿qué podemos hacer para salir de esta sensación de frustración y de rabia? Mi respuesta es participar, copar todos los espacios, superar esta democracia seudo representativa que tenemos.

Participar es el verbo: en juntas de vecinos, centros de padres, agrupaciones culturales, deportivas, gremiales, sociales, sindicales. Quiero recordar en este último punto lo que decía el padre Hurtado “es muy difícil para los asalariados discutir las condiciones de su trabajo si cada uno individualmente ha de entenderse con el patrón o su representante. Para estar en un pie de menor desigualdad necesitan presentar colectivamente sus peticiones”.

Exigir respeto a nuestros derechos no es reclamar frente al televisor ni mascullar la rabia entre amigos o familiares; tampoco “tuitear o feisbuquear”; exigirlos significa asumir deberes. En este caso unirse en comunidad, prepararse, documentarse, argumentar, negociar.

Ahí está la madre del cordero. Unión, generosidad, solidaridad. Participar en nuestras organizaciones, participar en la elaboración de una constitución legítima, nacida del pueblo organizado, esa es nuestra única posibilidad. Participar, luchar y ¡triunfar!

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