En relación a los últimos, es decir los últimos conocidos, casos de políticos involucrados, al menos así se señala, en los tan presentes problemas de probidad, legitimidad y crisis de confianza que se han venido conociendo y profundizado con el transcurso de los días y las siempre nuevas noticias en relación a ello, quisiera aprovechar de detenerme en un aspecto que me parece algo dice de nosotros, los chilenos.
Ciertamente a raíz de lo anterior han surgido quienes han llamado a ver este asunto con algo de calma, lo que no significa restarle importancia. Pero, con preocupación, observo que lo más abunda son aquellos individuos, políticos, periodistas, cientistas políticos y otros más, que, en sentido figurado, se han instalado imitando el modo que caracteriza a los pastores; es decir, gritándoles a través de un megáfono a los políticos y empresarios supuestamente envueltos en los acontecimientos que ligan, justamente a la política y a la economía.
Les espetan sus horribles pecados a un volumen tal que no sólo el afectado puede escuchar, también lo hace el que está a metros de distancia, seguramente en la estrategia del pastor Soto, para que tal situación llegue a otros y que a tal coro puedan sumarse, amplificando significativamente, su histérico reclamo. Finalmente de lo que se trata es de darle cada vez más golpes, escupitajos y denunciar con más volumen al pecador.
Si continuamos con esta imagen, lo anterior debe concluir con alguna sentencia: asegurando un castigo divino sumamente severo por parte del pastor a quienes han pecado.
Se podría pensar en que hay un paso más, el de la propuesta de solución, sin embargo, el descontrol, es el que continúa primando: el infierno es lo que inexorablemente deben esperar tales pecadores.
El descontrol también se instala en la crítica y la falta de propuestas con las cuales deberían habernos colmado estos pastores de la política y sus pecados. Si miramos un programa de televisión que nos debiera ayudar a tener una versión algo más objetiva y darnos elementos con los cuales construir una visión propia, únicamente nos reitera el ego de al menos, algunos de sus integrantes.
El melenudo atribuyéndolo a “la raza chilena” y promoviendo la depresión.En la versión del conductor, seguramente con mucho café en su cuerpo y claramente hiperventilado increpando, interpelando a la Moneda, habitantes y visitantes frecuentes, lo que nos hace recordar al estudiante irreverente y ansioso de tribuna.
¿Propuestas razonables en todo este tiempo? Un par, a las que le falta desarrollo, tiempo para madurar, buscar los puntos de consenso.
Mientras esto último no ocurra, continuarán sumándose las propuestas histéricas e irracionales y, al final del día (expresión tan querida por todos los políticos en la actualidad) se perderán las propuestas, olvidadas y empujadas por otros tantos gritos del pastor Soto, los que no dejan pensar.