El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) es, como pocas, una institución cuya vocación regionalista es establecida por mandato legal. Su sede está en Valparaíso y el Art. 2 de la Ley N°19.891 dispone, como principio básico de dicha institución, “la búsqueda de un desarrollo cultural armónico y equitativo entre las regiones, provincias y comunas del país”, con especial énfasis en lo referente a la distribución de los recursos públicos destinados a la cultura.
Sin embargo, a casi 12 años de la creación del CNCA, la vocación descentralizadora y, sobre todo, el citado énfasis presupuestario, está en deuda. Tal como los hemos venido señalando desde hace un tiempo, existe una necesidad de descentralizar la cultura, en la que es prioritario abordar el desequilibrio presupuestario existente entre el nivel central y regional.
Si bien el CNCA ha sido dotado de un relevante aumento del presupuesto para el 2015, ello no se ha reflejado en un mayor presupuesto para las regiones distintas de la Metropolitana.
En efecto, a la hora de analizar los ámbitos que dan cuenta de este problema, hay dos que a todas luces urge solucionar. Uno es el relativo a las transferencias de recursos que se efectúan al sector privado y el otro la distribución de los fondos concursables.
Respecto de las transferencias, tal como lo denunciamos con motivo de la discusión del presupuesto para Cultura, el Parque Cultural Valparaíso es la única transferencia netamente regional a instituciones colaboradoras del sector privado, de un total de 13 que consagra el presupuesto del CNCA y de 6 transferencias que establece el presupuesto de la DIBAM.
Dicha situación, debe necesariamente modificarse para el presupuesto 2016, para que éste disponga los recursos y las condiciones necesarias que permitan contar con transferencias a instituciones privadas colaboradoras del sector público, en cada una de las regiones del país.
Por otra parte, tal como lo diagnosticó el Observatorio de Políticas Culturales, los resultados de la última convocatoria, lamentablemente continúan con una desigualdad territorial en la entrega de los fondos culturales, toda vez que, del total de recursos adjudicados, el 53% se concentra en la Región Metropolitana.
El citado estudio, da cuenta de una realidad dramática para las regiones. Al revisar el detalle territorial, descontando la Región de Valparaíso que se lleva un 12,7% de los recursos y la del Bío-Bío que se lleva un 6%, el resto de las doce regiones no supera el 4%, siendo las zonas del extremo norte del país (Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta) las más perjudicadas, al obtener cada una menos del 1,5% del total de recursos que se asignaron en la última convocatoria de fondos concursables.
Ahora bien, la desigualdad también se produce a nivel central, al reparar en que, del total de proyectos seleccionados de la Región Metropolitana, el 75%, pertenece a las cinco comunas del sector oriente de la capital (Las Condes, Vitacura, La Reina, Providencia y Ñuñoa), más la comuna de Santiago.
Nos mantendremos en el objetivo de lograr una real descentralización cultural para el país, de manera que el problema que señalamos, se traduzca en acciones concretas que lo aborden. En ese sentido, presentamos indicaciones al reciente presupuesto de Cultura, con el fin de establecer criterios o cuotas mínimas de asignación presupuestaria para proyectos de regiones distinta de la Metropolitana. Seguiremos insistiendo en ellas.
Sólo con una real y comprometida descentralización presupuestaria podremos abordar el desafío que el gobierno ha asumido de mejorar las condiciones de acceso e inclusión de los fondos de Cultura, así como también de avanzar en una verdadera regionalización cultural.
En caso contrario, seguiremos a la espera de una justicia distributiva también en este importante ámbito del desarrollo de un país.