El cambio de gabinete se esperaba –y se rumoreaba- hace tiempo y se pedía por muchos: desde los partidos de gobierno, desde los observadores de la política y desde la ciudadanía: se hacía necesario un ajuste en el equipo que acompaña al Presidente Piñera.
¿Se esperaba cualquier cambio? No, no cualquiera era suficiente. Este Gobierno enfrenta tiempos difíciles, a juzgar por las encuestas. Y se requería, más que técnicos, políticos experimentados para esta etapa.
La crisis de representatividad que muestran los sondeos de opinión pública dejan claro que el primer llamado a actuar sería del Gobierno.
Este puede conseguir revertir este complejo escenario por medio de tres cosas que parecen simples pero no lo son tanto: uno, preocuparse de la inflación, pero aquella que afecta “lo doméstico”: el pan, la leche, el supermercado, el Transantiago, todas esas variables que no se manejan desde el i-phone o sentado en el escritorio.
Lo segundo, complementario a lo anterior, es más calle y menos Twitter: más terreno, más participación con la gente, más política en terreno, ensuciando zapatos.
Y lo tercero, lineamientos políticos claros y ordenados: si hay algo que supo hacer la Concertación fue hacer política desde la Moneda.
Desde esa perspectiva, los nombres que el Presidente Piñera ha designado parecen correctos.
Longueira probablemente será el contrapunto adecuado del Ministro de Hacienda en el control de la inflación de los sectores medios y bajos.
Lavín y su conocimiento de políticas públicas exitosas podría revolucionar el nuevo Ministerio de Desarrollo Social directamente orientadas donde las encuestas muestran menor arraigo con el Gobierno.
Golborne en OOPP podrá cosechar las obras generadas y mostrarlas adecuadamente en forma comunicacional.
El Ministerio de Educación queda en buenas manos: sin dudas el Ministro Bulnes podrá cosechar el término del conflicto educacional, que ya viene en baja desde que el CRUCH acordó aceptar las propuestas oficialistas.
Justicia tendrá como resolver los desafíos del hacinamiento carcelario y de la modernización de la justicia, en especial la comunal y la civil.
Palabras aparte merece la vocería. Uno de los aspectos criticables era, precisamente, esta.
Pocos políticos en la centro-derecha tienen la habilidad de Andres Chadwick para explicar en simple lo complejo, sin perder la paciencia. Sin dudas son otros tiempos políticos, distintos a los que le correspondió desempeñar a Ena Von Baer, a quien le correspondió lidiar con una oposición dura y en ocasiones intransigente.
Sin dudas Chadwick podrá imprimir su ritmo y experiencia política, desmitificando lo de la “letra chica” y demás aparatos comunicacionales que la Oposición ha podido desempeñar como conceptos.
Este segundo tercio del Gobierno representa todo un desafío. Lidiar con una ciudadanía desencantada de los políticos siempre será, sin dudas, complejo. Casi tan difícil como rescatar mineros a 600 metros de profundidad.
Lo bueno, para la convivencia nacional, es que el Presidente Piñera demostró que puede hacer lo difícil sin que le importe demasiado los costos a pagar por ello.
Quienes lo conocen personalmente afirman que el “mejor Piñera” emerge frente a la adversidad. Esperemos que así ocurra.