Una solitaria madre sufre desconsolada, en una angustiada espera, esa espera sin sentido, sin esperanza, que vuelva su marido al que vio arrastrado por el agua y el barro, tratando de salvar a su hija amada.
Un hombre cualquiera anónimo , que remueve escombros lleno de lodo y fecas, donde minutos antes estaba su hogar, busca desesperado a su nieto , el regalón de la casa , que se lo llevo el maldito torrente, llora afligido, ese llanto de hombre rendido, viril pero impotente ante la furia de la naturaleza, de la cual los nortinos , no están ni preparados, menos protegidos.
Un perro hace guardia en lo que fue la casa humilde de sus dueños, que lo alimentaban y querían, porque los caninos saben cuando realmente sus protectores los aprecian, todo desapareció en un par de minutos. Nada queda del lugar apacible y tranquilo donde el quiltro cuidaba a los moradores, a cambio de las sobras, de una frugal comida.
Desgarradoras escenas hemos visto, aun no dimensionamos la catástrofe, que el Norte Grande, ha sufrido, las vidas humanas que es lo que más importa, porque lo material se recupera, aunque tarde un tiempo, los muertos y desaparecidos, no volverán jamás.
Las estadísticas son absolutamente contradictorias. La Onemi, da una cifra y los bomberos dan otra. Se desmienten, sin pensar en las consecuencias. Al fin y al cabo son datos para llenar las páginas de los noticieros, los fríos números no significarán nada para el dolor de los familiares desesperados por saber del paradero de los suyos para darles cristiana sepultura, si fuera el caso.
Respeto mucho el dolor ajeno. Me remito a lo oficial, aunque aquello está tan desprestigiado, que Dios mío ya nadie le cree, bueno pero eso es harina de otro costal, que en otro artículo se los prometo lo analizaremos, “caiga quien caiga”, como algunos han tratado de eximirse.
Hasta el momento 26 personas fallecidas. 85 desaparecidos. Damnificados 29.741. Casas destruidas 2071; viviendas con daños mayores cercanas a las 6.254. Esas son las cifras, que en la comodidad del living de tu casa nada te inmuta, salvo que exista un parentesco directo con algún amigo o amiga, tío o tía. Suegro o suegra, madre o padre, que te recibió, en las vacaciones con la mayor generosidad del sufrido nortino
Sergio Gaytan, miembro de la Academia de la Lengua, de la Perla del Norte, ha escrito mucho sobre el abandono del gobierno central, a las ciudades y pueblos del esforzado trabajador y trabajadora, que no solo con la pala y el chuzo, abrió un surco productivo, de riquísimas minas de cobre, explotadas por la mano extranjera, hasta la nacionalización de ellas.
Estamos orgullosos y sentimos empatía por aquellos escritores y poetas, intelectuales y científicos, políticos de renombre nacional, que el Norte Grande, ha dado. No olvidemos a Gabriela Mistral, nuestra poetisa nortina la primera mujer latinoamericana en recibir el Premio Nobel, que aun con la catástrofe y todo se cumple 70 años, de tan magno honor, para Chile.
Un claro ejemplo de la magnitud del daño es Chañaral, prácticamente desapareció, la lluvia y el torrente, se llevó todo. 23 de los 26 muertos, son de ese pueblo. Así se comporta la naturaleza, con una crueldad infinita. Nadie está exento, por el contrario, los que más sufren son los pobres. Los que siempre están ocultos. Como si fueran escoria, leprosos de la pobreza endémica de un país absolutamente desigual.
Me duele profundamente lo que nos toca sufrir. El norte con el desastre de inéditas lluvias torrenciales. El centro sur, con una espantosa sequía de varios años. La región de la Araucanía con incendios forestales de magnitud incontrolable, donde la flora y fauna milenaria es arrasada por el imparable fuego. Como guinda de la torta de las catástrofes, el volcán Villarrica, no ha parado, en expulsar gigantescas lenguas de fuego y material incandescente, atemorizando a los habitantes de una comarca hermosa, que es visitada por miles de turistas de todo el mundo.
Mientras tanto en la capital. Políticos corruptos, de todos los sectores, tratan de salvarse del escarnio público. La gente ya no les cree nada. Están más preocupados de su situación personal, que de solucionar o mitigar el dolor de la gente que sufre los embates de la naturaleza, como un castigo inmerecido.
Seamos claros, digamos la cosa como son. Con este equipo ministerial imberbe, no llegaremos a ningún lado. Es necesario tener autoridades empoderadas. Capaz de tomar decisiones en el acto, que hagan sentir el peso de su cargo en la solución inmediata de los efectos de los estragos causados por los daños de la naturaleza.
Como han dado muestra suficiente que no sirven, pues Presidenta ¿qué espera para cambiarlos? No siga gastando su capital político que aun le queda .
Los pobladores, los campesinos, los obreros, los profesionales, los intelectuales, los artistas, los trabajadores y trabajadoras en general que votaron por Ud. tienen confianza que no es tarde para enmendar rumbo. La fortaleza de su gobierno está sustentada, en que la gente aun cree a pie juntilla que será capaz de sacar al país adelante. Es su responsabilidad histórica, priorizar cual es lo importante por ahora. Volcar toda su capacidad ejecutiva en permanente terreno para ir a socorrer a víctimas las veinte y cuatro horas, y los trescientos sesenta y cinco días del año.
Es cierto, los desafíos son muy grades, pero es inmensa la esperanza depositada en la mandataria Michelle Bachelet, defraudarlos sería el peor error que gobierno alguno puede cometer, ahora en los difíciles momentos que pasa la ciudadanía de las regiones afectadas, sobre todo cuando, la salud moral, ética, y política está por los suelos. Peor que el aluvión del norte.
Las y los chilenos siniestrados demandan con justo derecho, soluciones básicas, casas o mediaguas donde vivir, agua potable y luz eléctrica, escuela para sus hijos, hospitales y postas para sus enfermos, ayuda a los pequeños comerciantes, créditos a los pirquineros, y facilidades para pagar sus compromisos o deudas.
Presidenta es la hora de ir con todo. Demuestre que, la mujer chilena se la puede, especialmente en los tiempos duros. Y este es y será su gran desafío.