He señalado en diversas oportunidades mi preocupación por la carencia reiterada de conductas éticas y aceptables, tanto personales como colectivas en la sociedad chilena. He recibido, por consiguiente respuestas de apoyo y respuestas de rechazo.
Las primeras valoran la insistencia en una materia fundacional de la República. Los rechazos apuntan a lo que les parece una majadería porque aluden que “la política y la vida financiera es así desde siempre y ponerla como esencial de nuestras instituciones de todo orden, es una pérdida de eficiencia porque no la respetarían”.
Valoro sinceramente ambos extremos porque del debate nace la democracia y en su respeto se funda su permanencia. Pero me quedo en mi insistencia, porque romper sus reglas abre el camino a la promiscuidad política y financiera sin límites que enardece a los justos y socava todas las virtudes.
La vieja frase de ” caiga quien caiga” sólo tiene fuerza si se sustentase en la ética de todas y todos los ciudadano hasta los más altos poderes.
En una nota de rechazo me preguntaba ¿y cuáles son los actos y conductas que deberíamos respetar? En una respuesta breve.
1.- Deberíamos vivir como se habla y como se actúa.
2.-Asumirse una misma conducta en lo personal y colectivo.
3.-Obligarnos a respetar la palabra empeñada a todo evento.
4.-Acoger los principios fundacionales de los partidos e instituciones como regla de oro.
5.-Deberíamos asumir la fraternidad como norma de convivencia.
6.-Buscar la disciplina como criterio de unidad.
7.-Optar la verdad por encima de toda decisión.
8.- En la duda política o técnica optar siempre por el débil frente al poderoso y por el que menos tiene ante el rico.
9.- Entender siempre que primero está Chile, después los partido e instituciones y después nuestro yo.
10.- Deberíamos siempre respetar la igualdad entre todas y todos en cuanto persona asumiendo los Derechos Humanos y establecer sus Deberes como individuos.