La salida de José “Pepe” Mujica como Presidente de la República Oriental del Uruguay dejó lugar a múltiples interpretaciones y análisis.
Desde prácticamente todos los lugares del mundo, analistas, periodistas, politólogos, opinólogos y hasta colegas líderes de otros Estados, alzaron sus voces comentando su visión de un liderazgo a toda vista despojado de artificios y de grandilocuencias.
El andar cansino, su antiguo Volkswagen Escarabajo, la recorrida a pie por cualquier lugar, una discreta custodia, y hasta exabruptos en declaraciones públicas donde, en on u off the record seguramente trajeron a Mujica un sinfín de problemas; a veces más inflados que reales. Se trata de formas, y no de fondo.
La pregunta es ¿se puede liderar un gobierno de un país, una región, un municipio, con humildad?
La respuesta es “Sí”.
Y la clave es la actitud de servicio.
Cuando los gobernantes son elegidos democráticamente, como en el ejemplo de referencia, el servicio a los ciudadanos debería convertirse en el eje central de toda la estrategia y andamiaje político. ¿Por qué? Sencillamente, porque nosotros, los habitantes de un país, hemos elegido por un mecanismo constitucional que esa persona se encargue, durante un tiempo, de liderar el destino macro de nuestra nación.
Es así que lo que más esperamos es un gran signo de humildad, escucha abierta y empática, y que pueda tomar, según su leal saber y entender, las decisiones de fondo que contribuyan al bien común.
Aquí aparece el problema: el bien común, a veces, en ciertos gobernantes, no es el bien de todos.Hay sectores y espacios de poder que luchan como si se tratara de una gran batalla medieval por conquistar o consolidar ciertas prerrogativas; acuerdos “bajo el mantel”, y hasta fijar la agenda que el mandatario llevará cada día.
Sin embargo, con entereza, fortaleza, pocas palabras, y muchos más hechos y acciones concretas, es posible lograrlo.
A lo largo de la historia hay muchos ejemplos del valor del silencio y la humidad como herramientas transformadoras que cambiaron la historia humana para siempre: Gandhi, Luther King, la Madre Teresa, son sólo algunos ejemplos. En otro plano contemporáneo, muchos adhieren a un liderazgo completamente diferente como el que lleva adelante el actual Papa Francisco.
Es necesario, y además, indispensable, saber que en los pequeños gestos el pueblo (nosotros) leemos inmediatamente las señales.
El Papa utiliza los mismos zapatos gastados que lo hacen sentir cómodo, y no tiene problemas en bajar de un vehículo y abrazar y bendecir a un ser humano como tú o como yo… sólo que completamente deforme por su enfermedad. La custodia, azorada, hace lo mejor que puede. Y él, líder del Vaticano, se mueve como pez en el agua, incluso tomando un mate que le acercan al pasar, lejos de pensar en los microbios de la bombilla.
Hay algo superador en los líderes carismáticos y espirituales,el poder del hacer. Los pequeños gestos. La mirada. La sencillez al hablar. No hace falta gritar ni acusar conspiraciones continuamente.
Tampoco hace falta callar y ocultar cosas que se caen de maduras por ser tan evidentes, que ni el mejor vocero gubernamental entrenado puede traducir en palabras sencillas… y que la gente le crea.
Asistimos hoy a una re-evolución, una nueva forma de avanzar. Todos necesitamos sentirnos en un lugar más seguro, escuchados, confiados y atentos al curso de los acontecimientos. Muchos decidimos participar de este cambio global desde diferentes lugares, y hacer de la misión de vida, la brújula que nos guía hacia la posibilidad de un mundo mejor.
Aquí comparto 10 claves que tú también puedes aplicar, si deseas llevar una vida basada en principios humanos, consistente y coherente entre el pensamiento y la acción. No importa el nivel en el que te encuentres hoy. Puede ser que estés trabajando en algo que no te gusta, o que seas la Presidenta de una Nación.
Siempre puedes ir adoptando y probando este paso a paso, para, al final, tener una visión más amplia y multidimensional de los problemas, las personas y las situaciones a resolver.
Adopta el silencio: es complejo tomar decisiones con el alma y la mente abrumada por pensamientos recurrentes.
Silencia tu alma: el rencor, el odio, la fantasía sobre conspiraciones permanentes y la grieta que puede abrirse con aquellos que no estén de acuerdo contigo, son sólo propias construcciones; por lo tanto, es tu elección mantener eso activo dentro tuyo.
Cuida tu lenguaje: no grites, no impongas, y no seas imperativo, excepto en momentos especiales. Las personas exaltadas y que arengan a los demás denotan una autosuficiencia y una distancia de la gente, que a la larga, se vuelve en contra.
Aprecia la diferencia: los puntos de vista diferentes, escuchados con saludable empatía, contribuyen al aprendizaje continuo. Observa en silencio, y si no tienes nada relevante que decir, no hables por hablar, sólo para meter palabras porque no soportas el silencio en una conversación.
Reconoce los errores: estamos viendo en América Latina múltiples ejemplos de Presidentes y Presidentas con tal nivel de torpeza, terquedad y violencia verbal y de actitud, que lo que consiguen es el rechazo y el hartazgo. Esto se puede transpolar a cualquier nivel y rangos de organizaciones en las que te desempeñas. Habla poco, amablemente; explica claramente tus puntos de vista y pide disculpas. Los seres humanos apreciamos más a aquellos que saben decir a tiempo “disculpa”, que a quienes quieren ocultarlo o dejarlo pasar.
No sobreactúes, muéstrate tal cual eres. Cuando entreno a voceros de compañías, busco siempre que no se despersonalicen. Porque si lo hacen se verán artificiales, estarán actuando un papel que no les es propio, y, por lo tanto, nadie les creerá.
Abre canales de diálogo, dedica varias horas al día a conversar con ciudadanos comunes.Aprende de su experiencia. Comparte conocimiento.
Ábrete a nuevas experiencias: no intentes imponer tu punto de vista, sino “unir los puntos”, conectar a las personas con tu espíritu de pensamiento. Que paso a paso se transformará en el espíritu de tu alma de servidor público en acción. Si recuerdas esto como lema cada día en que estás ejerciendo tu trabajo y función, tu huella será inolvidable.
Sé prudente en tus opiniones, esto incluye no disparar munición pesada cuando hablas sólo por reaccionar. Reúne toda la información antes de dar tu punto de vista. Reflexiona, y cuida tus palabras. La “ecología verbal” (un término que me gusta mucho utilizar) es una excelente herramienta de cambio.
Establece un legado personal, de nada sirve que tengas un hermoso busto en el palacio de gobierno, o que tu nombre figure en bronce en varias inauguraciones, si no dejas tu huella personal, tu “toque” único en todo lo que hagas.
Finalmente, entrénate para ser el mejor líder que puedas y que quieras ser. Rodéate de gente en tu misma frecuencia; sintonízate con la necesidad de tu comunidad, de tu pueblo. No fuerces los procesos, fluye naturalmente hacia lo que sientes como destino en tu corazón. Y, lo más importante, plantéate al empezar el día una cualidad que abordarás transversalmente toda esa jornada, y da las gracias al finalizar, antes de dormir, por todo lo que estás aportando.
Desde la humildad y la sencillez del Ser, se construye mucho más que con las más potentes políticas de Estado. Porque el poder transformador reside en ti, y en cada uno de nosotros. Sólo hace falta que, cada vez más, cooperemos y vayamos “uniendo los puntos” para superar los obstáculos, aprender de ellos, y construir, siempre, “versiones mejoradas” de nosotros mismos.