Es extraño que cada cierto tiempo, algunas autoridades, (anuncio del Ejecutivo, sábado 24 de enero 2015, diario El Mercurio) producto de la presión social y política, en virtud del aumento porcentual de los hechos delictuales, propongan un endurecimiento de las penas a los autores de delitos de mayor connotación social.
Lo curioso es que el ranking mencionado tiene que ver también con los hechos más simples, por lo que se puede inferir que el espíritu de algún Ministro, que motiva esta decisión, es simplemente castigar y castigar, pretendiendo equivocadamente apoyar el concepto de disuasión, que por todos es conocido no se logra.
Más extraño todavía considero que las autoridades que disciernen sobre estas materias no se comuniquen con instituciones prestigiosas y conocedoras del trabajo referidas a la recuperación y/o reinserción social.
Los especialistas en temas penitenciarios saben que es del todo efectivo, que un individuo que delinquió se inserta mucho más eficazmente, tanto familiar y socialmente, cuando se trabaja con esas personas en el ámbito de la comunidad, pues se evita la contaminación criminógena tan difícil de erradicar y de sanar, en la convivencia entre iguales. Es sin duda mucho más futurista insertar desde lo comunitario, ya que las habilidades blandas que se adquieren, con presteza, serán claves para la perseverancia en las relaciones entre pares, con sus jefes, la tolerancia, la disciplina y la responsabilidad.
La privación de libertad en cambio, es una especie de cápsula que además de contaminar en muchos aspectos, oculta la realidad y las exigencias propias que demandan la calle y el ambiente laboral.
Por otra parte, mucho más amplio es el segmento que podemos abordar, con penas controladas en el medio libre, que al fin y al cabo, es el lugar en el que todo condenado al sistema cerrado en algún momento llegará. Si bien es cierto en esos espacios se puede rehabilitar, como lo hacen instituciones como Infocap, Paternitas, Coresol y otras, son extremadamente reducidos y se encuentran colapsados, haciendo cada vez más difícil esta tarea.
La ciudadanía no es tonta y tiene la certeza de que los argumentos políticos obsoletos no tienen la contundencia que tienen los análisis técnicos y por supuesto la experiencia comprobada de la Fundación Paternitas, con 35 años al servicio de la gente, señalando en todas sus formas y por todos los medios que la seguridad de un país reposa en la oportunidad que se les brinda a los sectores más desprotegidos y deprivados.
En este sentido la capacitación y el acompañamiento personal y familiar, en orden a un oficio, además de los aspectos que proporcionan las habilidades humanas, valóricas y espirituales, permiten poner de pie, con las herramientas fundamentales que animarán a quien delinquió para retornarlo a un futuro basado en la decisión, libre y responsable de ser un sujeto útil para la sociedad.