El ministro español de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo hizo de equilibrista en su primera visita a Cuba, cambiar la posición de mano dura contra el gobierno cubano sin que parezca públicamente una derrota, no era fácil.
García-Margallo insistió en todo momento que el viaje se enmarcaba en “la normalidad de las relaciones bilaterales” entre ambos países, pero el que no lo recibiera el presidente cubano, Raúl Castro indica que todavía están lejos del acercamiento buscado por España.
La cancillería española no tuvo explicaciones de las causas de que no se produjera un encuentro que aún solicitado por España no estaba confirmado. Todo apunta a la conferencia que dio en su primer día de visita en la escuela diplomática cubana sobre las “bondades” de la transición política española de la dictadura de Franco a la democracia.
En la conferencia “olvidó” el papel de los comunistas españoles y los conflictos sociales que continuamente se produjeron en España y redujo la transición a la buena voluntad de los cuadros intermedios del régimen que ante los cambios producidos por la modernidad económica en el país decidieron que también hubiese cambios políticos, pero siempre dirigidos desde los que ganaron la guerra civil en 1939. Lo que se conoció “de la ley a la ley”.
La lectura de García-Margallo reconoce la inexistencia de la oposición interna cubana y deja en entredicho la eficacia de la llamada “Posición Común”, impulsada por el gobierno de José María Aznar en 1996 y que condiciona al bloque comunitario las relaciones políticas con la isla a cambios en materia de derechos humanos.
En la actualidad Cuba negocia con la Unión Europea un acuerdo sobre “diálogo político y cooperación” que podría poner fin a la línea dura del bloqueo comunitario frente a la isla que ya ha sido visitada por los responsables de exteriores de los gobiernos de Francia, Reino Unido, Noruega y Holanda.
El canciller español es del mismo partido que ideó la política de aislamiento con Cuba, recién llegado al gobierno en 2012 incluso aseguró que nunca visitaría la isla si las autoridades no le permitían poder reunirse con la oposición, pero en su primer viaje no los incluyó en su agenda y consideró que las actuales circunstancias son totalmente diferentes.
Cuba después de décadas de aislamiento regional, con la excepción de México que siempre mantuvo las relaciones, ha conseguido ocupar un papel central en el tablero latinoamericano. Impulsó la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América con sus aliados políticos frente a Estados Unidos y al mismo tiempo dirige colegiadamente la CELAC sin condicionamientos ideológicos.
Todos estos movimientos diplomáticos giran en torno a la siempre decisiva relación con Estados Unidos que considera en público que Cuba debe realizar cambios democráticos, pero en las negociaciones secretas piden que el mayor gesto sería liberar al contratista Alan Gross preso en La Habana.
Las autoridades cubanas aceptarían solo un intercambio de prisioneros con los tres agentes cubanos presos en Estados Unidos por infiltrarse en grupos anticastristas.
Un gesto intermedio sería sacar a la isla de la lista de países que fomentan el terrorismo, la opinión pública mundial no le da credibilidad a esta sanción viendo como envían médicos a África a luchar contra el ébola y además los cubanos facilitan las negociaciones de paz en Colombia.
Estados Unidos ganaría credibilidad con esa medida y beneficiaría a los empresarios estadounidenses con otra: eliminar la restricción de seis meses que tienen los buques de tocar puertos norteamericanos si lo han hecho antes en puertos cubanos. La construcción del Puerto del Mariel, el mayor del Caribe, que estará conectado con el Gran Canal Interoceánico de Nicaragua es una de las grandes oportunidades comerciales que ahora aprovechan Brasil y China ante el inmovilismo de Washington.
Por su parte la política exterior española tiene dos anclas, Europa y Estados Unidos; para ambas, España tiene que destacar su papel de interlocutor privilegiado en América Latina y para ello tiene que reconducir el diálogo con Cuba sin condicionamientos.
La próxima Cumbre Iberoamericana que se celebrará en Veracruz, la primera presidida por el Rey Felipe VI es una prueba de fuego para la diplomacia española que necesita la asistencia del máximo de presidentes para que no quede en evidencia su retroceso después de ser elegida para el Consejo de Seguridad de la ONU.
Tal vez los frutos obtenidos en el viaje de García-Magallo se puedan ver a medio y largo plazo pero el balance de la visita no va a figurar entre las páginas más brillantes de la diplomacia española.