30 nov 2014

¿La última revolución?

O las “retroexcavadoras éticas” del futuro.

Las grandes ideas rupturistas necesitan de creadores que “estén dispuestos a dar una bofetada a la razón, la autoridad y el sentido  común” (Isaac Azimov).

Somos privilegiados, al poder observar la historia en un movimiento creativo de aceleración continua.

Mi generación, los que tenemos sesenta años y más (o algo menos), hemos presenciado y sido parte de veloces cambios revolucionarios que han marcado nuestra evolución socio cultural política y económica.

En los últimos sesenta años, hemos vivido desde la revolución en libertad, seguida por la abortada vía democrática al socialismo pseudo revolucionaria, debido al violento golpe militar con su revolución dictatorial del mercado neoliberal, junto a una democrática y esforzada vuelta a la democracia, seguida por un período de ajuste pos traumático bastante angustioso , pero con gusto a nada ( o a poco), y por hoy, la presencia de una nueva revolución pos democrática neo socialista (con guiños  populistas), iniciada por los jóvenes en la calle.

El curso evolutivo del país, ha estado marcado en general por la tendencia a la inestabilidad turbulenta, con pequeños períodos de aparente estabilidad, y no por una pretendida y voluntarista estabilidad permanente y real.

Es la razón la que nos hace trampa, al visualizar la historia como la consecución de grandes espacios  temporales sin movimiento.

Los que pretenden no ver este proceso de cambios permanentes con las necesarias asimilaciones que recogen e incorporan lo pasado, y las acomodaciones y transformaciones frente a lo nuevo y los desafíos del futuro,  y se espantan horrorizados frente a las “retroexcavadoras” y “refundaciones” apelando a la estabilidad y el sentido común, no son más que la expresión (también necesaria), de las fuerzas algo ciegas que luchan estérilmente en la búsqueda de un equilibrio, que hoy ya no parece posible.

La vida en general y la de una nación,  nace y se mantiene en el tiempo histórico y creador, en las fronteras del equilibrio, mientras que el equilibrio absoluto sólo conduce a la muerte.Necesita de saltos cualitativos plenos de novedad creativa y llenos éticamente de la verdad, la justicia y del bien común.

Bienvenidas las “retroexcavadoras éticas”, pero no del pasado, sino las del futuro, siempre que no terminen por ser parte de la última revolución en un inadvertido “vortex autodestructivo”.

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