23 nov 2014

Un país multicultural

El enorme aumento de las corrientes migratorias es un sello del mundo de hoy. En su origen se cruzan fenómenos diversos: las capacidades  multidimensionales de transporte que trasladan centenares de millones de personas de una a otra región del globo, como nunca ocurriera en la vida de la humanidad; las guerras que devastan y destruyen comunidades y países forzando el abandono de sus tierras y hogares a millones de refugiados. Así como, la brutal desigualdad que marca la globalización ya que desde países y continentes empobrecidos y desesperanzados brotan masas humanas que se mueven en una afanosa búsqueda de un destino mejor.

Si la locura hitleriana se afinco en la monstruosa mentira de “la raza pura”, como infernal pretexto para justificar la guerra y el genocidio, hoy ese engaño terrible sería más demencial aún dado que la mezcla de pueblos, razas y etnias es la vida diaria del planeta.

Nuestro querido Chile es activisímo participante de esta gigantesca cadena de nuevas uniones y vínculos que se tejen y articulan global y continentalmente. A pesar de su lejanía de los centros y ciudades más determinantes y de las barreras naturales que le rodean, la tierra chilena ha surgido como opción para una significativa corriente migratoria de iberoamericanos, especialmente de los países más cercanos, como asimismo de refugiados palestinos y es de interés para una colonia haitiana cuyo  suelo es relativamente lejano, pero que de igual manera ha llegado a nuestro país.

Suele ocurrir que uno no valora lo que tiene. Pareciera ser el caso debido a que la estabilidad democrática chilena y el nada despreciable logro de haber más que duplicado el PIB, desde el retorno de la democracia a la fecha, han influido en que tantos seres humanos opten por instalarse en Chile. Esos hombres y mujeres se afanan en la búsqueda de un empleo que les permita, a ellos y sus familias, enfrentar  de mejor manera el diario vivir.

Sin embargo, no a todos les va bien y muchos sobreviven con severas carencias. Es cada día más evidente que se requiere abordar el tema de la inmigración con una política de Estado que dé cuenta de la envergadura que ha cobrado este verdadero nuevo reto en la convivencia nacional, asumiendo consistentemente el fenómeno de multiculturalidad que se ha producido en Chile.

En particular, esta es una de las tareas centrales del sistema de enseñanza que emerja de la reforma educacional que impulsa el gobierno de la Presidenta Bachelet que actualmente se analiza en el Congreso Nacional. El destino de los inmigrantes que llegan a Chile no puede ser el de la pobreza, sea por discriminación social o desidia del Estado. El respeto a la dignidad de cada ser humano está en el centro del sentido de la existencia de todos y todas en un país democrático. El respeto a la diversidad en los valores que sustenten la cultura nacional es la gran tarea, que como país debemos ser capaces de realizar.

Entre otros aspectos, se debe abordar esta situación por sus efectos políticos, valga sólo señalar que el volumen al que ha llegado la inmigración desde Perú no puede sino que evaluarse desde su impacto en las relaciones bilaterales y debiese ser motivo de permanente atención para Chile.Este debe ser un factor benigno en el entendimiento entre ambos países.

Incluso en el ámbito deportivo se expresan estas nuevas evoluciones. Hay mucha más diversidad que hasta hace poco. Es por ello que no debieren volver a escucharse en ninguna circunstancia calificativos racistas o xenófobos en una competencia o en un recinto deportivo, como los que ha sufrido un futbolista venezolano.

El tema de la inmigración en Chile debe salir de la sombra, y ser tratado en su multiplicidad de alcances, evitando ser menoscabado con ironías hirientes o burlas equívocamente nacionalistas como ocurre con los insultos anti peruanos de grupúsculos neonazis.

Con el mismo concepto de “salir de la sombra”, en los Estados Unidos el Presidente Barack Obama, ha invitado a dar una respuesta a la situación de los inmigrantes.Derrotado por la derecha en las recientes elecciones de congresistas, ha decidido hacer uso de sus propias atribuciones ya que ha concluido que “deportar millones de personas no es realista”. Dentro de esas muchas familias que serían perseguidas para luego ser deportadas no cabe duda que hubieran existido muchas provenientes desde Chile.

Los fanatismos raciales o la insensatez ultra nacionalista, la locura de la pureza de unos frentes a otros, no es sino un absurdo insostenible.

El signo de los tiempos es una humanidad pluralista, diversa, un auténtico mosaico de razas y nacionalidades, de etnias y pueblos que interactúan y se mezclan, pero que aún no aprenden a vivir definitivamente en paz.Sin embargo, ahora con un movimiento interplanetario de migraciones incesantes ese día está más cercano.

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