La exquisita ironía de la Política ha llevado a que los debates más polémicos han sido al interior de la Nueva Mayoría y al interior de la Vieja Minoría. En la primera porque hay quienes creen que es un nuevo acuerdo programático electoral a cuatro años plazo y otros creemos que es una proyección que viene constituyéndose desde hace 50 años en la base social y los partidos de centro-izquierda.
En la visión de muchos Demócratas Cristianos, especialmente entre los jóvenes y los trabajadores, esta combinación política de centro-izquierda, económicamente contraria al capitalismo, participativa y basada en la ética y la solidaridad es la superación de cada época hasta lograr un respaldo mayoritario social, político y parlamentario que no es un exabrupto, sino un largo camino difícil y con altos y bajos.
Desde nuestra perspectiva, el primer paso fue el ideario falangista y su ampliación con el Partido Conservador Social Cristiano en la década del 50. En la década siguiente fue el Gobierno de la Revolución en Libertad, cuyo programa contenía prácticamente todas las ideas que han surgido posteriormente.
Luego vino la confrontación con el mundo socialista, especialmente el cercano al MIR, y después la Dictadura que buscó borrar todo vestigio progresista y de esos horrores y dolores surgió la Concertación que fue el conjunto pluripartidista más amplio que había tenido Chile y cuyas insuficiencias provinieron de nuestra minoría parlamentaria en el Senado.
De esa experiencia surgió este último modelo que dio al Gobierno actual de la Presidenta Bachelet y a los partidos que la respaldan una mayoría no conocida y un bloque parlamentario nunca antes obtenido.
Lo que quiero reiterar es que hay una secuencia virtuosa y coherente de la Democracia Cristiana hasta lograr lo que hoy tenemos y la pregunta es ¿vamos a despreciar lo que tanto nos costó lograr?
¿Vamos a tirar por la borda una coherencia de 50 años? ¿Vamos a lanzarnos al vacío desechando la Nueva Mayoría sin saber lo que viene para la DC? ¿O ya lo saben y es lo que soterradamente se gestiona? ¿El camino solitario que nos hizo perder las elecciones de 1946, 1958 y 1970? ¿O el camino del Centro impávido con pequeños aliados?
¿O acaso es la derecha el destino final que se esconde?
Estas tres alternativas son un salto al vacío y no podemos reemplazar con ellas lo que hoy podemos hacer en éste y otro Gobierno de la Nueva Mayoría donde la DC tiene un lugar y una tarea inigualable.
La política es coherencia entre lo que se escribe y se hace. Es también el cuidado de su cultura y alma mater y en el caso nuestro son los documentos, los 14 puntos de la Falange el programa de 1964, el programa con que derrotamos la dictadura en 1990.
Nuestro V Congreso del año 2007, el propio programa como base del triunfo de ahora y la última Junta Nacional que definió nuestra posición. Respeto cabalmente las opiniones de cada militante, pero el Partido debe condicionarse conforme sus decisiones institucionales. Pero tenemos dificultades con el lenguaje de algunos personeros y los ataques mordaces a la DC y eso no lo aceptaremos. Porque la unidad es indispensable y nuestro respeto es su eslabón central.