Un escándalo de proporciones le ha estallado a la Comisión Europea –y en especial a su Presidente Jean Claude Juncker- a solo 6 días de haber asumido su mandato a cargo del ejecutivo de la UE.
El jueves recién pasado salió a la luz el informe elaborado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (http://www.icij.org/project/luxembourg-leaks/leaked-documents-expose-global-companies-secret-tax-deals-luxembourg) en que se da cuenta de los acuerdos secretos celebrados por el Gobierno de Luxemburgo y 340 multinacionales, con la finalidad de otorgar beneficios fiscales, los que llegaron incluso a cobrar solo un 1% de impuestos (la media del impuesto de sociedades en la UE es de 22%).
Grandes firmas como IKEA, Pepsi, Heinz, Amazon, Burberry, lograron enormes ventajas al tributar en el Gran Ducado, eludiendo así pagar impuestos más altos en sus países de origen. El tema se complica aun más en la UE porque el reciente estrenado Presidente de la Comisión fue ministro de Finanzas y Primer Ministro de Luxemburgo desde 1995 a 2013, período en el cual se celebraron la mayoría de estos polémicos acuerdos.
Para comprender lo que ocurre es necesario explicar que la Comisión Europea es una “suerte” de poder ejecutivo de la UE. Digo “suerte” por cuanto no podemos aplicar la clásica separación de poderes que conocemos (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) a la UE al ser una creación híbrida, sui generis, única en la Historia. La principal función de la Comisión es “ser guardiana de los Tratados”, es decir, velar por el cumplimiento de las normas de la UE.
Por otra parte, la UE es una experiencia de integración incompleta por cuanto –para el tema que analizamos- cuenta con una integración monetaria (18 países comparte una moneda única, el euro) pero no existe una integración fiscal, ni siquiera una armonización o coordinación por lo que existen en la zona euro 18 sistemas tributarios distintos (y 28 en toda la UE).
Esto hace que los Estados utilicen la herramienta fiscal para atraer inversiones, lograr beneficios para sus Estados, entre otros fines. Esto no debe extrañar porque se suele usar, por ejemplo, para apoyar cierto sector industrial como lo hace Alemania con el sector automotriz. Sin embargo, cuando se habla de la UE se debe saber que existe un mercado único entre los 28 Estados miembros y para ello se han dotado de normas para regular este mercado, entre ellas las que dicen relación con la competencia y las ayudas públicas.
De esta manera, cuando hay sospechas que ciertas ayudas públicas violan las normas del mercado único, corresponde a la Comisión investigar y sancionar. Así lo ha hecho en muchas ocasiones y, antes de dejar su cargo como Comisario Europeo de Competencia, el español Joaquín Almunia había ordenado la apertura de investigaciones contra Luxemburgo, Holanda e Irlanda por ayudas a Apple, Starbucks y Fiat. Sin embargo, Luxemburgo no es el único en utilizar esta forma de atraer a las multinacionales pero esta investigación deja en evidencia lo abusivo de su utilización por el Gran Ducado.
En el fondo de la cuestión se encuentra entonces una integración incompleta que deja un vacío aprovechado tanto por multinacionales y consultoras para pagar menos impuestos y los Estados que usan la tributación favorable de manera abusiva. Lo legal no necesariamente es ético y este caso así lo prueba.
Por otra parte, en lo coyuntural, evidentemente que este affaire impacta en la credibilidad del Presidente de la Comisión. El mismo día de la publicación de los antecedentes, Jean Claude Juncker debía inaugurar las Jornadas de Bruselas, evento organizado por los diarios belgas Le Soir y De Standaard y el francés Nouvel Observateur, sin embargo anuló su asistencia momentos antes de la actividad. Desde ese día, no habia dado declaraciones sobre el tema.
Hace pocos minutos, por sorpresa, apareció en el Parlamento Europeo para responder por los cuestionamientos. Lo que ahora corresponde es que la Comisaria Europea de Competencia –la ex ministra danesa Margrethe Vestager- investigue. No esta de mas decir que el jefe de Vestaguer es el propio J.C. Juncker.
Aun no está claro cuál será la suerte de la Comisión y su Presidente. Al parecer no habría mayoría para su destitución pero es indudable que la situación es muy incómoda y pone en cuestión su credibilidad, más aun cuando en las calles en muchos países aun la gente protesta por los recortes, ajustes, pérdida de bienestar.
La brecha entre la ciudadanía, las instituciones, la clase política y las grandes empresas se acrecienta. ¿Cómo no comprender la molestia y enojo cuando se exige a la población soportar ajustes severos y las grandes compañías eluden pagar tributos a través de artilugios fiscales?
La solución en el Viejo Continente es más Europa, no menos (más Europa en el sentido de mayor integración) pero difícil es pasar este mensaje a la ciudadanía ante abusos de quienes, justamente, deben velar por el bienestar de todos.