Es un hecho que la Reforma Educativa comenzópor educación parvularia con el despacho al Congreso del proyecto de ley que crea la Subsecretaría y la Intendencia para este nivel.Se trata de una iniciativa muy necesaria que da orden a un sistema fragmentado en instituciones que dialogan poco entre sí, con una deficiente regulación y capacidad de fiscalización.
Sin lugar a dudas la relevancia de la Educación Parvularia en la formación y desarrollo de las niñas y niños hacía imprescindible una nueva institucionalidad, que sirviese además de paraguas para todas las medidas contempladas para este nivel en el programa de gobierno.
Uno de los anuncios más populares de la Reforma es el aumento de cobertura de Junji e Integra a través de la construcción de 4.500 salas cuna y 1.400 jardines infantiles lo que equivaldría a 124 mil nuevos cupos para niñas y niños menores de 4 años.
Si bien es un importante avance en cuanto a garantizar el derecho al acceso a la educación,una medida de este tipo no puede concebirse sino va acompañada de mejores estándares de calidad y preocupándonos de no dejar espacio al lucro, la selección y el copago, o terminaremos replicando en educación parvularia el mismo problema que aqueja en la actualidad a la educación escolar: mala calidad y una segregación brutal, fruto de las políticas públicas de los ochenta enfocadas más en lo cuantitativo que en lo cualitativo.
Aumentar la cobertura teniendo en cuenta nuevos estándares de calidad, requeriría necesariamente ampliar el número de educadoras y técnicos por sala y disminuir el tamaño de los grupos de niños y niñas a su cargo.
Según los cálculos de Educación 2020, para cubrir esta demanda se necesitarían más de tres mil educadores y 14 mil técnicos en sala cuna y niveles medios. Este cálculo está hecho con los estándares actuales que contemplan para sala cuna la presencia de una educadora por cada 42 niñas y niños y una técnico por cada 7. En el caso de los niveles medios y de transición, se establece una educadora por cada 32 niños (en medio menor y medio mayor) y una técnico por cada 25 o 32 niños, dependiendo del nivel.
Estos estándares, sin embargo, están lejos de lo ideal. Coeficientes más exigentes propuestos por diferentes expertos sugieren que se debe tener en sala cuna como mínimo una educadora por cada 14 niños y niñas y una asistente por cada 7. En el caso de los niveles medio y de transición, se requiere como mínimo una educadora por cada 24 niñas y niños y una técnico por cada 12.
Según nuestras estimaciones, para cubrir este aumento de demanda con mejores estándares se necesitarían a lo menos 7.800 nuevas educadoras y más de 15 mil técnicos, lo que corresponde a un 167% adicional del staff con que actualmente opera Junji e Integra.
No es una meta menor: si analizamos el número de educadores y educadoras que se titula cada año y realizamos una proyección simple,podemos suponer que sería posible cubrir esta demanda en los próximos 4 años.
Se trata de un gran reto para el gobierno, la ciudadanía y las instituciones de educación superior, ya que es necesario impulsar una nueva profesión docente, con foco en mejorar la formación inicial de las y los educadores a través de una nueva y exigente ley de acreditación para las universidades, carreras y programas de Educación Parvularia, que además contemple mayores requisitos en los procesos de admisión de los alumnos.
Adicionalmente, se necesita con urgencia desarrollar una carrera docente que incluya a las y los educadores que también trabajan en sala cuna y jardín infantil y que ofrezca mejores salarios y condiciones laborales para atraer a las y los mejores profesionales y motivar a más jóvenes a estudiar esta carrera. Resulta paradójico que una profesión tan importante y de tanto impacto en el desarrollo de las y los niños esté tan desvalorizada en nuestra sociedad, con remuneraciones que son irrisorias.
El diagnóstico del panorama que viven las y los asistentes o técnicos de párvulos en nuestro país no difiere mucho del de las educadoras,pero es un problema que está más invisibilizado.
Al igual que necesitamos a los mejores educadores y educadoras para llevar a cabo esta Reforma,también requerimos a técnicos de primer nivel que sean bien remunerados, pero por sobre todo que estén bien formados, ya sea en instituciones de educación superior o en colegios técnicos profesionales de excelencia, dejando en claro que para una labor como ésta no se pueden permitir planes formativos express de dudosa calidad, ni menos cursos dictados exclusivamente en aulas virtuales.