Y responde, Señor: cuando se fuga el alma,
por la mojada puerta de las largas heridas,
¿entra en la zona tuya hendiendo el aire en calma
o se oye un crepitar de alas enloquecidas?(Interrogaciones,Gabriela Mistral)
Cada vez que voy al Costanera Center pienso en las personas que han decidido terminar su vida allí.El suicidio sigue siendo un tema incomprendido en nuestra sociedad actual, tal como lo era en las generaciones pasadas.
Para algunos tener un familiar o amigo que se suicidó es una vergüenza. No hablan del tema, lo evaden y prefieren decir que fue un accidente. Otros se atreven a compartir la verdad y hasta tratan de entender el motivo que llevó a su ser querido a lanzarse al vacío en un centro comercial.
Los que miramos desde afuera podemos dividirnos en aquellos que comprendemos que una persona pueda llegar a tal punto, otros que los califican de “cobardes” y quienes comienzan su propia reflexión sobre qué método usarían para suicidarse.
Desde que se abrió el Centro Comercial Costanera Center, en junio de 2012, han habido cuatro suicidios y al menos un intento donde los carabineros lograron convencer al joven de que no se lanzara. El caso más reciente sucedió el pasado 20 de Septiembre de este año.
El problema del suicidio en nuestro país es preocupante, más aún cuando las políticas públicas de salud no tratan el tema. Los suicidios son noticia pero no hablamos de cómo prevenirlo ni del estado de los servicios de salud mental en Chile.
Según cifras del ministerio de Salud, entre 1990-2010 el suicidio en Chile experimentó un incremento considerable. En 1990, la tasa general fue de 5,6 por 100.000 habitantes (9,7 hombres y 1,6 mujeres), la cual para 2009 subió a 12,7 por cada 100.000 habitantes.
En 2010 el presupuesto público en salud sólo dedicó un 5% a la salud mental. En vez de aumentar esta cifra en los años siguientes, en 2012 solamente se destinó alrededor de un 3%.
Por otro lado, el sistema privado de salud tampoco ayuda (y no quiere hacerlo).Un estudio de la Superintendencia de Salud realizado en 2012 demostró que las Isapres solamente cubren un 30% del valor de las atenciones de salud mental.
En definitiva, nadie se hace cargo del problema. Y las personas que sufren de algún tipo de enfermedad mental junto con sus familiares luchan contra un sistema que los tiene olvidados y desprotegidos.El suicidio no es una vergüenza, la vergüenza es que nuestro país se quede de brazos cruzados.