Abordar la solidaridad y la inclusión como habilidades que se pueden aprender y desarrollar abre un espacio interesante en el camino de comprendernos como una sociedad que puede ir superando las limitaciones. La exclusión, las profundas desigualdades, las situaciones de conflicto y violencia con las que convivimos, pueden ser revertidas si nos ponemos en sintonía con la solidaridad y la inclusión.
Hace unos días tuve la posibilidad de visitar Arica y participar en el Seminario “Educar en Solidaridad”. En dicha instancia, al escuchar los relatos de jóvenes estudiantes, profesores y directores de colegios de la zona, llegamos a la conclusión que aun en nuestras comunidades educativas, la formación en Solidaridad y habilidades sociales para la vida en comunidad siguen siendo un discurso muy teórico.
Estos aspectos no han logrado penetrar suficientemente las distintas capas de la vida escolar y menos transformarse en una prioridad para los establecimientos educacionales.
La Escuela está todavía enfocada en los contenidos académicos que los niños deben aprender y mucho menos en las habilidades que ellos podrían desarrollar para la mejor inserción en la vida social.
Comprender que los establecimientos educacionales tienen un gran potencial para poder desarrollar estas habilidades es primordial, y puede hacer una diferencia importante en el tipo de sociedad que nuestros niños y niñas están aprendiendo a construir.
Testimonio como el de Carolina, estudiante y una de nuestras voluntarias en la Región, revela lo trascendental que ha sido para su vida poder vincularse con un “otro”, comprendiendo que las necesidades y sueños de personas que viven en pobreza y exclusión muchas veces no son tan distintos a los propios.
El reconocernos como iguales, en derechos, capacidades, potencialidades, sin duda es la base fundamental del aprendizaje de la solidaridad.
Chile necesita generar un cambio de conciencia que propicie el desarrollo de una sociedad más justa, solidaria e inclusiva.
Entender el rol que juegan los diversos establecimientos educacionales junto a las familias para lograr esta meta es prioritario, ya que es precisamente aquí donde nuestros niños, niñas y jóvenes aprenden a vincularse con los otros, dando un primer paso en pos del reconocimiento y la defensa de los derechos de un tercero sin importar sus diferencias, comenzando a desarrollar una reflexión más profunda sobre las realidades, desigualdades y vulnerabilidades que existen en una sociedad como la nuestra.
Como Fundaciones Hogar de Cristo nuestro llamado es a no dejar que las desigualdades se sigan acrecentando, a que no nos quedemos impávidos ante la realidad que diariamente afecta a millones de compatriotas, vecinos y hermanos, más aún cuando éstos viven en situación de pobreza y exclusión.
Como sociedad debemos aprender que las personas más valiosas en nuestra sociedad son quienes incluyen y se dejan incluir por los demás. Solidaridad es inclusión.