El independentismo catalán tiene otro problema por resolver.
A la búsqueda de legalidad para la consulta ciudadana sobre su futuro- seguir siendo parte de España o tomar su propio rumbo como nación- se añade la confesión pública del líder histórico Jordi Pujol en la que reconoce tener dinero oculto en paraísos fiscales, algo que había negado sistemáticamente.
El mea culpa del que fuera President de la Genaralitat durante veinte años ha traído como añadido un caso de corrupción- otro más- que enloda no solo a su “honorable” condición de fundador y líder de Convergencia Democrática de Catalunya sino a toda la familia. A su mujer Marta Ferrusola y a seis de sus siete hijos.
A la espera de los datos que se obtengan de las investigaciones en curso, se calcula que el clan Pujol-Ferrusola habría ocultado en Suiza, Andorra y algunos países de América mil 800 millones de euros. Demasiado dinero para un político que predicó durante sus sucesivos mandatos: austeridad, transparencia, ética y moral, y que aseguraba transmitir a los suyos esos principios.
Algo falló. O todos esos preceptos fueron incumplidos al tenor del escándalo destapado.
Hay que aclarar que una vez que Pujol reconoció el delito (ocultar a Hacienda 500 millones de euros, supuestamente origen de una herencia) , tanto algunos de sus fieles compañeros de partido como otros que nunca lo fueron, reconocen que las corruptelas del gran Jefe y de su entorno eran conocidas.
¿Por qué callaron?
Confiesan que la red que amparó al “honorable” era tan poderosa que incluso contar un chiste sobre el líder político podría significar el fin de una carrera o la pérdida de un cargo.
La pregunta que muchos se hacen es si el actual presidente de la Generalitat y heredero político de Pujol, Artur Mas, sabía lo que otros aseguran que era vox populis.
Se recuerda que en 2005, el entonces presidente de la Generaliat, el socialista Pasqual Maragall dijo en voz alta que el problema de Cataluña era “el 3 por ciento”. Referencia directa a comisiones irregulares detectadas y que apuntaban hacia los gobiernos de su antecesor, Jordi Pujol.El alboroto provocado hizo que Maragall diera marcha atrás y no hablara más del espinoso asunto. Sin embargo, los medios de comunicación tomaron nota.
Los nacionalistas ya estaban enfrascados en la pugna con el Estado español. Ya entonces algunos repetían hasta enronquecer esa frase que dice: “España roba a Cataluña”. Algún gracioso podía haber añadido al slogan la muletilla… “ Y los Pujol también”.
Empresarios han declarado a la policía que se vieron obligados a pagar al hijo mayor de presidente Pujol, Jordi Pujol Ferrusola, una comisión del 3 por ciento para que les facilitara el camino a sus negocios.
El vástago del “honorable” cumplía el papel de intermediario, en otras asesoraba o buscaba inversores. Una ex novia de Pujol hijo ha declarado en diversos medios de haber visto maletas llenas de billetes de 500 euros y de haber escuchado conversaciones en las que se pactaban comisiones- que podían variar entre 3,4 y 20 por ciento- y se amañaban concursos que eran públicos.
El revuelo mediático generado por la confesión de Jordi Pujol ha permitido conocer el lujo que rodea al clan familiar. Mansiones en las zonas más cotizadas de Barcelona, propiedades en zonas rurales de Cataluña y Francia, colecciones de autos de alta gama e intereses económicos en diferentes países.
Se ha recordado, por ejemplo, que un coche cargado con miles de euros, perteneciente a uno de los hijos del político catalán, fue interceptado hace un tiempo en la frontera chileno-argentina.
Muchas son las pistas abiertas para sacar cuentas del dinero acumulado por los Pujol-Ferrusola, a los que ahora , tras conocerse su fortuna, se les sitúa oficiosamente en el séptimo lugar de los millonarios españoles.
Los resultados de los esfuerzos del independentismo catalán para marcar distancia con su líder natural se verán en las próximas semanas. Artur Mas ha lamentado lo ocurrido pero lo transfiere a un asunto de índole personal.
Habrá que esperar. En agosto España cierra por vacaciones.