No se trata de la película interpretada por Kevin Costner y la cantante y actriz Whitney Houston, quien tristemente, para sus seguidores, terminó consumida por las drogas.Un final que en la vida real se repite a menudo entre las celebridades de Hollywood.
En efecto, lo que estamos presenciando es algo similar.El Mineduc, literalmente, está intervenido, protegido y su ministro cuenta con un blindaje único, exclusivo y original,para que sus desafortunadas metáforas no causen mayores trastornos.
Muchos de los actuales asesores del Ministro sufren lo indecible cada vez que ven a Nicolás enfrentar a la prensa.Algunos mal intencionados de la Moneda, recordando viejos tiempos, se referían socarronamente a los tristes célebres “martes de Merino,” famoso por sus acostumbradas salidas de madre.
Como titular de Educación debe cuidar su lengua, de lo contrario corre el riesgo de continuar la senda de las Piñeracosas. Ha descalificado a sus compañeros de curso, a los padres y apoderados, a los sostenedores y profesores de colegios subvencionados, metiéndolos a todos en un mismo saco.
La última frase que causó urticaria fue para el bronce, señalando que en la tramitación de la reforma educacional su ministerio no se prestará para “arreglines”. Todo esto en alusión al acuerdo alcanzado con la reforma tributaria, la cual, paradojalmente, le proveerá US 8.200 millones para financiar su cartera.
Si quiere continuar con el proceso transformador debe cuidar sus declaraciones. Un defecto que suelen tener ciertas autoridades, reconocidas por su capacidad e inteligencia. La que está claro, le sobra al cuestionado ministro.
Es cierto que Eyzaguirre sabe mucho de macro economía. Lo demostró como titular de Hacienda. Si bien ahora la cosa es distinta y no basta con saber tocar solo la guitarra, sino que además debe conducir la orquesta sin que desafine el director.
Un sabio pescador artesanal de San Antonio me decía: más vale mantener la boca cerrada antes que mil moscas entren.Por consiguiente, declarar innecesariamente que no sabía mucho de educación, no lo hace quedar mal a él, sino a quien lo nombró en un cargo tan importante.
Y como dicen fuentes de absoluta reserva de Palacio vinculadas a intereses contrarios a la Reforma Educacional: el ministro tiene sus días contados. Todo esto para satisfacción de aquellos que mantienen la idea y el concepto que la educación es un bien de consumo transable en el mercado.
Aprovechándose de la soledad del Ministro y de sus pésimos asesores, algunos de los cuales venían del sector privado y con malos antecedentes en su función anterior, nada podía augurar buenos resultados. Sin mayores preámbulos, simplemente, se requería una operación de total apoyo.
Fue así como apareció desde los camarines, para usar una frase futbolera, el Guardaespaldas, personaje conocido en los círculos de poder, en el gobierno y, por sobre todo , en el parlamento.Uno que fuera aceptado por sus pares como ex ministro y en el parlamento como ex congresista. Cuya hoja de vida fuera, al menos, intachable.Consecuente con la reforma educacional, uno de los pilares del programa de la presidenta Bachelet.
Así se gestó la figura del nuevo Capitán Maravilla, Andrés Palma, el perfecto Guardaespaldas, un sabio economista que, además, tiene una sólida experiencia parlamentaria. Atributo muy necesario para la tramitación de los futuros proyectos de ley que sobre educación se gestionarán en el Congreso Nacional.
Creo que no basta esto. La sociedad civil debe y tiene que estar alerta. La reforma educacional no se agota en dos o tres conceptos. La gratuidad, fin a la selección y, por supuesto, término al lucro con las platas de todos los chilenos.
Sabemos de sobra que lo primero es fortalecer la educación pública. La des-municipalización es un imperativo y la dignificación de la función docente, por sobre toda las otras urgencias.
Toda reforma cuesta. Lo sufrimos en la década de los sesenta. Con las urgentes transformaciones que el país requería, ahora no tiene por qué ser diferente, aunque ha transcurrido medio siglo de aquella época que permitió a miles de chilenos y chilenas ser personas.
La educación no debe ni tiene que ser un privilegio para unos pocos, sino un derecho para todos.Al menos eso es lo que pretende la Gran Reforma Educacional: disminuir la enorme desigualdad social, endémica en Chile, un objetivo universal compartido por moros y cristianos.