Demostramos que la legislación sobre aborto debe aceptar dos vectores valóricos (ideologías) irreductibles; el que da a la vida del feto superioridad sobre las condiciones de la madre, y el que da a la madre la superioridad sobre la vida del feto. Como son irreductibles debe legislarse para que en Chile ambas posiciones tengan cabida; si la ley o el Estado sólo toman una, obliga a los que tienen la alternativa abandonar sus principios religiosos o ideológicos o irse de Chile. Frente a las discrepancias ideológicas o religiosas con el espíritu de las leyes o de la Constitución no queda otra que declararse en rebeldía, desobediencia o abandonar Chile.
En América se impuso la ideología y religión europea a los pueblos nativos evidenciando un racismo enorme: los caucásicos europeos invadieron, robaron, mataron y se apoderaron del ecosistema americano, y lo siguen haciendo, en donde los aborígenes vivían más armónicamente con el.
Este racismo implícito o explícito tiene rezagados a los amerindios en su desarrollo integral como seres humanos y como comunidades.Las constituciones y las leyes son afines sólo a las ideologías del huinca y han obligado a los amerindios a someterse, transculturizarse, relegarse a espacios mínimos, exiliarse o morir.
La Constitución y las leyes chilenas se fundan en el derecho de propiedad; Jaime Guzmán planteaba que todo puede caer menos este derecho, éste es el vector valórico entre la propiedad de los bienes y los seres humanos que importan poco en relación a la propiedad.
La naturaleza en Chile, tierras, aguas, capitales, le pertenece a unos pocos propietarios y son amos y señores de hacer lo que quieren con ella, y lo han hecho destruyendo una gran parte del ecosistema y de la diversidad biótica y llevando la contaminación ambiental a niveles muy tóxicos. Los delitos contra la propiedad son considerados más graves que los delitos contra los seres humanos.
Un copiador de CD murió quemado en la cárcel mientras un barrista que mató a otro andaba suelto. Es una ideología y religión de la idolatría a la propiedad. Nada más opuesto a la ideología, religión y culto que tienen los Amerindios.
En ellos no existe la propiedad de la naturaleza, ejemplificada en la tierra. Ellos no tienen propiedad de la tierra, ellos se pertenecen a la tierra, ellos son hijos de la naturaleza; las relaciones que tienen ellos con la naturaleza son igualitarias y democráticas; nadie puede apropiarse de ella; ellos son “comuneros” por naturaleza.
Los Amerindios viven en Chile desde más de 12.000 años en armonía con el ecosistema; el huinca caucásico vino, no más de 500 años atrás y les quitó todo, la tierra, es decir su madre, les sacó la madre, sus cultivos, sus animales, su cultura, su religión y porque ellos reclaman la devolución de lo que ancestralmente tenían, especialmente de su madre, entonces son terroristas, son delincuentes, hay que hacer leyes especiales para castigarlos, en vez de concluir lo único lógico que puede traer la paz.
La Constitución y las leyes deben aceptar que en Chile puede haber parte del pueblo que conviva en otra forma, que no sea la oligárquica, capitalista, pseudo-neoliberal, explotadora, expoliadora, arrasadora del medio ambiente, y que sean formas de convivencias armónicas con el medio ambiente, autónomas, comuneras.
Hay que cambiar la Constitución, incluso el sistema de jurisprudencia y el derecho, desde uno basado en la propiedad de los bienes a otro basado en los seres humanos y su pertenencia a la naturaleza, o al menos permitir los dos sistemas. Sólo así puede pensarse en la paz estable.
Los Pehuenches vivían en armonía en el alto Biobío, y a ambos lados de la cordillera desde Mendoza hasta Neuquén, el huinca les expropió el río e instaló hidroeléctricas (Ralco o plato de agua); ellos eran y siguen siendo, por el derecho que les confiere la naturaleza, su madre, con quien conviven por más de 5.000 años, sus “propietarios” o más bien sus constituyentes.
Inicialmente no pertenecían a la Confederación Araucana (perdón por el uso de conceptos y términos huincas y no mapudungun o el hablar de la tierra) que incluía en Chile a picunches, pehuenches, mapuches y huilliches. Se araucanizaron y tomaron el mapudungún desde hace algunos siglos.
Se inundaron “valles sagrados” para los pehuenches en un crimen y persecución religiosa y racista grotesca realizados y autorizados por el gobierno de la Concertación de entonces, despidiendo antes al director de la CONADI que se oponía.
No estamos hablando tan sólo del crimen de la dicha “Pacificación de la Araucanía” , nos referimos a los cientos o miles de crímenes contra todos los pueblos Amerindios que siguen cometiéndose y que no cesarán hasta que no se reconozca, por las constituciones y las leyes, el derecho de los pueblos y no sólo de los Amerindios, sino de todo ciudadano, a vivir plenamente de acuerdo a sus visiones y valoraciones de mundo (ideologías y religiones) y a sus sistemas de convivencia y de relaciones con la naturaleza como ellos autónomamente determinen.
Ya no es tiempo para constituciones monolíticas. Los estudios genómicos han resuelto el problema de la equidad y fraternidad del ser humano. Es tiempo de las constituciones multivalóricas, generadas no tan solo por expertos en derecho sino que por antropólogos, sociólogos, psicólogos, politólogos, filósofos, evolucionistas, genetistas de poblaciones y otros expertos.
Se habla de que el Estado compre tierras para devolvérselas, de aceptar una cuota de “indígenas en el Parlamento” y otras medidas similares. Está bien, son migajas, limosnas, es lo mínimo que debe hacerse, invitaciones huincas a participar huincamente en las instituciones huincas.
Los Pueblos Indígenas deben ser aceptados como parte constitutiva y constituyente del Estado de Chile con sus autonomías religiosas, culturales y de desarrollo refrendados por una Constitución y leyes nuevas, plurales, que acepten la diversidad radical de sistemas distintos de convivencia, sin imposiciones de ninguna especie. Ése es el único camino para recién empezar a hablar de intención de paz verdadera.
El Estado debe ofrecer (la aceptación es voluntaria) programas de desarrollo de autonomía para el Pueblo Pehuenche: autonomía energética, instalar hidroeléctricas de los pehuenches y para los pehuenches en las fuentes, arriba en la cordillera, del Biobío (no le va a gustar a Ralco), o en otros ríos, plantas de energía eólica, solar y otras; autonomía alimentaria con programas de desarrollo de y para los pehuenches; autonomía educacional y en salud; autonomía previsional integral, autonomía cultural, ritual, etc.
Es curioso, que lo planteado haya sido dicho por todos los credos religiosos de Chile, especialmente por la Iglesia Católica pero parece que “no se oye Padre”.
Este concepto de pertenencia y de no posesión es bíblico y obliga a cristianos, judíos y musulmanes, porque la tierra es de Dios, nadie puede apropiarse de ella a lo más puede administrarla por no más de 50 años, pero con rendición de cuentas.