La Reforma Tributaria actualmente en trámite en el Congreso, es imprescindible porque el Estado chileno otrora dueño del 100% de la gran Minería del Cobre(Codelco), de la generación y distribución de energía(Endesa y Chilectra y distribuidoras regionales), propietario de los servicios de agua potable y alcantarillado(Emos), de los puertos de Chile (Emporchi), de las cárceles, hospitales, liceos, y de otras serie de empresas, constructor de viviendas sociales y de Obras Públicas, administrador del 100% de los peajes de carretera (Mop), fue reducido en dictadura y en los primeros gobiernos de la concertación, a su mínima expresión en cuanto a su rol de generador de recursos para impulsar el desarrollo.
Esto es,proveedor de servicios básicos de calidad a la población, y generador de OOPP,para transformarlo en apoyador del desarrollo de la gran empresa privada (minería, generación y distribución de energía, servicios de agua potable y alcantarillado, gran manufactura, atracción de capital extranjero) y en comprador de servicios a privados en salud, educación, vivienda, servicios carcelarios, infraestructura de OOPP.
Es así como se creó el DL 600 para atraer inversión extranjera, también para estimular la inversión durante el reacomodo de la economía chilena entre los años 75 y 82, se estableció el Fondo de Utilidades Tributarias(FUT), se reprivatizó la gran minería del cobre (por decisión unánime del Congreso en 1971 solo explotable por el Estado), permitiéndose a privados la explotación del mismo.
Se facilitó la privatización de la gran mayoría de las actividades productivas del Estado, se subsidió a privados para crear infraestructura educacional, se regaló en la práctica ingentes recursos a la banca privada en la crisis de 1982, se generaron diversos mecanismos para transferir garantías financieras a la empresa privada.
Bajo la lúcida y perversa creación de José Piñera hermano del ex presidente Piñera, se crearon las AFP, mecanismo que permitió que miles de millones de dólares de propiedad de los trabajadores fueran transferidos a la gran empresa privada no solo a costo cero, sino que pagándoles a los administradores de esos fondos por su gestión, independientemente lo hicieran bien o mal.
Por otro lado y bajo el manto de la mal llamada “Economía Social demercado”, nombre engañoso para implementar el modelo más ultra mercadista existente en el mundo, la dictadura de Pinochet decreta la muerte de la manufactura nacional para dar paso a la invasión de bienes producidos en otras latitudes con costos bajísimos.
Se empieza a desarrollar en Chile con fuerza un industria financiera que es apoyada de diversas maneras por el Estado, una industria importadora también apoyada nuevamente con recursos de todos los chilenos, se suscriben tratados de libre comercio con decenas de países llevando las tasas de importación literalmente a cero en la gran mayoría de los productos, lo que significó renunciar a los impuestos por importación de bienes y servicios.
Adicionalmente, el Estado, producto de la creciente concentración de la riqueza cada vez en menos manos, el empeoramiento de la distribución de los ingresos,y su incapacidad para influir en un proceso de desarrollo económico que mejorara los ingresos del trabajo de la mayoría de los chilenos, debe empezar a entregar cada vez más subsidios (a los más pobres primero y a las capas “medias “ después), con lo cual agota los escasos recursos que podía disponer,esencialmente impuestos y los ingresos del cobre.Codelco representa ahora aproximadamente un tercio de la gran minería del cobre en Chile.
Ese es el país que tenemos en los inicios del siglo XXI, un Chile que ha crecido pero basándose principalmente en la extracción por parte de la empresa privada de sus recursos naturales (cobre, celulosa, recursos marinos, fruta), un país que destruyó, a partir de 1975, su industria manufacturera, que quiere convertirse en el Singapore de América Latina, un país que se ufana de sus tasas de crecimiento pero que no menciona con que costo social se logran, un Chile de grandes números y grandes inequidades, una nación que después de haber sido líder en educación se convierte en uno de los países con la peor educación del mundo, con una salud publica cada vez más deteriorada, un país en el que el Estado paga a los privados para que construyan casas de bajísimos estándares para los pobres, donde hasta los servicios carcelarios son privatizados.
Pero como dice el dicho, no hay mal que dure cien años ni chileno que lo aguante, los movimientos sociales empiezan el año 2008 a manifestarse, ya el país no quiere seguir con una educación cara y mala, una salud privada cada vez más deteriorada en su capacidad de dar respuesta a las necesidades de la población, una política de vivienda que no resuelve con una calidad mínima las necesidades de techo de los sin techo, un Chile glamoroso para el 5% de la población y gris cargadito a negro para el otro 95%, el de la “pobreza dura”(como si hubiera pobreza blanda), el Chile de los “desvinculados”, de los “en situación de calle”, de los “vulnerables”, donde las cifras de pobreza no son mayores sino “no menores”
Este Chile con un ingreso “promedio” bordeando los U$ 20.000 dólares anuales ($920.000 mensuales por cada persona es decir 3.700.000 mensuales en una familia de 4 personas), donde en realidad más del 80% de las familias viven con menos de $800.000 mensuales, es el tipo de país que la mayoría no quiere.
La gente quiere que el bienestar no sea sólo una estadística, quiere que el bienestar sea una realidad concreta en su caso, educación gratuita y de calidad, salud pública gratuita y de calidad, buenas pensiones, viviendas dignas, alimentación de calidad, acceso a todas las expresiones de la cultura, acceso al deporte la recreación y el esparcimiento.
Esto es lo que votaron los chilenos en la elección presidencial de 2013, y en esta línea es el mandato que entregó la ciudadanía a la presidenta Bachelet.
Y para avanzar en ello, es que se requieren los recursos que la Reforma Tributaria persigue. Los que más ganan, como era de esperar, se resisten y resistirán, sus representantes en el mundo de la gran empresa (CPC, Sofofa, SNA, SONAMI, CNC), sus representantes políticos (UDI, sectores de RN) y uno que otro comentarista, politólogo, lobistas de grandes empresas intentaran convencer al país que esta reforma es mala para los más pobres, como en su tiempo nos dijeron que las AFP iban a mejorar las pensiones de los más pobres, que perjudica a las pymes (después que las han reducido a su mínima expresión con sus abusos y prácticas depredatorias de la gran empresa principalmente financiera e importadora), que afecta a las clases medias, cuando en realidad no son las clases medias precisamente quienes son accionistas de las grandes empresas que si serán afectadas por la Reforma Tributaria.
Chile está acostumbrado a estas lágrimas de cocodrilo, para el gran capital nunca las granjerías que les entrega el Estado serán suficientes, siempre querrán más, y cuando un gobierno se atreve a disminuir un poquito sus inmensos beneficios, ponen el grito en el cielo.
Por último, la amenaza más dura “bajará la inversión”, no tiene ni un centímetro de piso en el cual afirmarse, las tasas de rentabilidad que obtiene la gran empresa en Chile, sumado a la tranquilidad del país y a la seguridad de las inversiones, no las obtiene en ningún otro país del mundo, y la gran empresa no se equivoca.
Evidentemente esta Reforma Tributaria no da cuenta de todas las inequidades existentes en la distribución del ingreso, a muchos nos habría gustado reducir más las brechas gravando más la extracción de recursos naturales, no solo no afectar sino bajar la carga tributarias de las mipymes.
Sin embargo, es menester reconocer que es, efectivamente, la Reforma Tributaria más profunda de los últimos decenios.