La debilidad en los argumentos, la ignorancia de los temas o, el simple resentimiento en la acción política conducen a la intolerancia, que para imponerse falsea los hechos y las opiniones.
El caso más terrible en el uso de fabricar una imagen política determinada fueron los llamados procesos de Moscú, bajo el estalinismo, en que bastaba que a cualquiera se le imputara una “desviación ideológica” para que fuese apartado de inmediato.
Veo que algunos quieren repetir ese ejercicio conmigo ahora. Por cierto, estamos en democracia y no me pueden eliminar, lo que buscan es mi descalificación personal. Se intenta falsear mis opiniones políticas y con ello proyectar una caricatura que sea fácil “de hacer un lado” en el debate de ideas que se produce en el país.
En la semana que recién termina, a propósito de la reforma educacional se pretende dictar una especie de bando ideológico que dictamina que sufro de “conservadurismo”.
Así comienzan los que se sienten con la verdad absoluta, pero en lo intelectual es simplemente “trabajo sucio”.Seguramente preparan otros ataques más en los próximos días.
La acusación se cae sola. Me explico, para atacarme se me cita textualmente: “la educación pública debe ser el pilar central del sistema educacional, pero no puedo pensar que al país se le pueda imponer un sistema estatizado. La educación pública y privada tienen que ser capaces de articularse en el sistema mixto”.
Este criterio es exactamente el mismo que contiene el Programa de gobierno de la Nueva Mayoría que señala, “poner fin al lucro no implica terminar con el sector particular subvencionado. Garantizaremos que los padres puedan elegir el modelo educativo que quieran para sus hijos. El Estado seguirá respetando la existencia de un sistema mixto”.
De la misma manera, las seis páginas del capítulo destinado a la reforma educacional insisten en reiterar una y otra vez que el principio rector será el fortalecimiento del Estado, “cómo actor activo tanto en la entrega directa de servicios educativos, como en una estricta fiscalización del sistema”.
O sea, no hay ninguna posibilidad de error. El programa presidencial no indica en ninguna parte, ni en la letra ni en el espíritu del mismo, la idea de pretender instalar un sistema estatal que elimine el sistema mixto de enseñanza.Quienes intenten ignorar este compromiso de gobierno, deben hacerlo bajo su exclusiva responsabilidad.
El gran objetivo de lograr que el Estado realice, una función sin exclusiones pero decisiva, para asegurar una Educación gratuita y de calidad, en el contexto de un sistema mixto de Educación, por tratarse de un desafío nacional sin precedentes, debiese convocar a los más amplios sectores y protagonistas.
En tal sentido, resulta obvio que el Estado no puede convencerse ni asumirse como si fuera el único y exclusivo participante de dicha tarea histórica. Esa es la gran inconsistencia de quienes para validarse tergiversan, groseramente, mis opiniones en este tema fundamental para Chile.