La palabra, “público”, deriva del latín, “publicus”, que en su sentido más corriente tiene que ver directamente con la forma de propiedad que se define de ese modo. Lo público es lo que es del Estado, de la comunidad, en contraposición con lo privado, que pertenece al individuo particular.
Ambas palabras, en su origen, son adjetivos, y a la vez, adverbios, pero en ningún caso substantivos, como es actualmente su uso más corriente.
En la cultura romana, lo público es lo que caracteriza a lo que pertenece al Estado. Las “tabulae publicae” son los registros, los documentos oficiales, “publica bona” son los bienes del Estado.
Sin embargo, “Lux publica mundi” coincide, en su uso poético, con lo que nosotros llamamos, “la luz pública”, el conocimiento de todos. “Privatus”, por su parte, es lo privado, en el sentido de lo peculiar, lo propio, lo individual. “Privati agri” es la propiedad privada, y “vita privata” es la vida privada, en un sentido muy semejante al nuestro.
Normalmente lo privado se opone a la público en cuanto uno y otro término se definen por relación con el otro: lo privado es lo no público y lo público es lo no privado.
Cuando se afirma que una universidad privada es pública se incurre entonces en un grave error, porque se definen ambos términos sin esta referencia necesaria del uno al otro y se entienden sofísticamente como si los ámbitos que designan no implicaran esta oposición.Lo público sería público de por sí, no en relación con lo privado. Y lo privado lo mismo.
Si una universidad es privada, lo es porque no es de todos, sino de algunos. Es la propiedad privada de algunos. Puede que en algún sentido los beneficios que presta en cuanto a formación de profesionales o investigación se dirijan a todos, pero eso no las hace públicas.
Si no, podría decirse que un señor que le da una limosna a un mendigo está cometiendo una acción pública, porque todos nos beneficiamos con el hecho de que no haya mendigos o de que los mendigos tengan algo qué comer. Es mejor para la sociedad, colabora a la disminución de la delincuencia, por ejemplo.
Una universidad es pública cuando es de todos, es decir, cuando es financiada por el Estado.Como son públicas no pueden estar adscritas a ninguna creencia o a ningún interés que no sea el de todos. Por esta razón, también son y deben ser laicas: tanto en su organización, en su administración, como en la enseñanza que imparten tienen que representar el interés común.
Y por eso tienen que ser obligadamente democráticas: sus autoridades no pueden ser nombradas de otro modo que por votación de quienes las integran.
Las universidades privadas responden a intereses, credos, creencias, posturas ideológicas o políticas privadas, sus autoridades son en general nombradas por sus dueños, los criterios con los que nombran a sus profesores responden a los intereses de esas instituciones y no a criterios comunes de nuestra sociedad (por ejemplo, a los profesores de filosofía en la universidad Católica se les exige una formación cristiana) y sus formas de administración no responden a organismos del estado, sino a los Consejos de administración nombrados por sus dueños. O sea, no son públicas.
Entonces los defensores de estas universidades privadas deberían dejarse de majaderear con esta discusión sobre lo público y privado y si desean obtener beneficios del Estado no deberían pretender asimilar sus misiones y sus formas de acción a las de las universidades públicas.
Por más que se den volteretas ideológicas, lo público es lo público y lo privado es lo privado.