Claramente el desarrollo energético de Chile en el gobierno de Sebastián Piñera pasó de ser un tema técnico y de crecimiento a un tema netamente político, aun cuando muchos trataron de ocultarlo, pero no fue coincidencia que en un período de cuatro años hayan desfilado por La Moneda cinco ministros de Estado para la misma cartera.
Este hecho sin duda dejó de manifiesto el poder de la ciudadanía organizada que fue capaz de manejar la agenda energética y medioambiental entre el período 2010 y comienzos del 2014.
Este antecedente no quiere decir que la Presidenta Bachelet tenga que lidiar con una ciudadanía más calmada por el solo hecho de un cambio de coalición gobernante, sino que al contrario tendrá que dialogar con movimientos sociales mucho más empoderados y organizados, por tanto la eventual discusión y evaluación de megaproyectos impopulares como Hidroaysén y Río Cuervo, entre otros, traerá más de algún dolor de cabeza al nuevo equipo ministerial.
Es por ello que se hace fundamental para la nueva administración dar cumplimiento cabal a su programa de gobierno presentado a la ciudadanía en tiempos de campaña, de sobremanera en lo referido a la diversificación de la matriz energética del país a través del desarrollo y uso de las ERNC (Energías Renovables No Convencionales).
Por tanto el nuevo gobierno no podrá hacer caso omiso a aquellos temas que los movimientos sociales pusieron en el tapete en la administración Piñera y que aún están pendientes de respuesta, como son la ley general de servicios eléctricos, la democratización de la ENE (Estrategia Nacional de Energía), el Net Metering (llamado por algunos Net Bullyng), entre otros.
Si la Nueva Mayoría pretende hacer un gobierno ciudadano y cercano a la gente al menos en materia energética deberá apuntar a proyectos que ayuden y potencien la EE (Eficiencia Energética) y el desarrollo de las ERNC, de tal modo que verdaderamente hagan de Chile un país sustentable y que sea capaz de incluir a la ciudadanía en la discusión y confección de una agenda programática.