Es indudable que Atacama es una región con vocación eminentemente minera. Ello es parte de su rica historia, que además le ha otorgado la calidad de ser la capital de la mediana y pequeña minería en nuestro país. En este contexto, es innegable el aporte que este sector hace al desarrollo de la región y al dinamismo de su economía doméstica.
Sin embargo, éste no se encuentra exento de dificultades y grandes desafíos a la hora de enfrentar su labor.Una regulación minera y de seguridad que no da cuenta de sus particularidades, carencias en la capacitación de su capital humano, fallas en la transferencia de tecnologías e innovación en los procesos productivos, y por sobre todo, casi nulo acceso al crédito para emprender y modernizar faenas se transforman en barreras que les impiden competir adecuadamente en un mercado cada vez más exigente.
Pese a estos factores, que muchas veces se transforman en verdaderos obstáculos, hoy la actividad minera de pequeña escala, se esfuerza por mejorar sus procesos y demuestra, día a día, su voluntad de mejorar y progresar.Los mineros conocen de superación y están dispuestos a asumir el desafío que las nuevas tecnologías, y las exigencias en seguridad y medioambientales les presentan.
En este escenario, debemos asumir que la pequeña minería requiere de un esfuerzo integral que no solo contemple ajustes en el modelo de negocios de la ENAMI, como sostienen algunos, sino que incorpore una serie de variantes que hagan de ella una actividad con verdadero desarrollo y horizonte,
Debemos ser capaces de entregar a la pequeña minería una legislación especial, por ejemplo en materias tan sensibles como la seguridad, pero entendiendo que los estándares a exigir no pueden ser los mismos de la mediana o gran minería.
Entre las medidas para el mejoramiento de la competitividad y el acceso al mercado, se requiere la generación de reservas mineras para la pequeña producción.Esta actividad es la más rentable para un productor minero, pues le permite dimensionar y evaluar su negocio minero, como también planificar la explotación y, reducir los riesgos operativos y de mercado.
Para ello, debiera existir un Fondo de Capital de Riesgo para demostrar reservas mineras, financiadas por el Estado y retornables por los proyectos mineros exitosos.
Respecto a la capacidad empresarial y la renovación tecnológica, la experiencia y la escala comercial y empresarial de ENAMI deben ser transferidas a los pequeños productores.Es imprescindible generar una línea permanente de transferencia tecnológica que permita al pequeño minero acceder a equipamiento y maquinaria minera, como a tecnologías para la fortificación de minas, análisis de materiales, financiamiento que vaya más allá de un solo programa.
Además, la única manera de competir mundialmente con industrias que aumentan su escala y de transmitir las crecientes eficiencias en los costos al sector de la minería nacional que funde y refina sus productos mineros es a través de crecimiento y desarrollo de la ENAMI.
En el caso de Atacama, la fundición Hernán Videla Lira debe invertir cerca de 400 millones de dólares para readecuar y modernizar su funcionamiento, adquirir más competitividad y pasar de las 340.000 toneladas a las 500.000.Pero por sobre todo, los necesita para adecuar su funcionamiento a la nueva norma de emisión de partículas aprobada recientemente, y asegurar la debida protección de las personas que habitan en Copiapó y Tierra Amarilla, evitando así, los episodios de emergencia ambiental.
Otro aspecto relevante es la mantención en el tiempo de un fondo de estabilización que permita garantizar las tarifas observadas por los pequeños productores y opere en tiempos de bajos precios.
Asimismo, con el propósito de diversificar sería importante generar la apertura de un poder de compra y establecimiento de líneas de crédito para sustancias no metálicas o metales no tradicionales, y también implementar un plan de capacitación para los trabajadores de la pequeña minería considerando los temas de seguridad minera, explotación subterránea, manejo de explosivos, chancado y selección, muestreo y equipamiento.
También es fundamental para el desarrollo de la actividad, el fortalecimiento y la proyección de ENAMI como institución estatal y descentralizada, que de manera eficiente y competitiva articula y ejecuta el fomento minero.
Durante la última administración hemos sido testigos que gran parte de los procesos administrativos de la empresa se han centralizado de manera excesiva en la casa matriz en Santiago y, muchas de las decisiones y acciones con claro carácter local, hoy deben pasar un largo y burocrático proceso antes de ser aprobadas.Es por ello que hemos sostenido que parte de las gerencias de ENAMI debieran ser trasladadas a Copiapó, pues, no por nada en nuestra región de Atacama se desarrollan muchas de las operaciones de la estatal.
En este mismo sentido sabemos y compartimos la necesidad de construir un nuevo gobierno corporativo para la ENAMI, que atendiendo sus particularidades e historia, sea más eficiente en el cumplimiento de su tarea principal que es servir mejor a la pequeña y mediana minería del país.
Un grupo de pequeños mineros, hace algunos días, en un encuentro organizado por ellos, en la comuna de Tierra Amarilla, nos decían, “hay que entender que ser Minero es una Cultura”, y solo identificándola y reconociéndola como tal, se podrán hacer los esfuerzos y cambios que se requieren para sacarla adelante, en pro de una actividad tan vital para el futuro de Chile y su acervo minero. Chile debe pasar de ser un país minero a un país de mineros.