Desde el retorno a la democracia hasta hoy, la manera de abordar las problemáticas de las mujeres de este país ha sido ineficiente. Esta ineficiencia radica en la dificultad que se ha tenido para generar una cultura que pueda trascender nuestra idiosincrasia patriarcal y conservadora.Ejemplos emblemáticos de esto son el abordaje de la violencia de género y la penalización del aborto.
Con respecto al primer punto, no es casual que en este país la ley que penaliza la violencia hacia las mujeres lleve por nombre “Violencia intrafamiliar” (sin olvidar que, anteriormente, era signada como “violencia doméstica”).
El nombre VIF lleva en sus letras la raigambre de nuestro conservadurismo: reducir la violencia de género al espacio de la familia. En el último tiempo se ha intentado avanzar en ampliar este espacio a las relaciones de pareja –fuera del ámbito entendido como familiar- pero sin mucho éxito.
Ejemplo de esto es que mujeres que son violentadas por hombres que no son sus maridos ni convivientes, o con los cuales no tienen hijos en común, les es más factible interponer una denuncia por lesiones común y silvestre que una denuncia por VIF, ya que el sistema judicial no les da prioridad alguna.
Si sumamos que en la aplicación de la ley hay falencias importantes, que las mujeres no se sienten amparadas por la ley que busca protegerlas y el fracaso de las medidas preventivas, podemos decir que estamos en una situación crítica.
Con respecto al segundo punto, el panorama es aún peor, ya que en nada o poco se ha avanzado desde que se penalizó el aborto el año 89.
Por eso, el programa de Michelle Bachelet, quien será probablemente la futura Presidenta de Chile, nos entrega propuestas interesantes. No sólo en su contenido, sino que por sus implicancias.
En su Agenda de Género, intenta retomar el abordaje de las problemáticas de las mujeres desde aspectos que son fundamentales.Propone abordar la problemática de género de una manera transversal en áreas de relevancia como educación, poder, trabajo y derechos constitucionales.Y, entre muchas medidas interesantes que podríamos comentar, hay propuestas concretas con respecto a VIF y despenalización del aborto.
Con respecto a VIF hay una propuesta que, en sí misma, es un giro simbólico:se propone modificar la Ley de Violencia Intrafamiliar incorporando todo tipo de violencia de género.
Me parece que este giro es una visibilización importante por muchos años requerida. Sacar la violencia de género del ámbito de la familia y darle un reconocimiento como flagelo que la trasciende. Esperemos que se plasme en contenidos concretos, pero también con un cambio en el nombre mismo de la ley.
Por otro lado, se propone la despenalización del aborto en tres circunstancias: riesgo de vida de la madre, inviabilidad extrauterina y en caso de violación. Esto representa un importante avance para el respeto de los derechos de las mujeres en este país.
Despenalizar el aborto, aunque esté restringido a estos tres eventos, devuelve no solo una porción de autonomía a las mujeres sobre su cuerpo sino que, además, reconoce simbólica y legalmente el estatuto e importancia del sufrimiento psíquico de la mujer ante embarazos no deseados.
Reconocer el sufrimiento de las mujeres, reconocer el derecho de elegir sobre sus cuerpos, reconocer que no se debe establecer un dominio sobre la mujer en base a la violencia –del golpe, la palabra, los actos o la ley del estado- es un avance en la humanización en el trato que da el Estado de Chile a sus mujeres.
Aún necesitamos seguir avanzando para lograr un cambio cultural y simbólico que permita a las mujeres una ciudadanía digna y plena de derechos. Con los cambios propuestos aún no se logrará, debemos decirlo. Pero debemos decir también que, de concretarse esta agenda, habremos retomado el camino correcto.