29 sep 2013

Los coletazos de la soberbia

Intocables. Así se sentían Contreras, Krassnoff, Espinoza, Moren Brito y el resto de los genocidas autores de las más graves violaciones a los derechos humanos de miles de chilenos en dictadura, en la cárcel militar Cordillera que funcionó en Peñalolén durante ocho años, hasta su inminente cierre por decisión presidencial.

Convencidos aún de que “éstas son cárceles distintas para hombres distintos”, como planteara el polémico ex presidente de la Corporación 11 de septiembre, gozaban de condiciones carcelarias privilegiadas habiendo cometido crímenes de lesa humanidad, con varias cadenas perpetuas y condenas que sumadas alcanzan más de 600 años; mientras por delitos menores, miles de reos comunes sufren la indignidad de las cárceles chilenas, en las que no están ausentes tratos crueles, inhumanos y degradantes y hasta torturas.

Los autores de asesinatos como el del canciller Orlando Letelier, de Víctor Jara, del general Carlos Prat y su esposa –entre los más emblemáticos-, miembros de la fatídica Caravana de la Muerte o de la Brigada Lautaro, agentes del Estado que participaron en la Operación Albania o en la Colombo, se paseaban sonrientes por las áreas verdes del penal Cordillera.

De asado en asado, partidos de tenis y hasta homenajes por su “gesta patriótica”, pasaban sus días en una cárcel especialmente construida para ellos bajo el alero del temor al poder militar que duró hasta bien entrada la transición democrática, en el recuerdo de ejercicios de enlace y “boinazos”.

El suicidio del general Odlanier Mena –hombre de confianza de Pinochet- durante su salida de fin de semana en horas previas al traslado de los genocidas a Punta Peuco, podría considerarse un acto desesperado por no abandonar los privilegios de este penal militar.

Pero también da cuenta de las rencillas internas entre los habitantes de Cordillera. Según reveló en 2006 el ex agente de la CIA Michael Towney, Contreras quiso envenenar a Mena con una “sopa de bacterias” que le solicitó al químico Eugenio Berríos.

Más que de la decisión de Piñera de cerrar el penal militar Cordillera -basada en el principio de igualdad ante la ley, la seguridad de los internos, y el normal y más eficiente funcionamiento de Gendarmería (que el Presidente confirmó que no se verá alterada tras el “trágico fallecimiento” del ex CNI), Mena es víctima de Contreras.

De hecho, en una carta aparecida el mismo día en que tomó su extrema decisión, Mena juró no tener conocimiento de la Operación Cóndor y que al hacerse cargo de la CNI, que vino a reemplazar a la DINA, puso la condición de no tener contacto alguno con Contreras, su ex director. Sostiene que como ello no se cumplió y –por el contrario- se dispuso la subordinación de todos los servicios de inteligencia a la DINA, se retiró de su cargo e institución.

Ya tras las “rejas” (que en realidad en el penal Cordillera no existían), Contreras se siguió sintiendo tan seguro durante los 12 años que lleva su reclusión, que no ha dado una, sino muchas entrevistas a los medios de comunicación mofándose de las víctimas de violaciones a los derechos humanos y de la verdad histórica de los informes Rettig y Valech.

Considerándose a sí mismo como un “chivo expiatorio”, Contreras hasta se enfrentó al propio Pinochet cuando cumplía 89 años, emplazándolo a que asumiera toda la responsabilidad de lo ocurrido en Chile. Además, cuestionó sus cuentas secretas en el banco Riggs, asegurando que “nadie puede llegar a tener una fortuna en el ejército, porque los sueldos de los militares son bajos. Sólo una persona hizo esto”.

La condena de la historia

Pero a 40 años del golpe falló su cálculo y no supo leer –tal como no lo hizo la candidata presidencial oficialista y sí lo consiguió el Presidente Piñera, que logró aislar a la derecha pinochetista con miras al 2017- que finalmente la historia había fallado a favor de la figura del Allende demócrata y en contra del Pinochet golpista.

Contreras insistió en la actitud soberbia que ha mantenido durante su privación de libertad, sin considerar que en esta ocasión confluyeron además de la conmemoración de las cuatro décadas del quiebre democrático, un cambio profundo en la visión histórica del golpe de Estado producto del nuevo ciclo político, una opinión pública crítica a los abusos y la inequidad, y la izquierdización de la agenda política.

En los 40 años, ni siquiera la derecha más dura se atrevió a justificar las violaciones a los derechos humanos, pero el “Mamo” en la entrevista en CNN Chile negó que Villa Grimaldi fuera un centro de tortura, se aventuró a sostener que no murió nadie en un centro de detención de la DINA, que todos los detenidos desaparecidos están en el Cementerio General, que Cordillera no era una cárcel y que los gendarmes estaban ahí para sostenerle el bastón.

Producto de sus expresiones denigratorias a Gendarmería, Contreras fue “castigado” con una semana sin recibir visitas, confirmando los privilegios de las cárceles militares para sus “huéspedes”. En cambio, los castigos a reos comunes en las cárceles chilenas son las celdas de aislamiento sin luz ni baño, que tampoco tienen muchos reclusos en sus celdas, lo que los obliga a defecar en bolsas cuando se cierran las rejas tipo 5 de la tarde.Compare.

La cárcel militar Cordillera tenía 10 internos (considerando a Mena) y 36 funcionarios de Gendarmería (3,6 gendarmes por recluso), mientras la ex Penitenciaría de Santiago tiene 400 gendarmes para 5.456 privados de libertad (0,01 gendarmes por reo). Vuelva a comparar.

Las “tradiciones” se mantenían en la cárcel militar Cordillera: un garzón funcionario del Ejército diariamente le administraba los alimentos a Contreras y la guardia militar le seguía rindiendo honores.

La mantención del rango militar a pesar de ser reos condenados no tiene ninguna justificación, por ello es necesaria la denigración de militares condenados por delitos de lesa humanidad para que sean expulsados de las FFAA, se les quite su grado, cumplan sus penas en cárceles comunes y dicha sanción no sólo sea aplicable por la internacionalmente cuestionada justicia militar.

La cárcel Punta Peuco en Til Til acoge ahora a nueve genocidas de Cordillera, con 44 internos y capacidad para albergar a 48, y 66 gendarmes disponibles.Aunque este penal fue construido en un terreno de Gendarmería y no militar, sigue siendo una cárcel especial para uniformados (al que, en una clasista medida, van funcionarios de menor rango).

Cabe preguntarse por qué se debe mantener el concepto de cárcel militar para los integrantes de las FFAA condenados, habiendo recintos como la Cárcel de Alta Seguridad que cumple con condiciones de segregación y seguridad adecuadas para estos uniformados.

Y también cabría considerar la idea de mantener la cárcel Cordillera y trasladar allí a madres privadas de libertad con sus hijos pequeños, por ejemplo, considerando que el hacinamiento y la sobrepoblación son la tónica en los penales chilenos (aunque habría que ver la viabilidad de una medida como ésa en un recinto militar como el Comando de Telecomunicaciones del Ejército, donde está instalado el penal). Ello sería un golpe a la cátedra que avanzaría en la aún lejana concreción del principio de igualdad ante la ley.

Antes de cumplir su pena de más de 300 años y dos condenas perpetuas, Contreras se “refugió” en su fundo en Fresia y luego en el Hospital Naval de Talcahuano, para posteriormente seguir “refugiándose” en los privilegios de la cárcel militar Cordillera.

Esperemos que Punta Peuco sea sólo un paso en su camino a la Cárcel de Alta Seguridad, donde se resguarde su seguridad en tanto privado de libertad, pero sin privilegios.

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  • Germán Marambio

    Sólo señalar que Mena era inocente. Nunca se probó nada. A delincuentes habituales los dejan libres en esas circunstancias. ¿Por qué a los militares no?

    • Moncho

      Mena estaba juzgado y condenado a 6 años por los tribunales de justicia por la muerte de militantes socialistas en el marco de la caravana de la muerte. Por esta condena y dado el tiempo transcurrido estaba con beneficios dominicales; así que Sr, Marambio, su apreciación es errada.
      Otra cosa es que Mena estaba siendo juzgado por el caso de la exhumacion de cadávares en el marco del caso denominado “retiro de televisores”. Quizás el Sr. Marambio se refiere a este caso que por supuesto ya no continúa en juicio.

      • disqus_9TGTOCabG2

        Cuando se produce cambios de casa aunque cuides los enseres para evitar que alguno salga dañado siempre habrá alguno que se quiebre, solo me pregunto por que la justicia no actúo de igual manera cuando murieron los escoltas del General Pinochet, Moncho todos los hombres cuando tenemos poder hacemos cambios y cambiamos si se tiene carácter se mantiene el mando cuando no se tiene se produce el desorden y eso fue lo que provocó la izquierda el 70-73, paseaba Fidel durante un mes consumiendo las paupérrimas arcas fiscales chilenas y mandaba armas de regalo, gracias hay que dar al MIR., con MARAMBIO A LA CABEZA, AMINAMI, MIGUEL HENRRIQUEZ, Y PASCAL ALLENDE, le suena este último, hombre de pueblo pobre y sin estudios, para que se imagina usted que ellos querían el poder, será que se lo entregarían para elecciones libres si ya las había o estaban buscando hacerse del gobierno y formar lo que hasta hoy llaman democracia en CUBA, Fidel pasó después de 50 años en el poder el gobierno a su hermano Raúl, cuantas muertes y desapariciones se han registrado y que izquierdista las critica, donde han sido juzgados, pero queda claro la justicia vale más para el mal que para el bien, creo dice la biblia al regreso del hijo prodigo el padre celebro con fiestas a este mientras al que se portó bien, le dijo solo cumpliste con tu deber, EN RESUMEN, HAY QUE PORTARSE MAL, PARA QUE LA HISTORIA NOS JUZGUE BIEN:…..DIOS Y ELK SOLDADO SE RECUERDAN SOLO EN EL PELIGRO……CYANDO EL PELIGRO A PASADO…..DIOS ES OLVIDADO Y EL SOLDADO DESPRECIADO…..GRACIAS PIÑERA, POR LA TRAICIÓN

  • roberto sánchez

    ¿Y que aporta este artículo? pensé que a lo menos a lo ya sabido, habría alguna consideración de reproche hacia quienes no solamente no gozan de los privilegios de la cárcel modelo que ha llegado a su fin, si no que gozan de la más completa libertad, a pesar de ser tan autores de crímenes como los que reseña la autora del artículo y que por lo demás, también aparecen descritos en el Informe Rettig. Imagino que la autora tuvo un descuido inconsciente a ese respecto, porque el terrorismo de izquierda causó muchas víctimas en actos criminales de terror. No se apure nadie a tacharme de facho u otro adjetivo, solamente constato un hecho. Los militares autores de violaciones de DD.HH. están presos, condenados, en cárceles vip o lo que sea, pero están presos. ¿Los del otro lado?. Bueno. esos están libres, gozan del privilegio de la libertad garantizada por un sistema que distingue -y muy bien- entre crímenes de los otros y actos de patriotismo de los suyos y a los que el sistema en el que se desenvuelven, les otorga la calidad de una curiosa popularidad como “héroes”. El artículo no aporta nada que ya otros con tanta pasión no escribieran antes de sus enemigos los militares. ¿Olvido inconsciente o más de lo mismo señora autora del artículo?