Con motivo de la conmemoración de los 40 años del Golpe de Estado, un amigo ha escrito una interesante reflexión en la que nos pide estar alertas para que “las movilizaciones no secuestren la democracia”.
¡Qué importante es que la democracia no sea secuestrada!
Pero las movilizaciones son parte esencial de la democracia, y lo importante es llegar a entender por qué podrían llegar a “secuestrarla”.
Me parece que la respuesta es simple. Las movilizaciones pueden llegar a secuestrar la democracia cuando se cumple uno de dos requisitos.El primero es muy obvio y se da cuando las movilizaciones corresponden o son impulsadas por quienes no creen en la democracia y las utilizan para promover su reemplazo mediante algún tipo de Golpe de Estado, tal como ocurrió hace 40 años.
El segundo se produce cuando la democracia ha sido “protegida” de tal manera frente a la soberanía popular que no cumple sus tareas de ser un mecanismo adecuado de diálogo, mediación, representación y gobierno. En este caso las movilizaciones son la respuesta al “secuestro” de la democracia por quienes se detentaron en sus protectores.
Chile vive una etapa de fuertes contrastes.Estabilidad institucional con gran apatía ciudadana; movilización de las elites y parsimonia de la gran mayoría; crecimiento económico y profundización de la desigualdad; individualismo acentuado en los comportamientos y demanda de que se cree un Estado solidario que resuelva los problemas; temor paralizante a la violencia delictual y apelación a mayor violencia institucional.
Parte de estas contradicciones se debe a que la sociedad no ve que el sistema democrático responda a lo que en esencia deba ser, lo siente secuestrado. Allamand hace años indicó a los “poderes fácticos” como sus secuestradores.
Vivimos una democracia, pero una democracia cuyas formas de representación se han agotado debido a la concentración del poder económico, principalmente, y a la falta de mecanismos de control y solución de conflictos cuando hay una mayoría que quiere una cosa y se enfrenta al veto de una minoría que se escuda en la institucionalidad generada en Dictadura para que esa mayoría no pueda conducir al país como en democracia debe ocurrir.
Por esto apelamos a una Nueva Constitución, para que la democracia se libere de sus secuestros presentes y no se generen nuevos.
Frei Montalva, en su histórico discurso del Caupolicán en 1980, señaló que Chile necesitaba una Constitución que emanara de una Asamblea Constituyente. Nunca en nuestra historia ha sido esa la forma de generar nuestras constituciones.
Sería bueno comenzar a construir una nueva historia que nos de seguridad por los próximos cuarenta años.