Adicional a los conflictos que se han desatado fuera de Santiago por el descontento ante el centralismo del Estado, existen casos de territorios que demandan ser región.Es el caso de Ñuble, Loa, Aconcagua, Maule Sur, Chiloé, que con distintos grados de avance y formalización de sus demandas, han expresado el deseo de ser autónomos. ¿Por qué hay tantas demandas por ser Región en Chile? A lo menos se pueden distinguir tres razones.
La primera razón se refiere a la falta de compromiso Estatal con las regiones.En el Estado no se aprecia una política estatal regionalista para sus regiones. Históricamente el Estado no ha puesto su aparataje técnico a disposición de estas para desplegar sus capacidades y potenciar los factores internos que determinan el desarrollo territorial.
De haber sido así, se habrían aminorado las crecientes disparidades y desequilibrios territoriales que muchas veces han gatillado la necesidad de muchos territorios por transformarse en región.
Mideplan y hoy Subdere, se han transformado prácticamente en contenedores de “supuestas” demandas separatistas de las regiones, desplegando pesadas burocracias que se concentran esencialmente en entregar subsidios y programas, pero no acompañan ni detonan procesos de desarrollo territorial.
El regionalismo no es política de Estado y aparece solamente de manera coyuntural, muchas veces para ser “juez” y justificar o negar la existencia de una región.
La segunda razón se refiere a la falta de cohesión regional. Los gobiernos regionales no han podido revertir la alta fragmentación territorial que se aprecia en muchas regiones del país.
Esto ha provocado que en los últimos años se hayan acrecentado las disparidades territoriales, fundamentalmente en la asignación de recursos públicos provenientes del Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR). Es común evidenciar en algunas provincias las constantes quejas por los porcentajes de asignación de recursos del FNDR.
Las ciudades que más han crecido en inversión pública y privada, son las capitales regionales concentrando la mayor inversión en desmedro de ciudades intermedias integrantes de una misma región.
Otro factor que ha incidido en esta falta de cohesión regional es la naturaleza de los proyectos que se postulan al FNDR. La mayoría de ellos son proyectos de alcance comunal y muy pocos son proyectos regionales.
Todo este conjunto de factores ha ido mellando la posibilidad de que ciudades intermedias se sientan parte de su región afectando la posibilidad de construir una identidad y cohesión regional.Precisamente son aquellas ciudades “afectadas” por la distribución de estos recursos, las que son portadoras de las demandas por ser una nueva región.
La tercera razón es histórica. Para explicar la creciente reivindicación de territorios por ser nuevas regiones es necesario recurrir a la histórica tensión que ha existido entre las provincias y el centro político, lo cual en los últimos 40 años se agravó con una nueva forma de organizar territorialmente a Chile: las regiones.
Las actuales regiones tienen más componentes geopolíticos que socio-políticos, en contraposición a las actuales demandas que tienen una configuración territorial sociopolítica asociada -en algunos casos- a las antiguas provincias (pre CONARA en 1974).Esto ha provocado que condicionantes como la identidad socio cultural, la historicidad de un territorio y la capacidad de articulación de sus actores en función de un proyecto político territorial, se han transformado en el argumento central “reivindicatorio” de las demandas por ser nuevas regiones.
Estas demandas por crear nuevas regiones, devela que ellas exigen reconocimiento no sólo por su tamaño de la población, actividad económica, peso de la burocracia, límites administrativos, o accidentes geográficos, sino que principalmente por su configuración social, política, e histórica.
Esto significa que componentes como la identidad socio cultural, la historicidad de un territorio y la capacidad de articulación de sus actores en función de un proyecto político territorial, son esenciales para hablar de “Regiones”. Asimismo le ponen al Estado el desafío de revisar/modificar la actual regionalización, ello permitiría avanzar con un primer paso hacia un nuevo pacto territorial que permita construir “regiones” en base a criterios socio-políticos, enmarcados en una nueva regionalización democrática.