23 sep 2013

¿Cuántos Ricartes más tienen que morir?

Muchos chilenos ven con tristeza y admiración la partida de Ricarte Soto, un grupo no menor la vemos además con impotencia y por qué no decirlo con vergüenza.

Fue necesario que un destacado periodista con cáncer de pulmón, sacara a la calle a los enfermos para que las autoridades nacionales se enteraran de que los chilenos no pueden pagar los medicamentos que les permiten seguir con vida.

Ahora que Ricarte falleció, se anuncia con orgullo que gracias a él y su lucha, se creará un Fondo Nacional de Medicamentos que llevará su nombre y que ayudará a todos los que lo necesiten.

Si así funciona Chile, debemos esperar que otra respetada figura pública se enferme de algo grave, para que nos demos cuenta que muchos enfermos mueren porque no pueden pagar los costosos tratamientos que requieren para seguir viviendo.

¿Cómo podemos sentirnos orgullosos del plan Auge, si es tan discriminador?Sólo 80 enfermedades están cubiertas por el sistema, o sea, eres afortunado si padeces cáncer gástrico o cáncer cérvico uterino, pero hay de ti y tu familia si llegas a padecer Mal de Crohn o Mieloma múltiple, porque tendrás que asumir que por lo bajo pagarás más de 1 millón de pesos mensuales, que para la gran mayoría de los chilenos significa una catástrofe económica.

Hoy tenemos enfermos de “primera categoría” que están en el Auge, “enfermos de segunda categoría”, que están fuera del Auge, e incluso de “tercera categoría” los cuales no sólo no están en el Auge sino que sus enfermedades ni siquiera están codificadas por lo cual todo remedio y tratamiento debe ser asumido en forma particular.

La respuesta para ellos no puede ser “estamos avanzando”.

Es hora que los políticos trabajen por los temas urgentes y den prioridad a las necesidades básicas de la población, la salud no puede esperar. ¿Dirán que no hay recursos? Sólo hay que abrir los ojos, las próximas elecciones costarán al fisco US$60 millones, el BancoEstado otorgó a la candidata Bachelet un préstamo de casi 5 millones de dólares y cómo omitir que cada diputado y senador chileno gana más de 4 millones de pesos, sin contar las asignaciones y algunos quieren aumentar el número de ellos en el Congreso.

Perfecto, si el resultado de ello fuese, entre otras cosas, que los chilenos ricos y pobres tengan real derecho a una salud de calidad y a seguir viviendo.

Por ahora esa tarea les quedó grande y la tuvo que hacer Ricarte Soto, quien no alcanzó a disfrutar el resultado de su digna y ejemplar lucha.

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  • RuizMnica

    Los ricos son un obstáculo para que beneficios llegue a los que tienen menos , y los que tienen menos quedan con la miseria en todo porque a los ricos no se les puede otorgar beneficios porque se lo pueden costear. Ese ha sido el eterno discurso para no hacer los cambios que el País espera y mejorar los graves problemas de salud , educación , jubilaciones . etc … Así es como . se dice que no educación gratuita para los que pueden pagar….. En salud también ocurre igual y hasta peor porque la muerte asecha si los tratamientos no se efectúan como corresponde . Ahora si hay enfermedades que no están codificadas , por Fonasa las Isapres tampoco las codifica , y no hay cobertura . Finalmente el que tiene escasos recursos tampoco puede dar financiamiento a un buen plan que le asegure el tratamiento y vemos claramente la desigualdad en derechos que todo Chileno debiera tener sin mayor problema. Esa es la formula más cruel que se ha establecido , un enfermo en primera instancia lo que importa es su mejoría y tratarlo como tal, y no argumentar fórmulas torcidas y retorcidas que dejan de lado la integridad de los humanos que viven en este País. El Señor Ricarte Q.E.P.D. repartió coraje con los enfermos , sintió el llamado de que algo había que hacer … lo hizo pero veremos si la mezquindad se deja de lado y los que tienen en sus manos mejorar el beneficio a la salud lo hacen , en beneficio de todos los Chilenos.

  • Pedro Pagliai

    “Dejad de sufrir, que mi sufrimiento sólo alienta y consiente al de los demás.”

    En las costumbres de la cultura del miedo, el reiterativo rasgar vestiduras y responsabilizar al abstracto sistema de todos nuestros males y quejas. Para ello, se emplean figuras (públicas) como Ricarte Soto en este caso, para enarbolar un demanda válida, pero que en palabras de la autora ni siquiera exhibe un atisbo de proponer una revisión, al menos, de cómo funciona este modelo que mezcla las premisas de escasez, dualidad-juicio, culpa.

    En primer lugar, la economía se basa en el principio de escasez, pero eso responde tan solo al paradigma que concibe la limitación de los recursos en relación a la demanda de las mismas en términos de insuficientes, y cuyo fundamento podemos relacionarlo al de derecho de propiedad. Esa limitación¿no es sólo la concepción de nosotros mismos limitada? y además, asumimos que realmente somos dueños de algo, si es tan solo un convención y artificio social. Luego, nuestra visión de mundo dual está relacionada con una costumbre arraigada en el ser humano, que es juzgar. Un día de estos, observe la cantidad de juicio que emite su pensamiento y el obstáculo insalvable que resulta ver las cosas tal cual son en un mundo dual. Finalmente, establecemos heredamos una culpa ancestral cuya díada víctima – victimario emergen cada vez que señalamos con el dedo índice, sin importar la dirección que indique.

    En este contexto nos desenvolvemos. En este paradigma cuya sustancia es el miedo, vivimos nuestros propias vidas. Y el periodista Soto lo transforman en mártir de una causa, reitero, justa, pero que es una migaja narcótica y elusiva que será Fondo Nacional de Medicamento y que en su honor póstumo llevará su nombre para aquietar a un rabioso enfermo que se siente víctima del abstracto sistema por excluirlo, pero que se sintió identificado por el ejemplo y arrojo de Soto.

    Sin embargo, ¿qué hacemos con la enfermedad? si ése es el tema de fondo, y cualquier otra discusión . En el paradigma actual, resulta insidioso señalar que la enfermedad es una oportunidad ejemplar en nuestras vidas y no sólo para probar el “valor” de los medicamentos y tratamientos, sino también de descubrir que a través del cuerpo se manifiesta y observa aquello que la enfermedad señala desde el ser más interno de nosotros; es una oportunidad que tenemos de suspender el juicio, corregir los propios pensamientos y valores y del mundo, quedando a merced del único y más profundo perdón hacía nosotros mismos y encontrar, de este modo, la sanación. Tal afirmación, conlleva advertir que Ricarte Soto fue único responsable de enfermar y sanarse, así como todos y cada uno de nosotros, aun cuando no nos exime de luchar por aquello que consideremos justo, es la certeza que pocos conocen y que los grandes discursos, que mueven a las masas no han llegado ni siquiera a vislumbrar, pero que se ha comprobado generación tras generación: perpetuar el paradigma basado en el miedo, perpetuar el juicio, el juzgamentalismo, perpetuar que somos supuestamente víctimas y que tenemos el hábito de tener razón en desmedro de perdonar (me) (nos) o ser felices; perpetuar concebimos el mundo en coherencia con nuestro propia acción y pensamiento, pero que asumimos como premisas que la forma que percibimos es el contenido, cuándo “somos” el contenido del mundo.

    La pregunta que queda rondando es cuál es el paradigma que sigue?