Cientos de congresos al año, a lo largo de todo el mundo, congregan a miles de empresarios alrededor de una premisa clave: el liderazgo empresarial.
Curiosamente, este concepto -que es concebido como la panacea de cualquier planificación estratégica-, en la práctica, ha extraviado el camino.
Davis define el liderazgo como “el proceso de influir en otros y apoyarlos para que trabajen con entusiasmo en la consecución de objetivos”.Esto, aplicado a la empresa, entraña que quienes la dirigen logren concitar en sus subalternos la motivación necesaria para que estos hagan propias las metas de la compañía y, en tanto, trabajen con esmero por la obtención de los resultados esperados. Es, en términos futbolísticos, conseguir “camisetearlos” a tal punto con la institución que estén dispuestos a “dejar la vida en la cancha” por que ella pueda triunfar en el mercado.
Esta definición es cierta, pero a menudo olvidamos lo más importante.
Olvidamos que el principal rol de un empresario líder es ser un referente en materia de opinión pública. Las personas suelen ver en los dueños, directores y gerentes de las empresas un ejemplo de éxito personal.
Ello, más allá de las justas críticas que concita dicho paradigma, es una realidad que tiene un importante sustrato lógico, por algo han llegado a ser lo que son. En consecuencia, cada vez que un empresario opina, debe medir con mucho celo sus dichos.
Al otro lado del televisor, detrás de cada hoja de diario cuyo epígrafe reza “opinión”, hay cientos de observadores atentos tomando nota de sus dichos y tratando de emular su decisión.
Un ejemplo negativo lo encontramos en Marcos De Quinto, Presidente de Coca Cola España, quién hizo públicas unas polémicas declaraciones a través de su cuenta de Twitter hace un par de semanas, en donde aludió a que “Dios nos libre de los cristianos”, producto de la campaña que montó la ciudadanía española intentando cancelar el apoyo comercial para el reality show “Campamento de Verano”, de la cadena Tele 5, en donde una joven fue bañada en chocolate contra su voluntad, mientras el conductor del programa instaba a los otros concursantes a quitárselo mediante lengüetazos.
Frente a un acto vejatorio, denigrante, machista y abiertamente contrario a las garantías y derechos más elementales del ser humano, el presidente de Coca Cola España olvidó la importancia de su cargo y del rol que juega su empresa en la opinión pública mundial y, con sus declaraciones, le dijo a millares de personas que en la lucha comercial, el fin (dinero, éxito empresarial) estaba antes que cualquier medio.
Pero el liderazgo al interior de la empresa también se vive -y de manera más propia- en la ayuda que estas pueden prestar a fundaciones, corporaciones y voluntariados.
Debido a la generación de excedentes que superan los que cualquier persona natural podría crear por su cuenta, son las compañías (grandes, medianas y pequeñas), las que se encuentran requeridas a aportar su granito de arena para financiar la ayuda económica que tales organizaciones prestan a las personas más necesitadas.
Frente a un sistema económico que no ha conseguido dar en el calvo en lo que a la solución de sus externalidades negativas se refiere (desigualdad, discriminación, pobreza), son las empresas que se benefician del mismo las primeras llamadas a su combate y, para ello, la colaboración con entidades sin fines de lucro resulta esencial.
El empresario también es un líder social, ya que es quién posee las mejores herramientas para vencer la miseria .
No obstante, toda gran posición conlleva una elevada responsabilidad, que encuentra una expresión clara en la coherencia personal. El liderazgo empresarial también contempla la necesidad de mayores y mejores relaciones humanas al interior de la empresa.
Un gerente puede marcar la vida de cualquiera de sus trabajadores con gestos tan sencillos como humanos. Estos gestos permitirán que, más adelante, sus empleados puedan comprender lo que para él es importante y, a contramano, contribuirán a generar un vínculo personal con cada uno de ellos que le habilitará para estar disponible cuando precisen de atención especializada.
Este vínculo se denomina “empatía” y aporta cohesiónpor ambos lados. Todo gerente representa de manera personal a su empresa y la existencia de empresas empáticas mejora la productividad y hace más feliz la vida de quienes la operan.
Pero, finalmente, la principal característica que olvidamos al hablar de liderazgo empresarial es el rol que los altos mandos juegan en el cambio cultural.
Cada empresa es en términos sencillos, una gran agrupación de personas quienes, a su vez, representan en su labor diaria a un determinado grupo familiar, compuesto generalmente por varios integrantes.
Pero esa familia no vive aislada y se relaciona con una comunidad en la que se encuentra inserta, la que puede ser una junta de vecinos, una parroquia o un equipo de fútbol. Así, la decisión que adopte un gerente no sólo repercutirá en la conciencia de sus dependientes, sino en la de la inmensa cantidad de personas a las que este se encuentra vinculado.
Si una empresa decide disminuir el horario de colación, estará enviando una señal clara a sus trabajadores de que lo que importa es aumentar los periodos productivos en desmedro de las relaciones interpersonales; modelo que, sin duda, éstos replicarán en sus hogares.
El empresario es un formador de conciencia y un modelador de sociedad. De esta forma, si queremos mejores ciudadanos o un cambio cultural, hay que empezar por mejorar la política organizacional.